Teatro

Algo de un tal Shakespeare, una forma diferente de ver el teatro isabelino

Por: @Sujey Rodriguez — 13 de abril, 2015

Adrian Vazquez lleva a escena  Algo de un tal Shakespeare. Sala Xavier Villaurrutia, abril 2015 Que gran frase, aquella que me dijo un amigo: “A Shakespeare no hay que leerlo, hay que verlo”. Y entiendo perfecto a qué se refirió con esto. Ver en el teatro las obras de Shakespeare es un placer, pero experimentarlo de una forma divertida, única, cercana y breve es para aplaudirse de pie. Y Adrián Vázquez supo muy bien como conjuntar un Romeo y Julieta, un Macbeth y un Titus Andronicus en una sola historia.

Adrián tuvo una clara idea de cómo reescribir y sintetizar estos clásicos shakesperianos en su versión de un Algo de un tal Shakespeare, una obra muy particular que desde el año pasado ha cautivado al público asistente a la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque, donde actualmente se presenta los lunes (hasta el 4 de mayo) esta producción que invita a divertirse –mucho– con los textos isabelinos.

Una dirección certera que me arrancó sorpresa y admiración por el trabajo que se ve sobre el escenario y por las reacciones que expresa el público asistente. Si bien la obra fue pensada para teatro escolar, es cierto que los adultos pasamos 80 minutos disfrutando la genialidad al ver a una Julieta interpretada por una cebollita de cambray que llora amargas gotas de limón, a un romántico y enamorado Romeo convertido en betabel y por que no descubrir las locas venganzas de Titus Andronicus y Tamora, reina de los godos, al muy personal estilo de un tal Shakespeare.

Adrian Vazquez lleva a escena  Algo de un tal Shakespeare. Sala Xavier Villaurrutia, abril 2015 Como actor, Adrián comparte el escenario con Sara Pinet, pero también dirige estas atrevidas e hilarantes escenas que se transforman tan cercanas a la actualidad que estos tres grandes clásicos se pueden apreciar casi como si se tratará de un comic en vivo.

Para dar vida a las desventuras de las familias Capuleto y Montesco, Adrián se vale de una mesa de cocina, cuchillos, tenedores, palillos y una gran variedad de verduras y frutas. Mientras que a Bembolio lo representa un chayote hippie que canta canciones de los Beatles, también aparece el agresivo Tibaldo personalizado por un chayote muy verde con enormes espinas, muy ad hoc para describir la naturaleza violenta del personaje.

Así, la aguda pluma de Vázquez, describe los conflictos humanos, como en Romeo y Julieta, donde además de adentrar a los jóvenes de una una forma muy ingeniosa a esta historia de amor, describe perfectamente la discordia, como los encuentros donde se escudan y matan con espadas, pero lo hace sin sangre, aquí es con agua y verduras, aquí la tragedia se diluye y la imaginación nos lleva por la historia isabelina.

Adrian Vazquez lleva a escena  Algo de un tal Shakespeare. Sala Xavier Villaurrutia, abril 2015 Al ver esto, uno entiende el porqué del vestuario empleado por los actores: short, playera de tirantes, coderas, rodilleras, casco de ciclismo, o porqué van con un cinturón de piel donde llevan toda clase de herramientas, cuchillos y demás material de cocina… En verdad, es de aplaudir la capacidad creativa para pensar en cada detalle de la narrativa escénica y como presentarla.

Además, el lenguaje empleado, que deambula entre el original del texto y los agudos y certeros enunciados coloquiales –que nos remiten a momentos actuales– logran el ritmo perfecto para que el espectador no se desvié o se aburra. La risa es franca, entregada y agradecida, sin duda este texto nos acerca a Shakespeare y al mismo tiempo nos divierte.

Si la cara dura de Adrián quedaba perfecta en Wenses y Lala (otra de sus obras, donde también actúa, dirige y es imperdible), en ciertos momentos de Algo de un tal Shakespeare, al contrario del personaje de Sara Pinet que se comporta más atrevida en su actuación –gestos, risa y hasta coquetería–, se le viene lo serio, a lo mejor para no parecer informal, que será, quien sabe, sólo el director sabe lo que hizo, al final, logra el perfecto balance entre los personajes y situaciones que se representan.

La sinergia que hay entre ellos, aunado al texto y la dirección vuelven la obra un punto de referencia de aquello a lo que puede llegar el teatro, aun cuando se trate del texto más clásico puede atraer perfectamente a los jóvenes y a los adultos por igual. A su servidora no le queda más que recomendarla ampliamente y decir ¡Gracias Adrián por tu genialidad sobre las tablas, gracias por acercarnos a William Shakespeare!

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.