
Por: MarÃa Teresa Adalid — 2 de marzo, 2008
Varios asesinatos han ocurrido en misteriosas circunstancias, la clave es la reinterpretación de la escena del crimen para cumplir con el mero trámite burocrático de la policÃa en Moscú.
El joven Valya, un treintañero que abandona la universidad resulta ser pieza clave en el esclarecimiento de este embrollo al prestar su cuerpo para volver a transitar la frontera entre la vida y muerte al ser el intérprete de los acaecidos.
La reconstrucción comienza hurgando pistas y convocando a todos los implicados en el caso. El equipo pericial es comandado por el inculto y corrupto inspector Korsov, el sargento Seva, un joven con un vago deseo de superación y Lyuda, una sexy camarógrafa encargada de capturar en video las reconstrucciones y que además vive momentos de alta cachonderÃa con el mañoso inspector, casado, por supuesto…
La atmósfera circundada por el aroma a vodka nos retrata el clima de poco compromiso, apatÃa, y el nulo esfuerzo por cambiar o alterar el orden de las cosas, signo que se ha atribuido, sobre todo a una generación nacida en los años setentas, por lo tanto el contexto deja de ser demográfico para entrar en el concepto cultural y en la universalidad de las circunstancias.
Este patético panorama es retratado con hilaridad y absurdo partiendo siempre de la intimidad de la vida familiar de Valya con su padre y madre como preámbulo para introducir la narración de la secuencia de hechos.
Un baño, (donde se reflexiona entre el aroma del orÃn) es el lugar donde se descuartizó a una vÃctima en pedacitos; una piscina pública se refiere al caso de Sakirov y un restaurante japonés son los lugares en los que el público se involucra como cómplice por la voz ejecutora, la que relata los eventos y que se apoya con la ficción lograda por Valya. Todos interpretan a la vÃctima.
El joven Valya come con palillos chinos en su casa para no lavar los platos, está acostumbrado a siempre zafarse de una situación al ejecutar otra cosa en su lugar, ése es su lema ante la vida.
A partir de esa atmósfera de pasión por lo japonés, una mesera rusa persigue a toda costa las costumbres asiáticas con tal de atraer nuevos clientes a su restaurante, por lo que se viste de geisha, pintarrajea la cara pálida y aprende una mona coreografÃa con movimientos calculados, robóticos, y voz chillona entonando una pegajosa melodÃa que los presentes terminamos tarareando.
El restaurante sirve más de 15 diferentes platillos de pescado crudo y fatalmente uno de estos termina siendo venenoso, cocinado irresponsablemente por un chef borracho en tanto el gerente se encontraba escribiendo.
En el mismo lugar un cliente de nombre Verkusky “le reventó un par de balas†a su amigo y compañero de escuela de apodo “caballo†cuya última palabra: ‘Alami’…es el verdadero dolor de cabeza de los investigadores que no cesarán hasta descifrar esta incógnita.
Los personajes de Interpretando a la vÃctima, nueva producción de Ana Graham, parecen dibujados a la medida de cada uno de los intérpretes, los cuales doblan papeles apoyados por los detalles del vestuario que lo integran desde los clásicos abrigos rusos hasta trajes de baño negros con gorro y chanclas. Las actitudes y ademanes enriquecen a esta propuesta.
La escenografÃa, de Auda Caraza y Atenea Chávez, tan simple como funcional consta de dos grandes compartimientos con amplias dimensiones de espacio y de construcción sencilla con puras lÃneas rectas.
En cuanto a detalles del diseño lo integran puertas tipo armario rectangulares en la que uno de los compartimentos destaca en el costado con dos opciones de puertas de forma cuadrangular, lo que funciona como un juego al abrir y cerrar las portezuelas cuya diversas atmósferas se alojan en su interior. Asimismo, mesas y sillas plegadizas funcionan para el ambiente del restaurante y no estorban las diversas escenas.
La temática transita en la corrupción, burocracia, falta de sueños, mediocridad, pobreza, desencanto, odio racial, temor al terrorismo, crÃtica al sistema de transporte público, a los abogados corruptos, y hasta los futbolistas son puestos en evidencia en esta divertida y crÃtica puesta en escena contemporánea de los hermanos Oleg y Vladimir Presnyakov.
Interpretando a la vÃctima bajo la dirección de MartÃn Acosta cuenta con las actuaciones de los amigos y colegas como Enrique Singer, Ana Graham, Antonio Vega, Héctor Holten, MariCarmen Núñez y Roldán RamÃrez. Se presenta hasta el 27 de abril en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico.
Interpretando a la vÃctima, una divertida atmósfera, ambientada por el diseño sonoro de JoaquÃn López Chas, de tan cercana a nuestra cotidiana realidad en donde el público no presenciará ningún asesinato, pero llegará justo a tiempo para la reconstrucción de los hechos.
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Está muy buena la obra, muy divertida, acudan a verla no se van a arrepentir.
Estupenda la interpretación de cada uno de los actores, en especialdel joven antonio vega, que se crece en su papel de Valya?. Todos muy buenos .