
Por: Susana Fernández — 21 de septiembre, 2014
“El agua apaga el fuego /y al ardor los años, / amor se llama el juego / en el que un par de ciegos / juegan a hacerse daño…†fragmento de Amor se llama el juego de JoaquÃn Sabina.
En un extraordinario tête à tête de actuación donde Arcelia RamÃrez y Antón Araiza personifican a una pareja enfrascada en un devastador diálogo de dos almas que han decidido separarse, Hugo Arrevillaga lleva a escena Clausura del amor de Pascal Rambert, primera versión en español de la obra del escritor, director y coreógrafo francés de reciente estreno que realizará una corta temporada (de jueves a domingo) hasta el 19 de octubre en el Teatro El Granero del Centro Cultural del Bosque.
Una historia devastadora sobre el adiós de dos seres que en algún momento de su vida pensaron e idealizaron que permanecerÃan juntos por siempre y que conforme se desarrolla la trama vemos como aquellos amantes que se juraron amor eterno hoy están dispuestos a hacerse añicos, a desgarrarse el alma y pasarse factura por las pérdidas acumuladas.
“La vida no es una canasta de fresas†reclama Antón practicamente al inicio de la despedida, en un intento por ironizar acerca de la esperanza de ella sobre la relación que mantenÃan. Asà a través de un “grandilocuente discurso†de arranque donde las palabras de él buscan sin piedad demostrarle que ya no queda nada que los una, ella invatible resiste cada cuchillada al corazón.
Sin embargo, este embate no es unilateral, ella, Arcelia RamÃrez va de la resistencia a la contestación y en respuesta al ataque argumenta con todas las razones que le otorga el amor.
Mientras, uno como espectador se mantiene en el filo de la butaca y observa el cambio de Antón, aquella seguridad y arrogancia del inicio lo abandona y en su lugar se van transformado en otro ser totalmente transfigurado por el dolor.
Después de salir sin aliento, con el corazón estrujado y las emociones y recuerdos dando vueltas en la cabeza entremezcladas la razón y el sentimiento, quienes presenciamos esta especie de “tiro de gracia al amor†reconocemos en Clausura del amor al Hugo Arrevillaga que hace ya algunos años nos sumó –sin mucha resistencia, debo aclarar al menos a tÃtulo personal– a su lista de admiradores.
Y es que hay en la elección de sus textos rabia, rebeldÃa y una inmesurable pasión que inevitablemente arrastra al público a su centro de gravedad.
En el caso de Clausura del amor existen -desde mi punto de vista- tres puntos fundamentales: la igualdad de nombres entre los protagonistas y los actores, ejercicio que hace que cada estoque se haga personal, Ãntimo y empate de una forma singular en cada expresión que siguimos en escena.
En segundo lugar, una escenografÃa minimalista que –como en la mayorÃa de sus trabajos escénicos– apuesta al poder del texto, que en este caso particular es brutal y que cierra con broche de oro, al final con un tono sangriento que a más de uno sorprende, sobre este punto, cabe destacar la traducción de Humberto Pérez Mortera, quien atina, no de forma casual sino con un gran ejercicio de reflexión e intención darle el tono exacto a cada frase para lograr el impacto necesario.
Finalmente, esa forma de desmenuzar a los personajes y de llevar a los actores a lo más profundo de su ser para sacar todo ese cúmulo de emociones que –sin lugar a dudas–, los hace dar lo mejor de si, y sobrexponerse de una forma tan desnuda y compleja que no existe otra forma de agradecimiento que el aplauso generoso.
Clausura del amor es una obra poderosa, desgarradora y conmovedora, no apta para quienes están viviendo el duelo por un amor concluso. Una historia que deja claro que el amor es un deporte de alto riesgo donde siempre se pone en peligro la salud del corazón. Fotos: Francisco Javier PeÌrez.
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