
Por: Roberto Sosa — 17 de febrero, 2012
“Este poema dramático refiere un hecho histórico la más de las veces ignorado, cuando no oscurecido por la leyenda o el furor de las disputas ideológicas y que sin embargo aparece asombroso y determinante en el proceso de construcción de la identidad de México como naciónâ€, Luis de Tavira.
Un suceso en 1767 nos habla de la expulsión de una congregación religiosa en los territorios conquistados por España en el siglo XVIII. Un acontecimiento que cambió el rumbo de nuestro paÃs; la historia vista en perspectiva, un hecho que dio un giro total a la vida polÃtica y religiosa en la Nueva España. El rey Carlos III de España, expulsa a los Jesuitas de todos sus dominios en 1767. Despojados y humillados parten a un exilio obligatorio a Bolonia, Italia; el Papa Clemente XIII suprime la cofradÃa.
La historia conoce poco el suceso y en laberinto del tiempo, se pierde ésta parte tan importante en el acontecer de nuestro paÃs. Los Jesuitas abandonaron todo y con ellos la posibilidad para la población indÃgena de acceder a la educación, las artes y la ciencia, y má allá de de esto a una mejor forma de vida.
La figura clave en este periodo fue sin duda Francisco Javier Clavijero, historiador, filósofo y pedagogo. En el exilio en Europa, enfrentó a los que pensaban que la tierra en América provocaba que las personas murieran prematuramente, les reveló la ignorancia existente sobre la naturaleza y las culturas americanas.
En trescientos años de Colonia, México vivió al servicio de España en condiciones de esclavitud; las riquezas de la nación, sirvieron para enriquecer al imperio español allende el océano. La población en la Nueva España era considera poco menos que animales, se pensaba que los indÃgenas mexicanos no tenÃan alma y no merecÃan ser tratados como personas.
Mientras en Europa se desarrollaban las humanidades, el arte y la cultura, en México se vivÃa en el sometimiento y la opresión, sin futuro. Fueron tres siglos de atraso, de retroceso, y que ahora en éste siglo XXI, pareciera que nos encontramos en estas condiciones de vida.
En este contexto se regresa, al Teatro Julio Jiménez Rueda (hasta el 26 de febrero), La expulsión, con la producción de Enrique González Torres. Un texto de José Ramón EnrÃquez con la dirección de Luis de Tavira, quien convocó a historiadores, creadores, artistas y promotores culturales, para representar este acontecimiento clave de nuestra historia. La expulsión también ofrecerá funciones en Guadalajara del 15 al 18 de marzo y posteriormente estará en septiembre en las ciudades de Puebla y León. El elenco es conformado por: José Caballero, Miguel Flores, José MarÃa de Tavira, Rodrigo Murray, José Sefami, Antonio Rojas, Raúl Adalid, Eduardo McGregor, Asur Zágada, Rodrigo Corea, Adrián Aguirre, Stefanie Weiss, MarÃa González, Rafael Covarrubias, Ãlvaro Flores, Rubén Cristiany, Alfredo Herrera, Patricia Ortiz y Bárbara Pohlenz.
Hechos reales de nuestra historia poco conocidos y reflexionados en su justa medida. Hechos que trascienden con mucho lo puramente religioso para incidir en el desarrollo y en la polÃtica de nuestro paÃs. Los personajes centrales de la obra son Francisco Xavier Clavijero y Francisco Xavier Alegre, dos personajes que simbolizan un justo homenaje a las aportaciones de esta congregación en la consolidación interna de nuestra sociedad, mismas que se revelaron decisivas a partir del momento en que el paÃs tuvo que enfrentar un destino independiente.
“No podemos evitar ciertas preguntas ineludibles: ¿por qué la monarquÃa española expulsó a los jesuitas? Si bien la obra da pistas, el propósito no es abordar todos los antecedentes geopolÃticos de unos sucesos de tanta trascendencia para nuestro paÃsâ€, Enrique González Torres.
Que decir de la obra, es un gran montaje, de gran formato y con todos los elementos con componen el quehacer teatral. Ver una trabajo escénico de Luis de Tavira, es ver teatro en toda la extensión de la palabra, en toda su expresión y en toda su dimensión. La escenografÃa (Jesús Hernández) fue diseñada para recrear 13 escenas distintas, recreaciones diversas que hablan de lugares en México, España e Italia. Como un enorme gabinete por donde aparecen módulos y un plafón que baja al nivel del escenario, en una fusión entre lo contemporáneo y lo barroco.
El vestuario de Estela Fagoaga, “tiene los elementos fundamentales de la época –explica-, basa su estética en sellos o fragmentos de condecoraciones, adornos y sÃmbolos de dimensiones exageradas, elaborados mediante manchas de pintura, con la idea de llevar a escena, una plástica distinta, sà con referencias del perÃodo, pero fuera del realismo para poder establecer un buen juego visual con la escenografÃaâ€. Y es cierto, el vestuario tiene un gran impacto visual; los hábitos y las sotanas tiene el diseño original, pero los tonos y colores en las texturas, pareciera que fueron pintadas a mano por un artista.
La expulsión, es una puesta en escena inevitable, que hay que ver, por el texto, la dirección, la producción, las actuaciones, etc., todo está en orden, todo se mueve con exactitud. Es obligatoria –asà lo creo- para quien gusta del buen teatro. No se puede decir si es comercial, cultural o como quieran llamarla, es teatro, buen teatro, punto.
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