Por: Colaborador Invitado — 28 de febrero, 2008
Casi 18 años pasaron para presenciar los primeros acordes de Bob Dylan, eran las 8:40 pm cuando todo el Auditorio Nacional sonaba a Dylan. MÃtico personaje, de quijotesca figura, que vestÃa de negro, coronado por un sombrero que le daba un aire de judÃo mÃstico. Todos tenÃamos los oÃdos abiertos de par en par, también las damas enjoyadas que lo único que querÃan era rodar como piedras calientes.
Se podÃa oÃr el eco de Bob, esa voz rota, que esta noche ha invadido la ciudad de los chilangos; mexicas que adoran al poeta Dylan. No hubo parnafelaria en el escenario, sólo la enorme presencia del músico y su banda que hacÃa bailar al público. El músico de las palabras logró reunir a varias generaciones, ideologÃas y economÃas que le escuchaban encantadas al autor de la mÃtica Knocking on heaven’s door en lo que fue un concierto largamente esperado.
En el primer concierto de los dos que Bob Dylan ofreció en esta capital, destacó el blues con nostálgicos sonidos de folck; de country/blues, a gospel, rock and roll y rockabilly, con dosis de jazz y swing. El repertorio representó un recorrido por sus canciones más conocidas, tales como Rainy day women, It ain’t me babe, Watching the river flow, Masters of war y The leevee’s gonna break. A medida que el concierto avanzaba, el ritmo que emanaba de los músicos seducÃa al público. Nadie ha querido perderse el concierto, la fauna polÃtica fue vasta, quizá recordando los tiempos de rebelde y, por supuesto, tampoco han perdido esta oportunidad numerosos representantes del mundo de la farándula y los medios de comunicación.
Eran exactamente las 22: 45 cuando se escucho un alarido producto de las primeras frases de la canción que se ha convertido himno de la contracultura Like a Rolling Stone single arrebatador y demoledor, una metáfora alucinante de un “Ulises sometido a su Odisea expedicionaria”. Robert Allen Zimmerman hizo cantar a más de 10 mil personas que abarrotaron el Coloso de Reforma. En la cola de la barra un abuelo sesentón da la mano a una nieta de no más de 10 años. Es la metáfora para describir este encuentro intergeneracional en el que jóvenes y los que no lo son tanto se han dado cita para venerar a uno de los pocos mitos de la historia de la música contemporánea que consigue hacernos vibrar con su armónica.
En el aire de Reforma seguirá sonando por unos cuantos dÃas el eco de esa voz rota, el sonido inigualable de su armónica, mientras que la organización hace balance y echa cuentas. La última canción fue Blowin`in the wind, fuimos felices. Dylan se presentará el próximo viernes en la Arena de Monterrey, para finalizar sus presentaciones en México el 2 de marzo en el Auditorio Telmex de Guadalajara. Después viajará a Brasil donde las localidades para sus dos presentaciones se encuentran agotadas y seguirá a Chile, Argentina y Uruguay, donde concluirá su gira por Latinoamérica el próximo 20 de marzo. Con casi 40 álbumes, recibió en 2006 el galardón español PrÃncipe de Asturias de las Artes y obtuvo el Oscar a la Mejor Canción en 2001 por el tema “Things have changad†de la pelÃcula Wonder Boys.
Fotos: Fernando Aceves
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