Michael Nyman, el hombre con el piano… y con la cámara

Por: Enrique R. Mirabal — 1 de junio, 2011

Michael Nyman se presenta en concierto en la Sala Nezahualcóyotl, junio 2011. Foto Francesco Guidicini Más conocido entre los cinéfilos coleccionistas de bandas sonoras de películas que entre el público habitual de las salas de concierto, Michael Nyman (Gran Bretaña, 1944) ha encontrado en México un terreno apropiado para asentarse y crear.

Invitado en varias ocasiones al Festival de Cine de Morelia y a la Cineteca Nacional como expositor de sus trabajos y a charlar con sus admiradores, aparece ahora en los predios universitarios con un concierto creado alrededor del cine y con la inclusión de fragmentos de dos filmes, uno de ellos, de su autoría porque el señor Nyman no es un pasivo cinéfilo, también gusta de juguetear con la cámara e, inclusive, ha recreado, a su manera, el clásico del cine mudo soviético, El hombre con la cámara (1929) de Dziga Vertov.

Con una formación académica que le ha retribuido buenos dividendos en su carrera, Michael Nyman es un apasionado y abanderado defensor del minimalismo, esa corriente musical de las postrimerías del siglo XX (con obvios antecedentes en la historia desde que la música es música) que parece haber llegado, como el rock y el hip hop, para quedarse sin que nadie se atreva a denostarla en serio o a dar un paso más allá de las vanguardias (ya ni tanto).

Michael Nyman se presenta en concierto en la Sala Nezahualcóyotl, junio 2011. Foto  Kai Bienert. Lo cierto es que el músico inglés tiene su agrupación o banda, se esfuerza en hacerle a la musicología y, como ya mencionamos, al cine, medio para el que ha escrito decenas de partituras y bandas sonoras, muchas de las cuales, si quienes lean este artículo, van al cine con asiduidad, han de haber oído: de Peter Greenaway, la mayoría de su catálogo, entre el que destaca El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante.

Sin embargo, la notoriedad global le llegó con El piano de Jane Campion, una de esas películas sobrevaloradas con legiones de seguidores e imitadores entre quienes pretenden hacer cine de calidad o de arte en una variante de supuesto buen gusto, rigor histórico y con diseños de trajes de época en competencia por el Oscar.

Otra de las actividades favoritas de Nyman es musicalizar películas silentes, las clásicas e históricas imprescindibles, lo cual, de por sí, es una apuesta ganada; no obstante, la moda ya alcanzó a grupos de rock, a otro minimalista como Phillip Glass que se ha atrevido con La bella y la bestia de Cocteau, sin haberle agregado nada nuevo ni provechoso a la que es una obra maestra indiscutible.

Michael Nyman se presenta en concierto en la Sala Nezahualcóyotl, junio 2011. A propósito de este tema, la musicalización al piano de cine silente, recordemos que, entre nosotros, contamos con una excelente pianista y compositora que ha hecho gala de su talento en el acompañamiento de cientos de películas a todo lo largo de la república. Me refiero a Deborah Silberer, experta en crear atmósferas, dexcribir situaciones y, lo más importante, en traducir emociones e intenciones de los actores o del cineasta a través de su música.

Recordemos el ciclo de cine japonés o el dedicado a Murnau en los que Deborah dio cátedra de la mejor música para cine y comparar con el trabajo de Nyman para calibrar hasta dónde el musicalizador ha de ser fiel a la obra original cinematográfica en lugar de aprovechar el reflejo ajeno para lucirse

Para esta invitación universitaria, Nyman interpretará música de À propos de Nice (Jean Vigo, 1930), The Diary of Anne Frank (Akinori Nagaoka, 1995), Wonderland (Michael Winterbottom, 1999), The End of the Affair (Neil Jordan, 1999), Gattaca (Andrew Niccol, 1997) y The Piano (Jane Campion, 1993).

El concierto incluye, como mencionamos antes, la proyección de fragmentos fílmicos de Jean Vigo y del propio Michael Nyman. La hora y el día señalados para el encuentro con el maestro: el viernes 10 de junio en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario.

Micahel Nyman convocará a sus seguidores, que no son pocos, a curiosos que tal vez repitan o no la experiencia y a masoquistas que, aún detestando el minimalismo pero, en gesto de plausible condescendencia, le ofrezcamos el beneficio de la duda.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.