
Por: Enrique R. Mirabal — 2 de junio, 2016
México puede presumir a sus cantantes de ópera que han triunfado en escenarios importantes de Europa y Norteamérica, desde el siglo pasado hasta nuestros dÃas. Entre estos artistas, se puede encontrar ejemplos de las diferentes tesituras: desde Fanny Anitúa hasta la mezzo Oralia DomÃnguez –al tú por tú con Callas en la icónica Aida en Bellas Artes–, el bajo-barÃtono Guillermo Sanabria o el bajo Rosendo Flores que redondeó la programación de I Puritani en los últimos dÃas de mayo; sin embargo, el primer lugar, en número y en proyección internacional, lo ocupan los tenores.
No mencionamos nombres pero cada quien puede hacer su lista por orden de preferencia. Tres de estos tenores que representan a sendas generaciones son los que nos ocupan en esta ocasión. En estricto orden de aparición en escena, Francisco Araiza, Ramón Vargas y Javier Camarena reunidos bajo la advocación de Tres generaciones de tenores mexicanos en una Gala de la Orquesta Sinfónica de MinerÃa, a beneficio de la Fundación Ramón Vargas, en ayuda a los niños discapacitados de las zonas rurales de México y ProÓPera que apoya a las jóvenes figuras del belcanto en nuestro paÃs.
A pesar de que la nominación nos suene conocida, nada tiene que ver la que nos ocupa con la franquicia que se repitió hasta el hartazgo (de los bolsillos participantes) hasta que uno de ellos murió, otro se retiró de la ópera y el tercero regresó a su primigenia tesitura de barÃtono. Los tres tenores mexicanos llevan sus respectivas carreras al ritmo que los años de profesión les marca: desde el moderato cantabile del mayor hasta el presto agitato del más joven, pasando por el allegro ma non troppo del intermedio.
No serÃa justo cerrar el número a tres pero algunos están estudiando y Rolando Villazón retoma, con cautela, su bregar por la ópera. Asà que los tres más famosos se reúnen en fraternal celebración para compartir con sus respectivas legiones de fans que, hasta donde colegimos, no terminarán enfrentándose.
Algunas coincidencias entre los tres tenores no dejan de ser curiosas, obviando el paÃs de nacimiento y que los tres sean tenores lÃricos con diferentes matices. Después del comienzo obligado con maestros y conservatorios mexicanos, Araiza decide (por fortuna) estudiar en Alemania. Vargas anduvo por Viena y se consolidó en Zurich. Camarena estudió también en Zurich y fue discÃpulo de Araiza en esta ciudad suiza.
Mexicanos que estudian en paÃses germano parlantes aunque también tuvieran tutela de maestros de otro origen y con repertorios que comienzan con Mozart y siguen con Rossini y Donizetti. Camarena cantará un aria de La flauta mágica que fue o es parte del repertorio de los anteriores. Las restantes coincidencias no son fortuitas pues, por imperativos lógicos y fonéticos, los inicios de todo cantante se dan en papeles más ligeros y, con el paso de los años, derivan a un repertorio más variado que denota evolución hacia otro registro.
El programa que, a tres voces, se podrá escuchar este martes 7 de junio en la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM alternará los momentos vocales con los acostumbrados intermezzos y preludios a cargo de la Orquesta Sinfónica de MinerÃa dirigida por Srba Dinic. Al más joven, Camarena, le tocará abrir fuego con la mencionada aria de La flauta mágica y, para seguir con Mozart, Vargas cantará Idomeneo y seguirá Araiza con El cazador furtivo de Weber.
Tras el inevitable Intermezzo de Cavalleria Rusticana (hay muchas piezas cortas y agradables del repertorio operático que casi nunca se tocan, v.gr. I Giogelli de la Madonna de Wolf-Ferrari). Verdi no se podÃa quedar fuera y es el bastión a tomar por los tres tenores con conocidas y difÃciles arias de sus conocidÃsimas óperas Luisa Miller, Macbeth y La Traviata. Araiza tendrá a su cargo una de las más hermosas entre todas O figli, O figli miei de Macbeth, favorita de Pavarotti pero cantada con especial encanto y perfección por Carlo Bergonzi en famosa grabación.
La segunda parte del programa se inicia con Leoncavallo, interpretada por la Orquesta, Donizetti y, de nuevo, Verdi, Dal più remoto esilio… de I Due Foscari a cargo de Ramón Vargas. Tras el manido Danzón 2 de Arturo Márquez –a cargo de MinerÃa– que separa otras lenguas del castellano, cede el paso al repertorio de la canción romántica mexicana que hace las delicias del público que las acompaña con contenidos suspiros y tarareos a bocca chiusa. El resto, después de Granada, puede esperarse cualquier exceso que siempre es bienvenido hasta el Brindisi de Traviata a tres tenores.
Tres carreras que convergen en un punto en el que es posible conjugarlas. Éxito más que merecido después de mucho trabajar, navegar y tocar puertas aquà y allá en sus comienzos. La continua aparición de Ramón Vargas en escenarios internacionales junto a divas de hoy y los mejores directores en activo, la ascendente e imparable pujanza de Javier Camarena en el MET y en Europa y las delicias del escenario que le tocó vivir a Francisco Araiza: los tiempos finales de Karajan, Sawallisch y Bohm, haber sido dirigido en escena por Strehler, Zefirelli y Polanski, entre otros famosÃsimos directores musicales y dramaturgos parteaguas del siglo XX, un privilegio que nadie le puede igualar. Los tiempos cambian pero a Araiza le tocó participar en los últimos destellos de una irrepetible época de oro de la ópera.
A disfrutar lo mejor de cada momento y a sentir por primera vez, esperamos que no sea la única, a tres exponentes del arte lÃrico mexicano acompañados por la Orquesta Ainfónica de MinerÃa en un duel à trois en el que nadie saldrá herido sino reconfortado.
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