Philip Glass festeja 75 años en Bellas Artes con Einstein on the Beach

Por: Enrique R. Mirabal — 1 de noviembre, 2012

Philip Glass festeja 75 años en el Palacio de Bellas Artes con Einstein on the Beach, noviembre 2012 Glass toma el relevo de Pärt: dos minimalismos diferentes… Einstein on the Beach se presenta los días 9, 10 y 11 de noviembre en Bellas Artes.

Los seguidores y cultivadores del minimalismo están de plácemes por el intensivo de fin de sexenio que vive el Distrito Federal. Primero, Arvo Pärt estrenó Virgencita, coral dedicado a la Virgen de Guadalupe en conciertos celebratorios del Festival Cervantino tanto en en Guanajuato como en la Ciudad de México, siempre dentro del marco de un programa íntegramente de Pärt.

Una concierto muy exitoso con el Coro y Orquesta de Cámara de su natal Estonia, excelentes ínterpretes que nos acercaron al misticismo y la espiritualidad del compositor, heredero de una tradición que parte de los ancestrales ritos de la Iglesia Orotodoxa rusa que, a su vez, sigue los pasos de la música griega en modos y tonos.

Sin embargo, el estonio es un converso tardío que, antes, bebió de la música rusa del realismo socialista y los momentos de rebeldía de Shostakóvich. Sólida formación y un lenguaje personal lo diferencian de los cánones, valga la redundancia, de la ortodoxia minimalista estadounidense.

Einstein on the Beach obra de Philip Glass, con la dirección de escena de Robert Wilson, se presenta en el Palacio de Bellas Artes, noviembre 2012 Más adelante, en noviembre, el británico trasterrado a México, Michael Nyman quien al parecer llegó para quedarse aprovechando los ya muy lejanos ecos de El piano, se asocia al cine mexicano e ilustra películas clásicas e icónicas de nuestra cinematografía en su personal y monocorde estilo.

Para la inauguración de la nueva y megalítica Cineteca, a medias o a largas, la partitura de Nyman tendrá un papel protagónico ¿inmerecido? Baste recordar las excelentes partituras que adornaban nuestras películas, ya fueran de Lavista, Esperón y hasta Revueltas o con los fabulosos temas musicales que identifican la Época de oro.

Einstein on the Beach obra de Philip Glass, con la dirección de escena de Robert Wilson, se presenta en el Palacio de Bellas Artes, noviembre 2012 En el Palacio de Bellas Artes, el también minimalista Philip Glass, compañero de lucha en sus inicios de John Adams y Steve Reich, nos deja escuchar y ver una de las óperas que sobre temas y personajes pocas veces incluidos en el universo operático ha compuesto: Einstein on the Beach. De Glass, el MET de Nueva York ha programado en su más reciente temporada una de ellas, Satyagraha (1980), precisamente, la segunda de una trilogía dedicada a personalidades que influyeron en el devenir de la humanidad: Einstein, Ghandi y Akenatón.

Einstein on the Beach (1976) fue estrenada en el ya desgastado Festival de Aviñón donde se decidía el éxito y proyección internacional de obras contemporáneas de ballet y ópera. Los que eran rechazados por el público cual césar romano con el caprichoso pulgar, se iban directamente a Oblivion. Einstein on the Beach siguió su periplo triunfal acompañado inseparablemente de la coreografía creada ex profeso por Lucinda Childs y que veremos en esta puesta en el Palcio de Bellas Artes.

Einstein on the Beach obra de Philip Glass, con la dirección de escena de Robert Wilson, se presenta en el Palacio de Bellas Artes, noviembre 2012 Quienes piensen encontrar la tradicional sucesión de arias, dúos y concertantes en esta ópera, se enfrentarán a un esquema que amalgama pasajes declamados por actores, desplazamientos de bailarines y escasos cantantes solistas que ocupan la escena según el trazo del director responsable de la puesta, que para esta presentación en Bellas Artes se trata de Robert Wilson. La partitura, fiel a los principios del minimalismo, está construida a partir de un simple patrón, acordes o frases manifiestas, que se repiten con ligeros y paulatinos cambios.

El propio Philip Glass describe a Einstein on the Beach como una ópera en cuatro actos para conjunto, coro y solistas. Su duración puede alcanzar las cuatro horas y media o cinco y se ejecuta sin interrupciones, por lo que los asistentes se podrán tomar la libertad de abandonar la sala y regresar más tarde según su estado de ánimo, apetito o, simplemente, a twittear con Glass. Foto: Lucie Jansch.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.