
Por: Claudia Magun — 9 de marzo, 2017
Ayolante es un juego escénico que bajo la dirección de Ãlvaro Cerviño lleva al espectador a descubrir una romántica historia de amor que en el transfondo de la dramaturgia entreteje una crÃtica hacÃa las clases burguesas y una burla a los protagonistas de la polÃtica. Una historia sin caducidad que hoy todavÃa se puede leer en los entretelones de la sociedad contemporánea…
El humor negro y la sátira de los ricos y poderosos son las caracterÃsticas de esta disparatada propuesta que se presenta en una versión a la mexicana basada en un musical de manufactura inglesa creado por el dramaturgo William Schwenck Gilbert y el compositor Arthur Sullivan, dos talentosos protagonistas de la escena londinense considerados pioneros de lo que hoy se conoce como el teatro musical.
Una producción de Oscar Mantilla de gran formato, que por primera vez se puede apreciar a través de un elenco –totalmente masculino– de 26 actores, cantantes y músicos que con gran divertimento explayan su talento en un escenario que Ãlvaro Cerviño traza en un tono de lo absurdo para hacer una denuncia: “sobre la ironÃa que representa el exceso de poder de la clase polÃtica, y los caprichos económicos de la clase empresarial”.
“Es una parodia cuyo trabajo de adaptación me llevó horas y horas de trabajo. Tuve que leer muchos periódicos, consultar diccionarios, entender cómo hablan los polÃticos. Más que adaptar, tuve que comprender bien de qué se trataba la obra para luego reescribirla”, Ãlvaro Cerviño.
Ayolante (Iolanthe, en su nombre original) fue estrenada en Londres, en plena época victoriana –el 25 de noviembre de 1882– en el histórico Teatro Savoy, con una cálida recepción y con una temporada de 398 funciones, lo cual significó el cuarto éxito consecutivo para Gilbert y Sullivan. Fue la primera producción en el mundo que se escenificó completamente iluminada con luces eléctricas, permitiendo algunos efectos especiales que no habrÃan sido posibles en la era de la iluminación con gas.
Un texto que a pesar de haber sido escrito hace más de 130 años, hoy en dÃa es más que relevante porque en sus venas literarias conserva ese sentimiento popular hacia la clase polÃtica que no ha cambiado para nada, como dirÃa Ayolante: “¡El mundo sigue siendo un cochinero de gente sin llenadero!”.
En la historia, Juan Ramón, el hijo del hada Ayolante (desterrada del mundo de las hadas por casarse con un humano), quien quiere contraer nupcias con Filis, una becaria del Congreso de la Unión, con quien el lÃder está obsesionado y hará lo imposible por impedirlo. Las hadas, dejando a un lado sus reglas, le ayudan a cumplir su deseo pese a un sinfÃn de tropiezos, logrando que las hadas y los humanos puedan contraer nupcias libremente.
“La obra hace sátira de muchos aspectos polÃticos, de las leyes y de la sociedad. La confrontación entre las hadas y el congreso, es en realidad una parodia de la relación entre la clase acaudalada e influyente y el mundo de la polÃtica”, Oscar Mantilla.
AsÃ, con ingenio y mucho humor Ayolante se define como un proyecto único que hace de una opereta inglesa una parodia musical ligera y muy divertida donde la discrepancia de clases y las diferencias polÃticas son la base para crear una farsa que llega al corazón del público mexicano y al espÃritu patriótico que habita en todos.
Ayolante termina una corta temporada en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Ares, tres últimas funciones este fin de semana para entretenerse y porque no, desahogarse un poco de todas nuestras penalidades con una obra que a pesar de ser muy británica encierra en la transcendencia de su narrativa el contexto de la universalidad que ofrece la escena teatral.
“La obra presenta dos horas de énfasis, de eso se trata la parodia y la ironÃa, de hacer más enfático el exceso de poder de la clase polÃtica, y el exceso del poder económico de la clase empresarial”, Ãlvaro Cerviño.
Un texto que lleva al público a interesarse por un argumento que traspasa el tiempo, asà como las costumbres y dogmas que enclaustran a cualquier sociedad del mundo, aquellas que sin ninguna aprehensión de lo que significa tener moral persisten en su deplorable comportamiento hacÃa el prójimo, una carencia que no ha evolucionado, más bien ha empeorado.
“Definitivamente como obra musical, Ayolante tiene dos pies: el texto y la música. En la historia de la ópera hay duplas notables, pero sólo hay pocas con esa una vigencia, vitalidad y única en la historia del arte lÃrico, esa es la de Gilbert y Sullivan, dos talentos del teatro londinense que tuvieron una colaboración por largas décadas y propiciaron la creación de 14 tÃtulos”, Ricardo Calderón, Director general del Cenart.
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