
Por: Oswaldo Valdovinos — 1 de marzo, 2007
Diga lo que quiera de mà el común de los mortales, pues no ignoro cuán mal hablan de la Estulticia incluso los más estultos, soy, empero, aquélla, y precisamente la única que tiene poder para divertir a los dioses y a los hombres. Erasmo de Rótterdam
El ridÃculo es una de las situaciones que más se busca evitar en la vida diaria por sus efectos catastróficos o divertidos; en el primer caso para quien lo sufre, por supuesto, pero sin duda el segundo es el que da lugar a una mayor riqueza humorÃstica cuando se trata de burlarse de la desgracia del prójimo, pues al fin y al cabo es una de las principales caracterÃsticas del humor.
De ahà que hasta lo más serio sirva como un excelente argumento donde lo absurdo y la chanza sean la urdimbre principal si se sabe llevar de manera adecuada para no caer en situaciones ramplonas y zafias más cercanas al vodevil televisivo que al humor basado en una estructura inteligente, donde los tinglados son el principal detonante para una buena “comedia de enredosâ€.
Un ejemplo claro de esto último es La comedia de las equivocaciones, de William Shakespeare (basada a su vez en los Menoechmi, de Plauto), en la adaptación que Haydeé Boetto, MartÃn Cossa, Ricardo Ezquerra y Alberto Lomnitz hacen al texto original y que le da un cercanÃa a la época actual a partir de incorporar elementos cotidianos que le dan una versatilidad y un ritmo muy particular, elementos como la burocracia irracional, la represión policiaca irrestricta, el resurgimiento de murallas fronterizas entre pueblos y naciones, el albur y el doble sentido, y sobre todo una desfachatez de los personajes muy cercana a lo absurdo.
La historia parte de una situación que evidentemente puede remitir a la guerra frÃa y la Alemania dividida, situación que a todas luces es grave por su condición intolerante y hasta fanática, pero divertida e hilarante si se ve desde la perspectiva shakesperiana.
Después de que casi han pasado dos décadas desde que se levantó un enorme muro que dividió a la ciudad en dos, la parte norte y la parte sur, separando de paso a un matrimonio y sus dos hijos (gemelos idénticos) y sus respectivos sirvientes (también gemelos idénticos), Egeonte, un hombre maduro y respetable mercader del sur, llega a Ciudad del Norte e intenta cruzar la frontera para buscar a uno de sus gemelos, AntÃfolo, quien de niño se encontraba con su madre en este lugar cuando fue levantado el muro que separa a esta población, por lo cual nunca volvió a verlos.
El primer embrollo surge a partir de lo complicado que puede resultar llevar a cabo un simple trámite burocrático, sobre todo cuando el funcionario en cuestión se obstina en seguir al pie de la letra lo que dice el reglamento en vez de usar el sentido común (algo muy poco común, dicho sea de paso), situación que da paso a que el padre termine arrestado y en espera de ser ejecutado por “violar†una ley absurda que lo condena a la pena capital.
A partir de esto los enredos se suceden uno a otro: hijo y sirviente del sur son confundidos con sus gemelos del norte. AsÃ, son llamados a comer a donde no es su casa, reciben afecto y celos de mujeres que afirman ser sus esposas, son saludados afectuosamente por extraños y reciben sin merecerlo un extraño collar de parte de un joyero.
Ante este comportamiento de locos, que confirman las leyendas sureñas respecto a las extravagancias y costumbres del norte, asustados se esconden en una abadÃa, convencidos de que la ciudad está habitada por brujas y demonios.
Por su parte, el hijo del norte y su sirviente pasan el peor dÃa de su vida: no les permiten la entrada a su propia casa, son confundidos y apaleados, y después de varios equÃvocos en los que tienen que ver un joyero, la esposa del amo, su cuñada, los guardias reales, una acusación de robo y un supuesto exorcismo logran escapar y se esconden en la AbadÃa. Al encontrarse en ese lugar, los gemelos son reconocidos por todos, los equÃvocos se aclaran, el padre es perdonado, y resulta ser que abadesa en realidad es la madre de los gemelos separados. AsÃ, la dicha se multiplica al reunirse de nuevo la familia y la obra acaba en gran celebración.
Cabe mencionar que los cambios de vestuario (y de personaje), son solucionados hábilmente gracias al diseño escenográfico de MatÃas Gorlero, quien se vale de tres paneles fijos y uno móvil. En éste, desaparecen y aparecen el gobernador, la abadesa y la esposa de uno de los AntÃfolos, entre tantos otros.
Bajo la dirección de Alberto Lomnitz y con las actuaciones de Carlos Aragón, Fernando Becerril, Haydeé Boetto, Ricardo Ezquerra, Gabriela Murria y Juan Carlos Vives, esta puesta se presenta los miércoles y jueves en el Teatro Helénico.
La comedia de las equivocaciones, la primera producción no improvisada de la Liga Mexicana de Improvisadores promete risa y divertimento.
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