Por: Claudia Magun — 25 de marzo, 2020
El viernes 27 de marzo, el ITI (Instituto Internacional del Teatro) celebra El DÃa Mundial del Teatro, un evento internacional que data de 1962, en la apertura de la temporada del “Teatro de las Naciones” en ParÃs.
Una fiesta del teatro para los amantes del teatro que en este año desafortunado ha tenido que bajar el telón debido a las condiciones de la pandemia, lo cual ha provocado la cancelación de las diversas actividades que se llevan a cabo a nivel mundial. Sin embargo, el mensaje que puntualmente se encarga a una de las personalidades del teatro –como lo fue Jean Cocteau en la primera edición–, permanece.
Es asÃ, que en este 2020, la escena dramática da la bienvenida al público a partir de las palabras del dramaturgo pakistanà Shahid Nadeem, fundador y director del Ajoka Theatre, un gran amante del teatro y sobre todo un fiel creyente del arte como reformador del comportamiento social…
“Al final de una representación de la obra de teatro de Ajoka sobre el poeta sufà Bulleh Shah, un anciano, acompañado por un niño, se acercó hasta el actor que habÃa interpretado el papel del gran sufÃ. ´Mi nieto no se encuentra bien, ¿podrÃa bendecirlo?´, dijo. El actor se sorprendió y contesto: ´No soy Bulleh Shah, solo soy un actor que interpreta el papel´. El anciano entonces contestó: ´Hijo, no eres un actor, eres una reencarnación de Bulleh Shah, su Avatar´.
De repente, se nos ocurrió un concepto completamente nuevo de teatro, donde el actor se convierte en la reencarnación del personaje que interpreta.
Explorar historias como la de Bulleh Shah, historias como ésta existen en todas las culturas y pueden convertirse en un puente entre nosotros, los creadores de teatro, y una audiencia desconocida pero entusiasta.
Mientras actuamos en el escenario, a veces nos dejamos llevar por nuestra filosofÃa del teatro, en nuestro papel como precursores del cambio social a veces dejamos atrás a gran parte de la comunidad.
En nuestro compromiso con los desafÃos del presente, nos privamos de las posibilidades de una experiencia espiritual profundamente conmovedora que el teatro puede proporcionar.
En el mundo de hoy donde la intolerancia, el odio y la violencia están en aumento, nuestro planeta se está hundiendo cada vez más en una catástrofe climática, necesitamos reponer nuestra fuerza espiritual.
Necesitamos luchar contra la apatÃa, el letargo, el pesimismo, la avaricia y el desprecio por el mundo en que vivimos, por el planeta en el que vivimos.
El teatro tiene un papel, un papel noble, debe dinamizar y hacer avanzar a la humanidad, ayudarla a levantarse antes de que caiga en un abismo.
El teatro puede convertir el escenario en un templo, el espacio de actuación, en algo sagrado. En el sur de Asia, los artistas tocan con reverencia el piso del escenario antes de pisarlo, una antigua tradición en la que lo espiritual y lo cultural estaban entrelazados.
Es hora de recuperar esa relación simbiótica entre el artista y el público, el pasado y el futuro. Hacer teatro puede ser un acto sagrado y los actores pueden convertirse en los avatares de los roles que desempeñan.
El teatro tiene el potencial transformador de convertir la escena en un santuario y ese santuario en un espacio de actuación”.
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