Valentina Lisitsa y Giuseppe Andaloro presencia internacional en la UNAM

Por: Fritzi Mazari — 10 de julio, 2007

Esta semana estuvieron presentes en los escenarios universitarios dos fructuosos intérpretes: la pianista ucraniana Valentina Lisitsa y Giuseppe Andaloro, ganador del Concurso Ferruccio Busoni de Bolzano en Italia. Dos eventos que invitaron al público a degustar de un arco iris interpretativo de la música de grandes autores a través diferentes opciones de calidad universal.

En primera instancia, Valentina Lisitsa, quien desde los seis años dio muestra de su virtuosismo y se graduó del Conservatorio de Kiev, ya es reconocida por un público mexicano que la considera como una de sus pianistas consentidas y tuvieron el placer de escucharla una vez más en la clausura de la serie de conciertos de la Presencia Internacional organizada por la Dirección General de Música de la UNAM, donde se presentó con un programa que incluía obras de Scriabin, Rachmaninov, Lysenko, Balakirev, Liszt, Tchaikovsky y Liszt.

La Lisitsa quien realizó su debut en el Lincoln Center de Nueva York (1995), bajo la dirección de Gerard Schwartz y cuenta con una gran trayectoria avalada por numerosos premios en concursos internacionales como el Murray Dranoff de Dos Pianos, el Concertino de Praga, el Concurso Lysenko, el de Música de Cámara de París y el Ucraniano de Música de Cámara, además se presentó como solista invitada al segundo programa de la Orquesta Sinfónica de Mineria, en el cual interpretó, con gran carisma y latente comunicación con el instrumento, el Segundo concierto para piano de Johannes Brahms -bajo la dirección de Carlos Miguel Prieto-, además de un emotivo y complaciente bis que ofreció como regalo en respuesta a los aplausos de un público agradecido tanto por la pasión, brillantez técnica, como por la impresionante sensibilidad y delineada interpretación que demostró la pianista en la compresión y respeto por el contexto de esta obra estrenada en 1881 y con la cual el compositor alemán se decidió a escribir nuevamente una obra especifica para este instrumento, luego de su estrepitoso fracaso, 20 años antes, con su primera concierto para piano.

El talento de Valentina Lisitsa, cuyas dos presentaciones fueron en el escenario de la Sala Nezahualcóyotl, se puede continuar disfrutando en su discografía que se conforma de siete discos compactos que incluyen el Primer concierto de Shostakovich con la Sinfónica de Ekaterinburgo y Sarah Caldwell; dos producciones con obras para dueto de pianos; una con la Sonata para violonchelo de Rachmaninov con William De Rosa; y tres programas de recital, desde Mozart hasta Prokofiev.

Por su parte, el pianista italiano, originario de Palermo, Giuseppe Andaloro ofreció un recital en el Anfiteatro Simón Bolívar del Antiguo Colegio de San Ildefonso, el que mostró el clasicismo de Mozart (Rondo para piano); el nacionalismo de Chopin (Scherzo para piano No 1); el impresionismo de Ravel (La valse); y el estílo contemporáneo de los rusos Scriabin (Sonata Fantasía) y Rachmaninov (tres preludios).

Este concierto fue otro momento en el que el público probó el disfrute de la música académica y sus grandes intérpretes, como lo es este gran artista titulado con honores en el Conservatorio Verdi de Milán y quien en 2005 recibió un reconocimiento por parte del Ministerio Italiano de Bienes Culturales por su gran aportación a la manifestación del talento de su país, avalado por su gran trayectoria escénica y sus reconocimientos otorgados en célebres concursos como el Mundial de Piano de Londres, el Internacional de Música de la Ciudad de Oporto en Portugal, el Internacional de Música de Sendai en Japón, el Gran Premio Internacional de Piano de Rabat.

Los Conciertos Internacionales de la UNAM recogen este arte derivado del ingenio de los grandes compositores -representado como un espectáculo popular en su época y hoy mal considerado sólo para una cerrada elite, no social pero si de gustos delicados-, que representa el tipo de música que tiene un pasado y que con toda probabilidad adivina un futuro a través de una conexión entre el sueño del intérprete por una perfecta ejecución y el ideal creativo del compositor.