Teatro

Antonio Castro reflexiona sobre la corrupción

Por: Claudia Magun — 16 de enero, 2007

Los jugadores con musica Eduardo Gamboa Nombre recurrente en la escena teatral de México, Antonio Castro es un joven director que cuenta con un importante número de montajes en su haber, como Yamaha 300, Las obras completas de William Shakespeare, abreviadas; 1822, el año que fuimos Impero; El Capote; El Método Grönholm y Los jugadores, quizá una de las mejores obras -aun cuando se trató de un montaje sencillo y de poco presupuesto- que durante 2006 presentó Teatro UNAM, en la explanada del Centro Cultural Universitario, además de diversos puntos de la Ciudad de México.

Egresado del Hamilton College, en Nueva York, con la especialización en dirección escénica, Castro posee el toque necesario para hacer de una puesta un éxito para el público y la crítica. Castro se acomoda lo mismo con las grandes producciones que con proyectos más modestos en cuestión monetaria, pero que obtienen de él la misma entrega y compromiso.

Los jugadores iniciativa universitaria Así lo demostró en Los jugadores, puesta que reestrenará en este 2007, con el mismo elenco conformado por Micaela Gramajo, Javier Oliván, Patricia Madrid, Edurne Ferrer, Juan Carlos Cuéllar, Raúl Morquecho y Daniela Arroio, integrante de la Compañía Carro de Comedias. Se trata de una obra con un toque contemporáneo que Castro reubicó con una estética de finales de los cincuenta y principios de los sesenta, con un formato un poco decadente que tienen esos lugares abandonados que se rehúsan a cambiar.

Con una escenografía contundente -que da cada objeto puesto en el lugar correcto-, diseño de Ingrid Sac, la obra se desarrolla en una alcoba de un hotel y en el bar.

Ambientación acentuada con la música que compuso para esta puesta en escena Eduardo Gamboa, una obra orquestal con un espíritu de finales de los cincuenta y principios de los sesentas, con ritmos de esa época, como cha cha cha, bosanova, mambo, swim y conga. Música en vivo, ejecutada por los mismos integrantes de la Compañía.

Los jugadores forma parte de una iniciativa universitaria que busca llevar el teatro a otros espacios, propiciando un dialogo entre esta disciplina y el público en un escenario rodante que retoma la tradición del teatro en sus orígenes.

En charla con Interescena, Antonio Castro habló del proceso que implicó realizar esta producción.

Los jugadores regresa en 2007 “Este proyecto es como un recordatorio de que nosotros no podemos quedarnos en el teatro esperando al público, sino que tenemos que hacer un teatro que salga a buscar a éste. El público es una criatura impredecible, que uno nunca sabe que va a hacer, pero siempre reacciona y reacciona con mucha precisión a cosas insospechadas. Como el Carro va a tantos lugares distintos, de alguna manera cada representación es una aventura completamente diferente.

Los jugadores representa la esencia del juego teatral, a mí me interesaba que hubiera un acento chusco porque toda la obra es un engaño. Las mujeres caracterizan a un gordo, viejo y pícaro; otra a un golpeador, a un hombre muy violento; la mayor, representa a un niño. Además, toda la utilería son objetos bidimensionales, todo esto potencializa ésta teatralidad.

Los jugadores de Nicolas Gogol Todo esto es lo fantástico del Carro, porque como todo está al descubierto, la ilusión se vuelve completamente vidente, en cierto sentido es más lúdico porque es muy clara la provocación imaginativa para el público. Todos sabemos que se trata de unos pedazos de madera pero todos jugamos a que son unas copas, una botella, un elevador… y la esencia del teatro es eso. La verdadera obra de teatro ocurre en la mente del espectador siempre. Y el Carro tiene esa gran nobleza.

Siento que hay que aprender de eso porque el espíritu del teatro siempre ha sido itinerante y de alguna manera padeciendo este centralismo despiadado y esta cosa de que todo está aquí, tenemos que aprender a viajar más con nuestro teatro, no sólo a nivel nacional sino a nivel internacional”. Antonio Castro.

Antonio Castro dirige Los jugadores Tomando como punto de partida el acto de la corrupción como reflejo de la degradación humana, hoy inherente a la condición del hombre, Nicolas Gogol plasmó en Los jugadores la Rusia del siglo XIX con sátiras que acentuaban los aspectos negativos de la sociedad zarista, tan semejante a nuestra realidad del México del siglo XXI.

Con una capacidad para entender los prejuicios, los vicios y la necesidad del dominio del hombre de su tiempo, Castro reflexiona sobre como abordó esta temática tan actual de nuestros tiempos.

“Desde el año pasado, que hice El capote, me impresionó lo bien que se leía la obra de Gogol desde la óptica del México contemporáneo.

Los jugadores, reflejo de la sociedad de nuestro tiempo Me hacía pensar en esta sociedad, socialmente fracturada, corruptísima, organizada toda alrededor de este centralismo gubernamental, colapsado y patético, todas esas cosas que son parte del mundo de Gogol se leen con una claridad sorprendente hoy, lo cual no nos deja muy bien parados. Por lo menos, Gogol nos da este espejo para ver lo retorcidos que somos.

Lo que me gusta mucho de Los jugadores es que se trata de una exploración divertida de esos mecanismos que no forzosamente van dirigidos a la clase política. Es como una introspección del gran amor que le tenemos a la corrupción y ese desdén a la aplicación de la ley. La corrupción es nuestro hábitat natural, es lo que despierta una risa, es coctelera, es sensual, toda la obra es un juego alrededor de esto. Los jugadores permite explorar como la corrupción tiene todo ese ámbito sensual, voluptuoso, que siento que es muy nuestro… La tesis de Los jugadores es preguntarte por qué te gusta tanto ser tan corrupto”. Antonio Castro.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.