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Falla en Bellas Artes

Por: Enrique R. Mirabal — 1 de noviembre, 2005

CÃ�©sar PiÃ�±a dirige a MarÃ�­a Luisa Tamez
Al más enjundioso, trascendente y universal de los compositores españoles, Manuel de Falla (1876-1946), andaluz para una mejor definición, la Ópera de Bellas Artes ha decidido rendirle un homenaje y montar las dos únicas obras del género lírico que escribió: La vida breve y El retablo de Maese Pedro (si consideramos que la inconclusa La Atlántida es propiamente un oratorio). Autor de importantes partituras en las que el canto es elemento esencial de la música -Siete canciones populares españolas, los ballets El sombrero de tres picos y El amor brujo-, Falla también incursionó en la zarzuela (Los amores de la Inés) cuando aún no definía su camino y bregaba por el camino de los titubeos folclorizantes. En este número El Registro del Escenario presenta la charla con Cesar Piña, director escénico y responsable de traducir las obras de Falla y hacer de La vida breve un homenaje al maestro Juan Ibáñez.

La vida breve data de los primeros años formales de Falla, compuesta entre 1904 y 1905 y estrenada ocho años después en versión y tierra francesas. El libreto en dos actos y ocho cuadros se debe a Carlos Fernández Shaw, escritor más conocido por sus argumentos para zarzuelas. Los amores atormentados de Salud y Paco enmarcados en colorido set andaluz permiten el despliegue de jugosas melodías y fuertes acordes rítmicos con intermedio flamenco incluido. El papel de Salud precisa de una voz poderosa, ríspida antes que lírica y ha sido cantado por sopranos y mezzos con igual fortuna. En esta ocasión, María Luisa Tamez repite la experiencia de unos años atrás y se hace cargo del desgarrador papel. El resto del elenco incluye a Dante Alcalá, Eloísa Jurado, Martín Luna y a La Morris como bailarina invitada en solo flamenco que bailó la última vez Lucerito Tena en presencia de Juan Carlos y Doña Sofía.

Con este esbozo sobre el nuevo proyecto de la Compañía Nacional de la Ópera que dirige César Piña y anteponiendo que el sustento literario de La vida breve no tiene grandes posibilidades dramáticas, le preguntamos al joven director ¿En que aspecto dará énfasis a su propuesta?

CP: La propuesta de La vida breve es un concepto del maestro Juan Ibáñez, al que se le rinde un homenaje en el quinto aniversario de su fallecimiento. La puesta en escena está totalmente basada en la original de Ibáñez y desarrolla un conflicto amoroso, el de Salud y Paco, paralelo a un conflicto político donde los pobres trabajadores de la fragua son sometidos por los ricos. Esto le dio todo el sustento dramático a esta ópera”.

Por su parte, El retablo de maese Pedro, por su corta duración y carácter lúdico-fantástico abre la función, mas por su fuerza mágica y trascendencia artística debería guardarse para el final como postrer sabor de boca que todos lleváramos a casa. Y no es para menos: la fuente literaria, los capítulos XXV a XXVII de la segunda parte de Don Quijote en libreto elaborado por el mismísimo Falla; una instrumentación que no rebasa los veinte ejecutantes, incluido el clavicémbalo y una partitura que recrea el barroco español con exquisita austeridad más afín a los campos de Castilla que a la cálida Andalucía. Estamos ante una de las obras maestras del siglo XX, un divertimento escénico con títeres y marionetas a escala humana como espectadores (así está señalado en el original) que en su aparente sencillez encierra refinados recursos armónicos y melódicos como pocas veces se da en la ópera.

Es así que teniendo presente que originalmente El Retablo del Maese Pedro fue creado para hacerse con títeres, preguntamos a Piña: ¿Si conservará en esta producción el espíritu lúdico original de la obra de Falla?

Maria Antonieta La Morris CP: Con respecto al Retablo… está conservado todo el tono lúdico, por que en el concepto que he desarrollado está toda la atmósfera fantástica que tiene una representación de marionetas. Es el teatro dentro del teatro y en este caso es la novela dentro del teatro y el teatro dentro de la ópera y además el teatro de títeres dentro de la ópera… es una cadena de situaciones fantásticas sustentadas por la obra de Cervantes y en especial este episodio respaldado por una crónica francesa que no deja de ser un romance español delicioso. La puesta en escena está desarrollada por actores-títeres, o actores-muñecos.

En este programa doble de la CNO, la dirección musical está a cargo del español José Luis Castillo, un peculiar director desaprovechado por las instancias culturales y quien quizás pudo haber sido la óptima designación para dirigir la OFUNAM en los momentos en que se barajó su nombre para el cargo.

Sobre esta mancuerna Piña-Castillo, preguntamos: ¿Cómo compagina la visión de la dirección de escena con la del director concertador?

CP: La visión del director de escena de ópera, en mi opinión, está completamente ligada a la música. Si el director de escena no obedece lo que la música quiere decir junto con el texto, está negando la propia naturaleza de la ópera. En mi trabajo para desarrollar un concepto es muy importante respetar este punto.

(Merecidísimo) Homenaje a Falla en el Palacio de Bellas Artes: 13, 15 y 17 de noviembre. La música está garantizada, lo demás está por verse y oírse.

“Poder llevar a cabo un homenaje al maestro Juan Ibáñez con La vida breve, es un honor para mi y todo el equipo que está trabajando en este proyecto. Alguna vez, él me dijo que debería de dirigir El Retablo del Maese Pedro y ahora que se conjunta, con La vida breve y con la música de Manuel de Falla es todavía mas gratificante” César Piña. Fotos Carlos Anadon.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.