Por: Enrique R. Mirabal — 1 de agosto, 2014
De todos es sabido que la ópera como género musical y manifestación artÃstica nació en Italia entre fines del Renacimiento y los albores del Barroco. Las primeras óperas escuchadas en el Nuevo Mundo provenÃan de compañÃas europeas de gira por estas tierras y fueron escuchadas en italiano o francés, inicialmente.
En Estados Unidos de Norteamérica, las óperas o espectáculos hilvanados sobre la sucesión de baladas inglesas (Pepusch-Gay) fueron las primeras en escucharse en inglés y provenÃan, por supuesto de la madre patria, Britania.
El nacimiento de una ópera genuinamente americana (Los virreinatos españoles son punto y aparte) vendrÃa mucho tiempo después. Y como a Porgy and Bess nos referiremos como ópera norteamericana por excelencia, la más conocida y apreciada internacionalmente, comenzaremos por puntualizar algunas contradicciones en el devenir del género en USA.
Los orÃgenes del libreto de P&B se deben a un autor sureño mas no afroamericano, DuBose Heyward, cuya novela Porgy adaptó al teatro en los años 20 del pasado siglo. El compositor de origen judÃo nacido en Brooklyn, George Gershwin (New York, 1898-Los Angeles, 1937), leyó la novela original y decidió hacerla ópera contando con el apoyo literario del novelista, su esposa y con su hermano Ira Gershwin en algunas de las letras de la ópera.
La especificación de origen acerca de la conformación del reparto única y exclusivamente con afroamericanos (en los años 30 se decÃa simple y sencillamente, negros) fue una condición impuesta por Gershwin para resguardar autenticidad y previendo las casi nulas posibilidades de un cantante negro de poder cantar en una casa de ópera norteamericana ni tan siquiera como Otelo o Aida.
Los bajos fondos de una población sureña, los maltratos y vejaciones sufridos por las mujeres negras, el tráfico de drogas, el desprecio y la burla a los discapacitados (Porgy es inválido) enumeran lo que podrÃa resumirse como un manual de delitos e incorrecciones polÃticas de hoy en dÃa.
Para componer su partitura, Gershwin hizo trabajo de campo (dirÃa el antropólogo) y echó mano al folklore sureño con especial énfasis en el jazz, los spirituals y el gospel.
Al respecto, cierto sector de la población negra de Estados Unidos ha objetado el argumento por considerarlo racista y a la música por no reflejar la esencia de la negritud (préstamo de Césaire). Asà las cosas, no faltaban las crÃticas de los puristas musicólogos (blancos) en cuanto a una definición certera del género de P&B. En resumen, para estos crÃticos, la obra no era una ópera propiamente dicha y se inclinaban más por considerarla como un musical con elementos de la ópera tradicional.
Es justo señalar que la partitura sufrió cortes y arreglos además del uso de la amplificación vÃa micrófonos en algunas puestas subsecuentes al estreno. Los primeros cortes los realizó el propio Gershwin para reducir la duración original de casi cuatro horas. No fue sino hasta 1976 que la Opera de Houston restablecerÃa, en una puesta canónica, la estructura original.
¿Antecedentes de Porgy and Bess en cuanto a la incorporación del elemento negro en argumento, música e interpretación? Por supuesto que los hay y significativos. Precisamente, en las ex – colonias francesas del sur, los primeros negros en conseguir la libertad (libertos) nutrirÃan las orquestas que acompañaban a las óperas. Algunos de estos músicos como Edmond Dédé (1827-1903) y Lucien Lambert padre (1828-1896) alcanzarÃan cierto renombre en Europa y destacarÃan tanto como compositores como por directores de orquesta.
El renombrado Scott Joplin (1868-1917) incursionó en dos ocasiones en la ópera. La primera de ellas está perdida pero logró estrenar Treemonisha, libro y orquestación del propio Joplin, en 1915, sin éxito alguno. La ópera, con personajes negros en plantaciones sureñas, ha sido resucitada en los años 70 y logró despertar expectativas en el público parisino en una puesta en el Chatelet en 2010.
Aparte de los músicos afroamericanos, es de notarse el interés de varios autores de la segunda mitad del siglo XX en Norteamérica que, con fortuna desigual, han escrito óperas y las han logrado colocar en el Metropolitan Opera House y allende el Atlántico.
Desde Victor Herbert hasta Copland y el más coherente de todos, Bernstein con Candide y Tahiti, Barber con algunos tÃtulos y el más prolÃfico, Menotti, con piezas clave en la centuria: La médium, El cónsul, Amahl y los visitantes nocturnos… abrieron el camino para los prospectos operáticos de Adams, Glass, Corigliano y similares.
Michael Capasso, fundador y director general del teatro de oÌpera Dicapo de Nueva York, es la fuerza motora de este proyecto que se presenta en nuestro paÃs y que por supuesto lleva un elenco conformado por cantantes afroamericanos: los papeles principales estaÌn a cargo de Kenneth Overton y Frederick Jackson como Porgy; Kishna Davis, alterna el papel de Bess con Brandie Sutton; Reggie Whitehead y Robert Marck comparten el rol de Sportin’Life.
Por su parte Darren Stokes encarna a Crown. Geraldine Mcmillian y Mari-Yan Pringle interpretarán a Serena y, Sabrina Carten a MariÌa. La direccioÌn musical a cargo de Pacien Mazzagatti, la direccioÌn de escena de Charles Randolph Wright y en la parte coreográfica, Keith Lamelle Thomas.
Las funciones de Porgy and Bess se llevarán a cabo el viernes 1, el saÌbado 2 y el domingo 3 en la Sala Principal de Bellas Artes.
Sirva esta breve temporada de Porgy and Bess de George Gershwin, estrenada en 1935 para ver en perspectiva la evolución de la ópera norteamericana hasta nuestros dÃas. Entre las grandes intérpretes de Bess figuran la insustituible Leontyne Price, Grace Bumbry y, a últimas fechas, en otro mood, Audra MacDonald. Como Porgy, el referente obligado es el original, Todd Duncan. Veamos que nos depara el elenco que se presentará en ésta nuestra Ciudad de los Palacios. Fotos: Sarah Shatz.
Un listado de enlaces a centros culturales, música, teatro, danza, infantiles, festivales y medios y más.
Buenisima cronica