
Por: Enrique R. Mirabal — 10 de marzo, 2014
Olvidado por mucho tiempo en la programación de óperas en el Palacio de Bellas Artes, Jules Massenet (1842-1912) regresa vÃa el más conocido de sus tÃtulos, Manon, cuyo estreno tuvo lugar en la Opéra-Comique de ParÃs en 1884, quizás el teatro que le dio mayores satisfacciones al compositor.
Massenet también estrenó varias de sus óperas en el Palais Garnier u Ópera de ParÃs, la principal sala lÃrica francesa además de presentar alguna que otra en Viena y en Monte Carlo, por aquellos años de fines del siglo XIX y comienzos del XX un lugar obligado para saltar a la fama. Recordemos que allà fue el último refugio de los Ballets Rusos de Diaghilev, durante los últimos años del empresario y después con la desbandada y las escisiones provocadas por sus seguidores.
Manon, ya lo sabemos, tiene su fuente principal en la novela del Abate Prévost que causara escándalo y, por lo tanto un gran éxito en el siglo XVIII, cuando fue escrita. A pesar de ser el Siglo de las Luces, de la Enciclopedia y de todas las ideas liberales posibles, el alto grado de hipocresÃa de las sociedades de antes (y ahora) más la fuerte influencia de la Iglesia, ocasionó que la novela fuese juzgada pero salió gozosa y triunfante al final.
Después del éxito obtenido por Massenet con su Manon, con libreto adaptado principalmente por Henri Meilhac, el mismo al que le debemos el libreto de Carmen y de muchas operetas de Offenbach, Massenet prosiguió con su carrera ascendente en la lÃrica. Thaïs, otra de sus grandes obras, también recurre a las cortesanas.
Asuntos licenciosos, jugadores sin escrúpulos y rastacueros, fugas en diligencias, salones de juego y apasionado romance contra viento y marea siempre han gustado y su presencia en la literatura francesa y, en la ópera del siglo XIX, son más que evidentes: La dama de las camelias/La traviata es el mejor ejemplo.
Por cierto, una lectura favorita del personaje Margarita/Violeta es, precisamente, la novela Manon: un FF de que las pecadoras no tienen perdón divino. La Naná de Zolá sigue la misma ruta y la Santa del mexicano Gamboa cambia la tuberculosis por una enfermedad venérea como castigo divino.
No sólo Massenet se inspiró en la novela de Prévost. Puccini compuso su Manon Lescaut tomando las misma fuente literaria y con un libreto, obviamente, escrito en italiano, hecho que influyó decisivamente en que la ópera del verista desplazara a la del francés en casi todo el siglo XX. No quiero con esto decir que no se representara ni se grabara la ópera francesa y hay muy buenos ejemplo de ello.
En las últimas décadas, el interés por la obra de Massenet y el rescate de sus muy retadoras arias han ido ganando en adeptos, tanto entre los intérpretes como en el público.
Esta corriente que restablece y le hace justicia a la sugerente partitura francesa es la que nos permitirá apreciar en este hoy llamado Festival Centro HistoÌrico MeÌxico de una nueva producción que hace OÌpera de Bellas Artes (no quedaba de otra pues la anterior fue hace más de 40 años) de Manon.
Para las funciones de Manon en el Palacio de Bellas Artes se ha recurrido al director francés Alain Guingal en lo musical, selección que parece ser adecuada por su experiencia y el conocimiento del repertorio en lengua francesa. En lo escénico, el responsable es Antonio Algarra, quien con Manon hace su debut como director de escena para la oÌpera. El diseño de escenografiÌa e iluminacioÌn es de FeÌlida Medina, y el de vestuario, de Cristina Sauza. La coreografiÌa y el movimiento esceÌnico son de Evelia Kochen.
Se nos adelanta que la acción se traslada al ParÃs de 1940, antes de la ocupación nazi y que no hay ningún vestigio de su simbologÃa en esta versión; sin embargo, lo interesante de este perÃodo es, precisamente, la atmósfera enrarecida que se vivÃa en ParÃs en estos años, las manifestaciones de los sindicatos y los brotes antisemitas que presagiaban la tragedia cercana.
No se puede negar, hubo franceses pronazis y, con la ocupación, colaboradores, entre estos, gente del pueblo y, entre artistas y figuras connotadas, sobran los ejemplos: Cocó Chanel en el mundo de la moda y Celine, el gran escritor pero miserable ser humano, entre muchos otros. Entre los músicos, un gran simpatizante de los nazis fue Florent Schmitt, el mismo que gritó en defensa de Stravinsky en el estreno parisino de La consagración de la primavera, hace 100 y un años. Los compositores Cortot y Canteloube fueron también pro-alemanes o, al menos, cercanos a Vichy.
Todo lo cual tiene que ver con la época escogida por la dirección para extrapolarnos la trama. Pensamos que, más bien, se trata del presupuesto que serÃa mucho más elevado por los trajes de la época rococó, con el riesgoso agregado de convertirlos en vestuario del cine paródico y genial de Tin Tan.
La decisión tiene su doble filo. Cómo justificar los juegos de carta cortesanos, los raptos, Saint-Sulpice y otros detalles nada insignificantes de la trama. Recordemos que en 1940 reinaba el surrealismo en Francia ¿Será la intención de la puesta rendirle un homenaje a Breton?
Cantará MarÃa Katzarava (aka Alejandres) con patronÃmico original recuperado. Ella es una de nuestras mejores cantantes y, confiamos, será una Manon con toda la propiedad del caso. Arturo Chacón, tenor en ascenso en los escenarios internacionales, encarna a Des Grieux. Hasta aquÃ, buenos pronósticos que incluyen al director musical. Las funciones de Manon se llevarán a cabo diÌas 11, 13, 16, 18 y 20 de marzo en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes. Fotos: Ana Lourdes Herrera/OÌpera de Bellas Artes.
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