
Por: Colaborador Invitado — 27 de junio, 2013
No es extraño que, al abrirse el telón de un teatro neoclásico y de importancia internacional como el “Esperanza Iris†aparezcan músicos tocando el trombón, el clarinete o el violÃn.
Lo que no lo es tanto, es que lo hagan vestidos como payasos… o que reciban chiflidos provocativos por parte del respetable. ¿Y que organicen y encabecen una vÃbora de la mar?
Sin embargo, quienes asistimos a la velada del pasado 22 de junio en Donceles 36 sabÃamos que aquella no serÃa una noche habitual: era el cuarto aniversario de Triciclo Circus Band.
Y como en todo magno (y maratónico) festejo entre amigos, hubo de todo: risas, brincos, buena música, y mucho teatro. Bueno, hasta una declaración de boda (con anillo incluido).
Para quienes no los conozcan, Triciclo es una banda formada por 9 músicos: AgustÃn Medrano, César GarcÃa, Luis Pressier, Alejandro Pressier, Gladys Jiménez, Eric MartÃnez, Óscar Pineda, Pedro RodrÃguez y Francisco Rebollo, quienes tocan con maestrÃa la baterÃa, el banjo, el violÃn y muchos, muchos alientos: sax alto y sax tenor, tuba, trompeta, clarinete, flauta y trombón.
Triciclo Circus Band comenzó su andadura hace ya casi un lustro, en las calles de Madero y MotolinÃa, como otros tantos talentos de la ciudad pendientes de reconocimiento.
Su sello es esa mezcla (que algunos nostálgicos han llamado ya “fellinianaâ€) entre música folk (¡ojo: de todo el mundo, no sólo balcánica!) original y bien ejecutada, y un concepto que es difÃcil no disfrutar: el del circo, con su indumentaria, su improvisación, y sobre todo, su espÃritu.
Porque los de Triciclo tienen una vena histriónica auténtica: es decir, que son unos payasos que lo mismo cuentan chistes que hacen una demostración del “duranguense slamâ€.
El fin de semana, a escasos pasos de su particular laboratorio de experimentación musical y perfomance (las calles del Centro Histórico), y gracias a la colaboración de la banda con la SecretarÃa de Cultura de la Ciudad de México, los músicos regalaron al público (“las ruedas que hacen que este triciclo se muevaâ€, a decir de Pedro RodrÃguez, alias Krustovsky) un festejo que se extendió por casi tres horas.
No escatimaron en sorpresas: no sólo fue un repaso atÃpico de su álbum debut, No corro, no grito, no empujo, sino el estreno de su primer video oficial, Excusez-moi (filmado en locaciones, cómo no, del Centro Histórico).
Para ofrecer tan espléndido espectáculo no estaban solos: con ellos, disfrutamos del talento de varios artistas invitados: clowns, bailarines de tap y danza contemporánea, un conjunto de son jarocho, coros, malabaristas, y uno que otro espontáneo del público que subió al escenario, lo mismo para hacerla de obstáculo para un salto “mortal†de Krustovsky que para intentar seguirle el ritmo a Alejandro Pressier con uno de esos silbatos que se venden en los vagones del metro de la Ciudad de México.
La constante y variada interacción entre la banda, sus invitados y un público entusiasta y entregado (¿cómo explicarse, si no, una declaración de amor a Krustovsky? Es broma) hizo del espectáculo algo lleno de sorpresas y expectación: un auténtico circo.
Por no hablar de los múltiples registros de la música de la banda: el concierto fue un recorrido por una herencia musical que va desde Europa del Este y la música balcánica, hasta valses, polkas, banda, sonidos de Oaxaca o Veracruz, cantados lo mismo en español, italiano, inglés o francés.
“¿Quiénes son todos esos grupos?â€, le preguntó un conocido a Alejandro Pressier al oÃr su disco debut. Lo dicho: es uno solo, ¡y también son muchos!
El sábado pasado, en el “Esperanza Iris†no cabÃa la formalidad: era una fiesta, y era, casi, una fiesta en la calle. Por ello es tan destacable la labor del grupo, desde el hiperactivo Pedro RodrÃguez (por lo visto, lesionado de una mano) hasta el discreto AgustÃn Medrano (siempre al fondo y en la baterÃa, ¿no le gustará bailar?), para crear una música que inspira libertad y alegrÃa en un ambiente incluyente e Ãntimo, incluso en escenarios grandes y formales como el del Teatro de la Ciudad.
Hubo algunos olvidos (naturalmente, por la emoción de todo buen festejo, pero que no pueden omitirse), como el de la presentación de todos los integrantes del conjunto, pues creo que se olvidaron de alguno que otro.
Sin embargo, me quedo con la imagen de la canción que da tÃtulo a su disco y lo que vimos desde abajo del escenario: lo mismo a jóvenes que a señoras y niños pequeños ataviados con narices rojas, saltando y cantando:
“Ya me marcho hoy, para ver si me extrañará tu amor. Y si vas por mÃ, te perdonará mi amor… ¡aunque la herida me dolió!â€
Un listado de enlaces a centros culturales, música, teatro, danza, infantiles, festivales y medios y más.
Deja un comentario