Teatro

Alberto Castillo intertextualiza con las memorias de Herculine Barbin

Por: Enrique R. Mirabal — 1 de marzo, 2012

Alberto Castillo Pérez presenta Toda un hombre, con la dirección de Gabriela Flores Torres, en el Teatro El Milagro, marzo 2012 Toda un hombre en el Teatro El Milagro

No importa bajo qué signo se nazca, todos estamos regidos y determinados por el sexo aunque, a partir de los años 50 del pasado siglo, sí hay manera de cambiarlo. El pionero/a, un norteamericano de apellido Jorgensen que, después de ser operado en Dinamarca, transformó su nombre masculino de George por Christine y apareció en todos los encabezados de la prensa occidental (sería ocioso hurgar en la prensa amarilla de la República Popular China o en improbables homoerotecas de la URSS o Arabia Saudita).

Más curioso aún es corroborar que, en diversas culturas y varios siglos atrás, los roles sexuales no estaban tan delimitados como en la tradición judeocristiana o musulmana que padecemos al día de hoy. En India, país de castratos involuntarios, la Grecia clásica de donde proviene el término hermafroditismo por superposición de los nombres de dos deidades o la decadente pero muy gozosa Roma, el sexo ha demostrado no tener como única función la de multiplicarnos.

La uniformidad impuesta ha encontrado, a través de los siglos, a transgresores notables y a inmolados a pesar suyo, entre estos, Herculine Barbin, un intersexual (no me convence la denominación de origen mas la reproduzco) francés del siglo XIX.

Desde antes de Herculine y, hasta la fecha, muchos casos han salido a la luz pública, algunos de simple cambio de identidad en función de la sobrevivencia; otros, marcados por el hermafroditismo.

Alberto Castillo Pérez presenta Toda un hombre, con la dirección de Gabriela Flores Torres, en el Teatro El Milagro, marzo 2012 En Francia, el Chevalier d’Éon, también conocido como Mademoiselle Beaumont (Tonnerre, 1728- Londres, 1810), bautizado con tres nombres masculinos y tres femeninos ante la sorpresa de los padres y médicos al descubrir la existencia de genitales de uno y otro sexo, tuvo una existencia más plena al encontrar un filón en el servicio diplomático (léase espionaje) con la posibilidad de transformarse en caballero o dama según sus necesidades.

La existencia de Herculine Barbin fue mucho más triste, sin el glamour de las cortes europeas, primero confinada a la vida monacal y después al servicio doméstico.

Herculine, cuyo nombre remite también a los griegos y contrasta con la apariencia de indefensión del personaje, vivió apenas treinta años (1838-1868), de los cuales apenas unas horas fueron de dicha y de cuestionable satisfacción sexual, ensombrecida por la culpa. Un trágico final en la vida real, poetizado en la puesta por la directora Gabriela Flores Torres a manera de unidad y lucha de contrarios, es el cierre de una vida atormentada por la duda, la culpa y el dolor físico que su subdesarrollo genital le acarreaba.

Alberto Castillo Pérez presenta Toda un hombre, con la dirección de Gabriela Flores Torres, en el Teatro El Milagro, marzo 2012 Al igual que Foucualt en su momento, el dramaturgo mexicano (y también productor) Alberto Castillo Pérez se sintió fascinado por el individuo y, a manera de homenaje/exorcismo, lo convierte, en su obra Toda un hombre, en un personaje que arrastra la carga milenaria de incomprensión, rechazo, ostracismo y expiación.

Su Herculine, además de contar su historia, hace un viaje introspectivo, no exento de ingenuidad, hasta enfrentar la realidad y topar con su cul de sac. En este punto, reconocemos algunas constantes en la dramaturgia de Castillo: personajes complejos al límite, opresión social, conflictos de identidad (otredad le encanta decir a algunos) y una muy sólida estructura narrativa de la que parte para poetizar e ironizar con espontánea propiedad. Tres actores son suficientes para ilustrar la vida de Herculine, con un mínimo de recursos escénicos y con una acertadísima y envolvente música original de Rodrigo Flores Sánchez.

