
Por: Susana Fernández — 17 de noviembre, 2007
La violencia como acto cotidiano que ocupa desde los titulares de los periódicos hasta los hechos más Ãntimos se extiende cada vez con mayor rapidez en el mundo. A pesar de su dureza –o quizás gracias a ésta–, la agresión, ha perdido su efecto de sorpresa y dÃa a dÃa la tragedia, desde la devastación de la guerra hasta la intimidad del hogar, se asume como un hecho más.
En este sentido, el horror que trae consigo la guerra se ha vuelto noticia común, las cifras causadas por los actos de violencia no conmueven, con naturalidad se tornan datos por todos conocidos y por lo mismo lejanos, por ende existe cierta distancia cuando este planteamiento es mostrado al público.
Es asà que en este clima inalterable, el director Isaac Slomianski lleva a escena el monólogo Mohammed y yo, historia donde el protagonista, un judÃo inglés que vive en Israel llega 35 dÃas tarde a una importante entrevista de trabajo. En su intento por justificarse, explica que al dirigirse rumbo a la cita fue testigo de un evento que le marcó su vida para siempre: un atentado terrorista.
Mohammed y yo, que se presenta los lunes de noviembre en el Teatro Ofelia (Thiers No. 287, esquina Ejército Nacional), es una obra donde el protagonista es un anti-héroe, un hombre que a los 40 años está buscando trabajo, mal contador de chistes, incomprendido, de anteojos de fondo de botella y un aspecto casi insignificante que busca conmover al público sobre un hecho cotidiano en un paÃs en guerra. El reto no es sencillo, sin embargo es enfrentado con entereza por el actor Miguel Sacal y el director Isaac Slomianski.
El candidato, intentando congraciarse con el comité de selección –el público– busca por todos los medios el lado cómico del asunto y reta al público a responder. Sobre esta producción y el desafÃo que significa plantear en el teatro mexicano esa lucha permanente que se vive en Israel, Slomianski platicó con Interescena.
“El reto principal era cómo lograr que el público en general se conecte con una trama que implica diferencia de credos y problemática social aunado a los 30 mil kilómetros de distancia en que se encuentra el personaje. Por el otro lado, no es una situación anónima que llega a un vacÃo cognitivo. Casi todos los dÃas se publica en los periódicos una nota sobre el Medio Oriente y en base a esas notas los lectores se forman juicios de valor, los cuales al no ser confrontados con las complejidades de la realidad degeneran en prejuicios. La trama de esta obra presenta una realidad cruda, sin filiación ideológica alguna. Es lo que es, y no otra cosa. Habrá quien al verla le provoque e irrite, ya que no encaja con su visión simplista y melodramática de que el villano siempre es villano y la vÃctima es vÃctima, y en esta posición hay gente en ambos bandosâ€.
¿Qué dificultades le representó hacer esta adaptación?
“La adaptación realizada no fue precisamente naturalizar la trama a México o a nuestra época sino más bien fue cambiar elementos dramaturgicos que podÃan alejar al público de la situación teatral. El corazón de esta obra es brillante. Es el cuarto monologo que dirijo y gracias al texto logré encontrar un lenguaje teatral que habÃa buscado sin éxito. En los monólogos anteriores los personajes nunca se desdoblaban y la acción era sólo psicológica. En “Mohammed y yoâ€, Miguel Sacal caracteriza unos ocho personajes, crea escenas donde hay hasta 50 personas y nos transporta a varios “mundosâ€: un pueblo en Cisjordania, una estación de autobuses en una ciudad israelÃ, etcétera. Miguel hace estas maravillas con solo una mochila y unos seis objetos. Todo esto lo cumple manteniendo el suspenso de la trama y provocando una empatÃa muy intensa con el personaje. Es importante mencionar, que la obra es un monólogo y por ende, es una visión subjetiva de la realidadâ€.
Mohammed y yo se presentó por primera vez bajo el tÃtulo “About the Oranges†y desde 2004 ha recorrido distintos escenarios internacionales de Londres, Edimburgo, Nueva York, Vancouver, Boston y otras ciudades de los Estados Unidos y Australia. Su autor, el inglés Robbie Gringas es un dramaturgo de amplia trayectoria internacional y entre sus varias obras se pueden mencionar: Por eso aún estoy acá, El regalo y Shabes.
Finalmente, Isaac Slomianski quien ha llevado al teatro varias historias de gran peso dramático, como El diario de Ana Frank, La sirvienta de Karl Marx, Tierra Yerma (Festival Israel), Noche con Edgar Allan Poe y El Evangelio según Caifás, entre otras, habló sobre lo que representa exponer ante el público el texto de Gringas:
“Una de las cuestiones más interesantes del teatro es investigar el comportamiento del público. Ellos nos vienen a ver y nosotros, autor, director y actores, aparentamos ignorancia de esto –no sabemos que nos ven, pero simultáneamente nosotros observamos como nos ve el público–, estudiamos cada una de sus reacciones, risas, miedos, y bueno, es cierto, sus bostezos. Ya hemos oÃdo muchos comentarios sobre esta Mohammed y yo y hay uno que me inquieta y quisiera compartir con tus lectores. Esta obra es un monólogo y por ende, es una visión subjetiva de la realidad. A lo largo de la historia se hace hincapié en que hay otras versiones de la realidad, pero una parte del publico se aferra al punto de vista del personaje, a pesar que uno le dice, casi a gritos: Escucha, los juicios de valor del personaje están equivocados. No se por que. Tal vez se debe al grado de empatÃa que provoca el personaje y la situación en que se encuentra que a lo mejor la única manera de ver las cosas es como las ve el personajeâ€.
Un listado de enlaces a centros culturales, música, teatro, danza, infantiles, festivales y medios y más.