Sinfonía Turangalila en la Sala Nezahualcóyotl y otras notas

Por: Enrique R. Mirabal — 14 de junio, 2007

Carlos Miguel Prieto dirigió a la OFUNAM en la interpretación de Turangalila El pasado fin de semana, la Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM) ofreció su habitual par de conciertos, esta vez con una sola obra, de esas capitales en la historia de la música e indispensables para entender el cronológicamente fenecido (más no superado aún) siglo XX: la Sinfonía Turangalila del francés Olivier Messiaen. El director, Carlos Miguel Prieto.

Con una asistencia que no correspondía a la trascendencia del programa, la Neza vibró, y no sólo por las ondas Martenot y sus miles de hertzios, sino por el halo vital de la Sinfonía. Ya sabemos de su gestación a fines de la Segunda Guerra Mundial y también de la reclusión de Messiaen en un campo de concentración nazi (perdón, señor presidente de Irán por no coincidir con su Fantasía Persa para coro de fanáticos). La vivencia del horror y la predisposición mística del músico francés más su admiración por la naturaleza y las grandes civilizaciones de la humanidad, entre ellas las mesoamericanas, lo fue llevando a esta Turangalila, felizmente lidereada por Prieto, que va convirtiéndose en un experto fan de esta partitura.

Philippe Arrieus invitado de la OFUNAM en la interpretación de Sinfonía Turangalila La OFUNAM en pleno, corregida y aumentada, con un espléndido Duane Cochran como solista al piano -¿por qué no lo escuchamos más a menudo en esta condición?-más el huésped indispensable, Philippe Arrieus sentado frente a sus ondas Martenot reloaded se conjugaron para dar a la postre con una interpretación ajustada, seria y concienzuda, fiel al original y algo más.

Metales, percusiones y alientos sin mácula y unas cuerdas bien ensambladas, todos comandados con seguridad, conciencia absoluta de los riesgos y, sobre todo, un entusiasmo contagioso, Carlos Miguel Prieto levantó de sus asientos al mismísimo Carlos Prieto padre y a su invitado de honor, el cellista Yo-Yo Ma, recién bajado del avión.

Dos días después, Prieto señor y Yo- Yo Ma compartirían el escenario del Palacio de Bellas Artes en la Suite para dos violonchelos del mexicano Samuel Zyman, estrenada por ambos en Norteamérica y, ahora, tocada por primera vez, en México.

Duane Cochran invitado de la OFUNAM en la interpretación de Sinfonía Turangalila Fácil al oído, contemporánea en un sentido más cercano al neo-clasicismo o al eclecticismo al uso, la Suite gustó y fue muy aplaudida, inclusive por el Señor Presidente Felipe Calderón, invitado de honor en el recital de Yo- Yo Ma y la pianista Kathryn Scott, una excelente acompañante que, a ratos, nos obligó a sentirla como una solista muy respetable.

Dos conciertos que nos sacaron de la monotonía y de la dorada mediocridad. Una recomendación, más bien una súplica, a Carlos Miguel Prieto, por favor, se lo pedimos encarecidamente, no sea un continuador de la propensión seudo-didáctica de las acotaciones al margen o previas a la obra, predilectas de E .A. Diemecke. Para algo se le paga al redactor de las notas al programa. Casi 25 minutos demoró, inútilmente y con bostezos, el inicio del concierto del sábado 9 de junio. Con presentar las buenas ondas Martenot, era suficiente.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.