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José Limón: espíritu de la danza moderna

Por: Susana Fernández — 6 de enero, 2008

José Limón. Fotografía: Jack Mitchell Hablar de José Limón (1908-1972) es reconocer un antes y después en la danza moderna, figura de una generación de bailarines que revolucionaron la disciplina de su época, como Doris Humphrey, Martha Graham, Charles Weidman y Jana Holtz, este atípico artista trascendió por generar una técnica dotada de humanismo e identidad.

Su incursión en la danza inició a los 20 años, después de ver la actuación de Harald Kreutzberg e Ivonne Georgi, animado por esta pasión recién descubierta se inscribió en el estudio Humphrey-Weidman, donde después de un año obtuvo el papel principal en Lysistrata, obra con la cual se presentó en Broadway en 1930, así desde su debut, la presencia de Limón en los escenarios neoyorquinos rompió la escena tradicional de la época.

Nacido en Culiacán, Sinaloa, de madre de ascendencia yaqui y padre galo-español, José poseía una figura de bronce, fuerte y atlética que lo hacía sobresalir por encima del resto de la compañía.

Poco a poco, el bailarín inició una exploración de las barreras del cuerpo y así en 1939, produjo su primera creación: Danzas mexicanas; y en el 46, fundó su propia compañía, con la dirección artística de Doris Humphrey.

José Limón en La pavana del Moro. Fotógrafo: Daniel Lewis En nuestro país, el acercamiento entre José Limón y los artistas de su época se dio gracias a la invitación de Miguel Covarrubias. Este encuentro cambiaría el ejercicio de la danza en México y animaría a una generación en la elaboración de nuevos discursos estéticos.

Para la maestra Elizabeth Cámara, directora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza José Limón, la aportación del maestro Limón posee un gran significado, ya que se trata de una contribución fundamental para la gestación de la danza moderna mexicana.

“Pienso que a nivel corporal, él manejaba un estilo muy particular, de una fuerza expresiva muy contundente. Su influencia a nivel coreográfico y a nivel artístico para los bailarines mexicanos fue trascendental, tanto es así que a la fecha cuando se habla con la gente que vivió esa experiencia con José Limón siguen recordándolo como un momento culminante de la danza en México. Quienes lo vieron, decían que era sufrir una experiencia sensorial.

José Limón, obra: Redes. Fotógrafo: Walter Reuter La gente se sentía tocada por lo que él hacía, no solamente por su interpretación, él utilizaba mucho la expresividad facial y de las manos, además de los principios de caída, suspensión y rebote, los cuales delinearon lo que hoy se conoce como la técnica Humphrey-Limón, un sello distintivo, que tiene que ver con el apego a la tierra pero al mismo tiempo con una gran capacidad de elevación y desprendimiento”, Elizabeth Cámara.

En reconocimiento a esta invaluable aportación, las instituciones de la danza de nuestro país se han unido para rendir homenaje al bailarín, coreógrafo y director en éste el centenario de su nacimiento: el 12 de enero de 2008, con distintas actividades que comprenden, clases magistrales, conferencias y una gran Gala en el Palacio de Bellas Artes con la participación de la Compañía José Limón (EUA), bajo la dirección de Carla Maxwell.

Una noche que evoca el espíritu de José Limón, el cual se mantiene vivo por su elocuencia escénica, su generosidad como maestro y su visión como creador. Fotos cortesía del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza José Limón. Foto 1: José Limón, Jack Mitchell/ Foto 2: José Limón en La pavana del Moro, Daniel Lewis/ Foto 3: Redes, Walter Reuter.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.