
Por: Roberto Sosa — 1 de mayo, 2011
La obra de Harold Pinter habla de un universo Ãntimo y reducido, el de una pareja, un matrimonio que en consenso cada uno tiene un amante.
Sarah (Marina de Tavira) recibe al suyo por las tardes, dos o tres veces por semana en su propia casa y con el consentimiento de su marido Richard (Antonio Rojas), por su parte, él visita a su amante con la aprobación de su esposa. De regreso a su hogar, Richard le muestra su amor a Sarah, mientras por la noche tendrán sexo como una pareja “normalâ€.
Esta es la trama de El amante, un texto que se ubica en un microcosmos que examina las complejidades de las relaciones de pareja: los contratos implÃcitos entre los individuos, las obligaciones y los derechos que se establecen.
En el teatro del absurdo cabe la ambigüedad y lo paradójico; la obra representa lo anterior en tono lúdico y erótico, sensual y atrevido. Dos cuerpos desnudos llenan el escenario y hacen cómplice al espectador de sus aventuras, desde sus personajes, los interpretes seducen al espectador. La verdad como fundamento en la relación y el engaño como complemento en su relación de pareja; una verdad subjetiva que le da sentido a sus vidas y que rompe con la monotonÃa.
En apariencia la pareja se entiende y los dos tienen un amante en común acuerdo; pero en el fondo están las razones y los verdaderos motivos que unen y mueven los sentimientos del hombre y su mujer; Sarah recibe a su amante, pero ama y respeta a su marido; Richard se va con su “putaâ€, pero aprecia el refinamiento y clase de su esposa. En la sociedad es importante guardar las apariencias, en la intimidad se rompen paradigmas, la pasión lo domina todo, el sexo toma un papel más que relevante.
La dirección de Iona Weissberg es acertada, hace caminar a sus personajes por los complejos senderos del absurdo para provocar la risa desde el intelecto, no es la risa fácil de una comedia, empero sà la hilaridad que va en el entendimiento de una situación, de un gesto, de una acción, del texto y que en la interpretación se logra con profesionalismo, con conocimiento en el oficio de quien actúa.
“Para aproximarme a Pinter, tengo que liberarme de todo eso; agarrarlo como me pega a mÃ, a Marina y Antonio, como nos pega a nosotros en cómo se manejan las relaciones de poder en la pareja. ¿Quién decide qué cuándo?, ¿está suscrito de antemano, de manera no hablada?, ¿cómo las reglas del juego van cambiando y la pareja entra en crisis cuando esos acuerdos, contratos implÃcitos, que de repente se modifican?”, Iona Weissberg.
El diseño escenográfico de Sergio Villegas es sencillo pero transporta con éxito al público a la estancia de un departamento que se transforma en dormitorio con el movimiento de los sillones. La iluminación concebida por MatÃas Gorlero provoca los espacios en la escena, como en las emociones de los personajes; por su parte, Emilio Rebollar hace que el vestuario indique el momento del dÃa y acentúe la personalidad de los personajes, en Richard es la elegancia; en Sarah es la seducción y la sensualidad, los tonos rojos y negros aportan lo necesario y su desnuda anatomÃa es un regalo para la visión masculina.
Harold Pinter (octubre, 1930 – diciembre, 2008), Premio Nobel de Literatura en 2005, es considerado por el crÃtico Martin Esslin junto a dramaturgos como Genet, Eugene Ionesco y Samuel Becket, autores del teatro del absurdo, un nuevo concepto que surgió en los 60 y que tomó distancia del llamado naturalismo.
“La verdad en el arte dramático es siempre esquiva. De vez en cuando, te tropiezas con la verdad sin darte cuenta de ello. Pero en el arte dramático no hay tal cosa como una verdad única. A veces, sientes que la tienes en la mano durante un instante, para que a continuación se te escabulla entre los dedos y se pierdaâ€, Harlod Pinter.
El amante que se presenta de jueves a domingo –hasta el 3 de julio– en el Teatro Santa Catarina, es una historia que aborda las complejidades que proliferan en la organización de la pareja vista como un organismo donde el sexo y el control van de la mano.
“PensarÃa que (la temática de la obra) se conecta con las relaciones contemporáneas en ciertos cÃrculos, sobre todo en cÃrculos conservadores, es un giro de tuerca a las relaciones de pareja conservadoras”, Iona Weissberg. Fotos: Andrea López.
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