Alberto Castillo Pérez presenta Toda un hombre, con la dirección de Gabriela Flores Torres, en el Teatro El Milagro, marzo 2012 Los actores: Gisel Casas Almaraz, un descubrimiento de autor-dirección y un ejemplo de atinado casting, así como la experimentada y dúctil Pilar Cerecedo, encantadora como musette o como potencial paciente de Freud más un Xavier Rosales, entre científico positivista y Padre Maciel light, redondean una puesta ágil, en la que el tiempo transcurre entre sorpresas y desasosiegos, buscando no la compasión sino la reacción y concientización de posibles historias reales, sin hermafroditismo interpuesto pero sí con discriminación e intolerancia evidentes. De nuevo, en primer plano, la ignorancia y el fanatismo como fuente de todos los males posibles.

LAB-Artes Escénicas presenta Toda un hombre –se puede ver de lunes a miércoles, en el Teatro El Milagro, Milán 24, colonia Juárez. Las funciones se prolongarán hasta el 28 de marzo–, una obra que aborda el tema de género, mostrando cómo la identidad sexual no es un asunto sólo genital sino también social y cultural.

“Toda un hombre, cuestiona lo que es ser hombre y mujer en una sociedad de principios del siglo XX, la pregunta que proponemos es ¿esta visión ha cambiado después de cien años? A partir de esto abordamos el tema de la sexualidad, la pasión y la sensualidad derivado de lo que la sociedad considera ser un hombre o una mujer”, Gabriela Flores Torres.

3 respuestas a “Alberto Castillo intertextualiza con las memorias de Herculine Barbin”

  1. Raquel Victoria dice:

    La nota esta muy bien escrita tanto que parece que no es la obra que vi 🙁 lejos de lo bonito que dicen las palabras la obra para mi se quedo en promesa, la gacela ductil y experimentada nunca la vi, sólo percibí tres actores huerfanos, perdidos sin saber que hacer en un inmenso oasis sin pies ni cabeza, en una dramaturgia repleta de errores de continuidad, elaboracion, sintonía y sin experiencia. Una historia laaaaarga, de enormes pausas que se vuelven botezos infinitos, dos actrices que dan lastima porque no comprenden su personaje y un actor que provoca risas en momentos clave, una direcion que amateur. Que lastima, ya tienen lo más dificil de conseguir: el espacio, tienen un tema interesante y todo se va por la borda, tenian todas las armas para hacer una gran batalla y la perdieron, ni modo, ajusten, corrijan y vuelvan a plantear. La critica constructiva y objetiva es la que nos hace crecer y adquirir experiencia, no las adulaciones que mas que ayudarles les hacen daño, la obra es muy mala, corríjanla. Saludos!

  2. Martina Núñez dice:

    Vaya que cada cual ve la obra que quiere! Difiero del comentario anterior porque yo lo que vi fue justamente una historia bien contda, que ahonda en el sentir de los personajes y se nota bien dirigida y tabajada. Yo hablo como pùblico, como alguien que va al teatro a ver una obra que entretenga y deje algo bueno. Si tenìan espacio o no o si es dificil es algo que a mi como persona que va al teatro me tiene sin cuidado. El humor lo agradezco. si slgo me parece que està bien son los actores. Que una critia como esta “bien intencionada” no mantenga a la gentelejos del teatro, por favor.Cada quien merece hacersesu propio criterio.

  3. Omar dice:

    Saludos interescena, felicidades por este portal donde nos enteramos de que nuevas propuestas hay en el teatro, yo quisiera comentar que si vi la obra, casi nunca tengo oportunidad de ir al teatro milagro porque me queda muy lejos, los teatros de la unam me quedan muy cerca y procuro ir, a mi no me gusto la obra y algo que vi no se si el teatro esta a medio construir o asi es la idea pues nos metieron por unas ecaleras con pavimento que es muy dificil accesar si eres una persona con discapacidad o adulto mayor creo que también deben de pensar en accesos y salidas con facilidades.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.