
Por: Claudia Magun — 1 de noviembre, 2007
“He caminado de rodillas todos estos dÃas
dormido sobre brasas,
y estoy débil
como un hombre en su primer dÃa de muertoâ€. Jaime Sabines
Los desaparecidos polÃticos, esos sobre los que no hay registro oficial y a los cuales la historia les niega cara, nombre e identidad manteniendo asà un lastimoso silencio, pertenecen a la parte oscura de nuestro pasado, a veces lejano y en ocasiones más cercano de lo que quisiéramos. La historia muda y mutilada asà por los vacÃos de memoria sobre acontecimientos sufre y mantiene en el anonimato a esos seres condenados al olvido.
Es asà que en el ejercicio de mantener los nombres y a los hombres presentes, el maestro Adam Guevara utiliza la tribuna que representa el teatro para traer las voces y posibles pensamientos de los desaparecidos a través de una dolorosa confrontación entre dos presos polÃticos, en su última obra Y Lázaro andó.
Con motivo de este estreno, el cual también dirige, el maestro Guevara charló con Interescena.
¿Cuál es la anécdota de Y Lázaro andó?
Yo partà de un supuesto, de una aventura. Nunca sabemos la verdad de cada cosa, nunca sabremos cuántos muertos hubo en el terremoto, nunca sabremos cuántos muertos realmente hubo en Tlatelolco, nunca sabremos cuántas mujeres asesinadas hay en Juárez. Siempre entre la prensa y el gobierno nos escatiman los datos con frases que ya conocemos, que están por supuesto en la obra: seguridades nacionales, secretos de estado, archivos reservados.
Esto me hizo pensar, que la verdad solamente la tendrÃan los directamente afectados, en este caso los desaparecidos. Yo parto de este riesgo en un lugar de ficción. Puedo hacer hablar a dos personajes y ubicarme en lo que nosotros pensamos de ellos; pero ¿qué pensaran ellos de si mismos?, de ahà partÃ.
Se que es muy arriesgado, por eso aclaro: No pretende ser una obra documental. Es una gran metáfora a partir de la cual, yo supongo una situación de aislamiento, de encierro, de golpes. En cierto momento, los personajes se preguntan: ¿Habrá alguien que todavÃa nos recuerde?
La obra gira en torno a estos dos sobrevivientes dentro de los desaparecidos, en un lugar donde las sillas son testigos de que hubo más gente. Y ellos se preguntan por qué a nosotros no nos mataron.
AsÃ, surgen preguntas sobre más preguntas y dudas sobre más dudas de una realidad que nos lastima todos los dÃas.
En este sentido, ¿la obra es una herramienta para mantener viva la memoria?
Ese serÃa el propósito. Cómo puede una persona de pronto desaparecer, lamentablemente es un fenómeno mundial, sobre eso gira la obra, pero a partir de estos dos micro seres.
No hay grandes discursos polÃticos en la obra, está todo implÃcito porque yo supongo que ya ni siquiera tienen tiempo de eso. Recuerdan, recuerdan golpes, recuerdan cosas que vivieron antes, y hay una pérdida del tiempo, del espacio, en cierto momento se preguntan si están vivos o están muertos, y llegan un momento en que les da lo mismo.
En una obra profundamente social y vigente, como es Y Lázaro andó, desde su visión de dramaturgo y analista de las contradicciones humanas, ¿cuál es la función del teatro?
El teatro es un lugar de reflexión, es el único lugar donde el ser humano se pone enfrente a otro ser humano como a un espejo para revisar su conducta, su relación entre seres humanos, su relación con los dioses, su relación con el cosmos. Un lugar para cuestionarse sobre quiénes somos y qué hacemos.
En ese sentido siempre he dicho: Yo no hago teatro polÃtico, el teatro es polÃtico por si mismo. Y se mantiene vigente como una herramienta de autocrÃtica, de constante reflexión.
Siempre nos estamos reflejando a través del teatro. A veces el teatro es mera diversión, y también nos reflejamos, porque también la diversión forma parte de contextos polÃticos, a veces hace falta divertir a la gente para que olvide sus problemas.
El teatro me da esa oportunidad, en el teatro afortunadamente podemos recrear espacios reales o imaginarios que nos remitan a nuestra realidad, de cosas que nos importen. No sólo contar historias sino plantearnos situaciones a veces inimaginables.
Para mi, el escenario es el gran lugar de la recreación de los sueños, de las preguntas, de estas preguntas que nunca tienen respuesta pero que uno se hace todos los dÃas.
Con las actuaciones de Guillermo Navarro y Baltimore Beltrán; la escenografÃa y vestuario de Anna Irene Meneses y la iluminación de Mario Mendoza, Y Lázaro andó se presenta, todos los lunes en la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque.
Una obra que retrata la demencia producto del aislamiento, que plantea que no todos nuestros recuerdos nos pertenecen… Desgraciadamente para algunos, la vida es todo menos lo que deberÃa ser.
“Y Lázaro andó apuesta mucho a la palabra. ConfÃo en que la gente encuentre algo que llevarse al ver esta obra. Siempre ha sido éste mi cometido, que el teatro nos haga percibir alguna arista de la realidad que estaba oscura, si mÃnimamente no nos transforma entonces no tendrÃa sentido hacerloâ€, Adam Guevara.
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