El enfermo imaginario, otorga significado al proyecto universitario

Por: Susana Fernández — 1 de mayo, 2007

Bajo la direccion de Carlos Corona se presenta en la UNAM El enfermo imaginario Qué hace que una producción represente la genialidad del buen teatro, el presupuesto o el talento… El enfermo imaginario es una de esas obras que da gusto ver, un montaje que sin pretenciones pero con gran ingenio invitan al espectador a pasar un buen rato.

El enfermo imaginario exhorta a degustar de un buen texto creado por el inmortal Jean Baptiste Poquelin Molière; a valorar una lograda dirección de Carlos Corona, por ende un buen desarrollo actoral; a recrearse con una ingeniosa escenografía creación de Morgana Ludlow, la cual sirve de apoyo para el adecuado desarrollo de la trama; además de un divertido, armonioso y –muy bien– elaborado vestuario de Jerildy Bosch, complementado por agudas máscaras conceptuadas por Alberto Lomnitz, dos elementos visuales que hacen crecer el desenvolvimiento de los personajes; y por último, apreciar la composición y adaptación musical de Armando López “Chancla”, que acentúa el tono de la comedia, endulzado las escenas de un texto que tilda entre lo bueno y lo malo del comportamiento humano.

Con un elenco artístico integrado por Daniela Arroio, Juan Carlos Cuéllar, Edurne Ferrer, Micaela Gramajo, Patricia Madrid, Raúl Morquecho y Javier Oliván, la producción de esta propuesta está a cargo de la Compañía Carro de Comedias, importante proyecto universitario que por medio de versiones contemporáneas de textos clásicos, recorre escuelas, plazas, festivales, calles y pueblos llevando el teatro universitario a públicos de la más amplia variedad.

Compania Carro de Comedias presenta en la UNAM El enfermo imaginario Surgida -en 1998- como un homenaje a La Barraca de Federico García Lorca, esta compañía de teatro itinerante, que hasta la fecha cuenta con más de 200 mil espectadores, se ha presentado a lo largo de la República Mexicana, desde Tijuana hasta Chiapas, llevando el teatro a los lugares más apartados donde este género, que así nació, llega a un público disímbolo que no por eso insensible al buen teatro. Entre las obras que han montado destacan: El libro del buen amor de Arcipreste de Hita, dirigida por José Ramón Enríquez, El pregonero de Toledo basado en el Lazarillo de Tormes, adaptación de Ilya Cazés, dirigida por José María Mantilla y Los jugadores de Nikolai Gogol, dirigida por Antonio Castro.

Por su parte, Carlos Corona, orgulloso universitario, graduado de Literatura Dramática y Teatro, con más que suficientes aciertos en su joven y prometedora carrera en la escena mexicana, propone su versión de este divertido clásico escritó en 1673 por Molière, el cual gira en torno a un hipocondríaco y todos los enredos que provocan quienes intentan aprovecharse de su maniática condición.

El Enfermo Imaginario del inmortal Jean Baptiste Poquelin Moliere en la UNAM “Lo más importante de El enfermo imaginario es el humor. No hay que confundir humorismo con optimismo. El optimista es el que cree que todo está bien. El humorista es el que cree que todo está mal, pero no vale la pena tomárselo tan en serio, porque aun en la peor tragedia nos queda la esperanza de que un día nos podremos burlar de nosotros mismo”, Carlos Corona.

Con El enfermo imaginário, el Carro de Comedias, teatro en ruedas, logra una vez más el propósito didáctico de llevar diversión a toda la familia, con clásicos de la literatura que nos confrontan con situaciones y personajes que podemos identificar con nuestro entorno cotidiano a través de un obsequioso lenguaje que no necesita de clichés o vulgaridades para lograr la interelación con el espectador.

El Carro de Comedias estrenó El enfermo imaginario en febrero de este año, y tristemente concluye su temporada este mes de mayo, con dos fechas programadas (6 y 13 de mayo, 11:00 hrs.), en el mismo espacio (Explanada del Centro Cultural Universitario) que durante meses logró con éxito convocar y cautivar a un público que no asiste, presisamente, a un foro convensional, si no todo lo contrario.

Porqué realmente no se trata de un escenario, si no de un espacio al aire libre que, sin butacas, sin techo, en días fríos o bajo los rayos del sol, con gente que va y viene sin percatarse de que se está presentando un espectáculo de teatro… y con todo, el espectador se entretiene y se ríe con el simpático personaje emergido del teatro francés barroco, aplaude y se queda hasta el feliz final, logrando el propósito del teatro callejero y otorgándole significado al proyecto universitario, a la obra de Molière, al trabajo de Carlos Corona y por supuesto al estoicismo que significa el ser actor. Fotos: Andrea López

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.