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Por: Roberto Sosa — 9 de junio, 2012
“Quisimos celebrar los 50 años con un proyecto muy arriesgado y novedoso“, Mario Espinoza.
Los habitantes de la Hélade (los dioses griegos) buscan emociones distintas, la guerra en el Peloponeso, ya les aburrió (ya los tiene hasta la madre, como dicen los del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad) y deciden buscar un sitio para “distraerseâ€. En el universo de los todopoderosos, el tiempo no existe y transitan en él como se circula por el periférico en un domingo o dÃa festivo… y deciden ir a Brasil, durante el Mundial de Fútbol, el lugar del famoso Maracanazo, el año,1950.
Dionisio –el dios griego, no el esposo de mi prima Lupe- decide que Brasil se alce con la victoria en la final del fútbol, disciplina que para los brasileños es como una religión, pueden perder a la esposa, a su madre, pero nunca perder en fútbol. Sin embargo los planes de Dionisio no llegan a buen término, ya que dos mujeres (no podÃan faltar las féminas para estropear un plan masculino), las diosas Artemisa y Afrodita, deciden lo contrario.
Como sucede casi siempre, las mujeres se salen con la suya (me refiero a su voluntad), Artemisa (Señora de los animales, no los que juegan al fútbol) y Afrodita (Diosa del amor, la lujuria, la belleza, el sexo y la reproducción… todos queremos a Afrodita) se coluden para arruinar los planes dionisÃacos, y para desgracia de los cariocas, Uruguay les gana el partido final por el Campeonato Mundial de Fútbol.
¿Quién fue el culpable de la tragedia? ¿Las diosas griegas? ¿Dionisio, por estar pensando en cogerse a una ninfa que le enviaron para distraerlo? ¡No!, el culpable es el portero de la selección brasileña, Moacir Barbosa, el primer portero negro que jugó para Brasil (como si allá no fueran en su mayorÃa negros), por permitir el gol que le dio el triunfo a los uruguayos.
“La pena más alta en mi paÃs por cometer un crimen es de treinta años, y hace cuarenta y tres que yo pago por un delito que no cometÆdijo el portero en 1993. Otros comentarios que aparecieron señalaban: “La culpa no fue de Barbosa, a esa pelota la hizo entrar el demonio†(más bien las diablas), “La noche anterior, nadie podÃa dormir; y la mañana siguiente, nadie querÃa despertar†–por la cruda, seguramente-. Pero en aquel momento nadie cuestionó al gobierno brasileño por recibir algunos prófugos nazis. Quizá no los notaron.
Todo esto y más sucede en Maracanazo, obra con la que se gradúa la generación 2008-2012 del CUT (Centro Universitario de Teatro), que celebra sus primeros 50 años de incidir en la vida actoral del paÃs. Un proyecto realizado en colaboración con la Dirección de Teatro de la UNAM y el Festival de México, y llevada por la visión escénica de Mario Espinosa, director del Centro.
Una historia bizarra, con música de Gabriela Ortiz –egresada de la Nacional de Música–, escrita especialmente para la ocasión por Ernesto Anaya, quien imagina una especie de samba-tragedia musical en tres actos que combina elementos de la mitologÃa griega y la famosa tragedia del Maracaná, en Brasil.
Desde el Monte Olimpo, los dioses griegos son exiliados de Europa por las guerras mundiales y se van a Brasil. AhÃ, mientras unos quieren adaptarse al nuevo mundo, otros buscan hacer una nueva Grecia y, en la soberbia lucha de poder que sostienen, al querer vengarse unos de los otros, logran que un ser humano inocente sea sacrificado.
“PodrÃamos decir que un gol es una tonterÃa: es un juego, un deporte, y que haya o no un gol no debe hacer grandes cambios. Sin embargo, un gol llevó a la infelicidad a una persona y todos sus seres queridos. Es una especie de muerte en vida. De eso trata la obra. Es una tragicomedia. Le llamamos nosotros sambatragediaâ€, Mario Espinosa.
Maracanazo es un hÃbrido que apela a los conocimientos del espectador en cuestiones mitológicas y deportivas; que apuesta por la paciencia del público para permanecer tres horas en una butaca mientras transcurre la obra; donde el dramaturgo y director se confabulan sin pensar que el público joven que va al teatro por primera vez, al final de la obra decida no regresar al teatro, y tal vez mejor decida quedarse en casa a ver un partido del Tri.
La pieza tiene varias lecturas, puede ser una sátira, comedia o farsa; se puede disfrutar si después de sortear el tráfico hasta CU, o llegar en el metro o metrobús, se llega con tiempo y de buen humor; o se puede no entender nada de lo que pasa en el escenario y dormirse en una cómoda butaca del Juan Ruiz de Alarcón.
O ser un erudito y conocer a toda la pléyade de deidades helénicas que desfilan en la escena, además tener conocimientos sobre los personajes y eventos del ámbito deportivo en Brasil desde la década de los 40, hasta los 90, si es asÃ, disfrutarla y aplaudir al final.
Lo serio del asunto, es que Maracanazo forma parte de los festejos por los 50 años del Centro Universitario de Teatro (CUT) y cuenta con un reparto de quince actores, diplomados de esta generación, dirigidos Mario Espinosa; además se cuenta con la presencia del Inner Pulse Ansamble, cinco músicos en escena, que aderezan el espectáculo.
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