Turandot, del Luna Park de Buenos Aires al Auditorio Nacional de México.

Por: Enrique R. Mirabal — 1 de agosto, 2007

La princesa esta fría, qué tendrá la princesa.

Turandot, producción del Teatro Colón se presenta en el Auditorio Nacional Desde el Romanticismo, los europeos buscaron un mundo mejor al suyo en el Oriente, concepto éste en el que cabrían persas, árabes, chinos, hunos e indios. El exotismo siguió de moda con los parnasianos y, en música, con los impresionistas; en la América hispana, con los poetas modernistas: “la princesa está triste”, cantó Rubén Darío. El italiano Giacomo Puccini no fue ajeno a esta tendencia y lo demostró con creces en varias de sus obras: Madama Buterfly en la que viajó musicalmente a Japón de la mano de un sentimental libreto inspirado en David Belasco, La fanciulla del West le permitió incursionar en el Lejano Oeste de cowboys y saloons y, finalmente, con Turandot, se transportó en tiempo y espacio a una China ucrónica para que sus libretistas y escenógrafos pudieran tomarse todas las libertades pertinentes y agradar a un público ávido de chinoiseries.

Turandot no ha sido patrimonio exclusivo de Puccini. El texto del que proviene está inspirado en una historia del francés Francois de la Croix quien a su vez lo toma de una antigua leyenda persa. Giuseppe Adami y Renato Simoni adaptaron la trama y devino en el libreto de la ópera pucciniana.

Turandot, producción del Teatro Colón se presenta en el Auditorio Nacional En el terreno exclusivamente literario, Carlo Gozzi escribió una comedia sobre la gélida princesa y Friedrich Schiller, una leyenda. En lo musical, el alemán Carl Maria von Weber escribió una ópera que data de 1809 y el italiano Ferruccio Bussoni, una ópera estrenada en Zurich en 1917 y rescatada en algunas casas de ópera en tiempos recientes.

Es posible que Puccini conociera esta partitura o, al menos, tuviera noticias del estreno de la ópera pero, en realidad, poco o nada tienen que ver entre sí las dos Turandot más que el nombre y algunos elementos de la historia. Los postulados armónicos y la filosofía vital de Bussoni, antecedente de las vanguardias del siglo XX, no se relacionan con el verismo o pretendido realismo en el pentagrama de Puccini, cuya Turandot deja oír el conocimiento de las nuevas corrientes de su época pero de manera superficial.

Turandot, producción del Teatro Colón se presenta en el Auditorio Nacional En ésta, su última obra, inconclusa (realmente sólo le faltó una escena al final o colofón de la que dejó apuntes reelaborados a su muerte por Franco Alfano) Puccini incluye melodías chinas de primera mano, algunas armonías y también, instrumentos chinos originales. La Marcha Imperial que se escucha no es una simple invención del compositor sino una transcripción de la original.

La producción de la ópera de Turandot, que veremos en el Auditorio Nacional fue concebida para grandes espacios con afluencia masiva de público. De hecho se estrenó en el Luna Park, popular sitio bonaerense. La iniciativa de los directivos del Teatro Colón, tenía como objetivo, aparte de acercar otro público a la ópera, el no suspender las actividades de la compañía de ópera durante el tiempo que durara la remodelación del Colón. Esta puesta en escena con escenografía deslumbrante, vestuario llamativo y más de 100 artistas en escena, considerando la orquesta y los coros del Colón, es la que podremos apreciar los amantes de la ópera y los que busquen alternativas diferentes de entretenimiento.

Al principio, se programaron dos funciones pero ante la respuesta positiva del público, se agregaron dos más, así que, del 15 al 18 de agosto, habrá Turandot para todos en el Auditorio Nacional, bajo la dirección musical de Stefan Lano.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.