Por: Enrique R. Mirabal — 1 de julio, 2011
Cuatro décadas en los escenarios -los más importantes del mundo-, respetado por la crÃtica y admirado por el público de ópera y los amantes del lied, Francisco Araiza celebra en México sus 40 años de vida artÃstica. Tan fácil como se dice y con la naturalidad con que canta Araiza, parecerÃa que un aniversario con 40 velitas es lo más común entre tenores. Nada más alejado de la realidad.
Pocos cantantes lÃricos han alcanzado esta cifra en buenas condiciones vocales, ya no digamos en óptimas. Una carrera meteórica de las que tanto gustan en impulsar los agentes, empresarios y los propios cantantes en estos tiempos, producen daños de incalculables consecuencias en las cuerdas vocales. No es necesario citar nombres, conocemos varios de estos ejemplos.
Todo lo contrario ha sido la evolución y consolidación de Araiza en los escenarios. Primero, haber escogido, en México a Irma González y, a comienzos de los 70 de la centuria pasada, los maestros idóneos en la Escuela Superior de Música de Munich y respetar sus consejos sin querer saltarse etapas: Mozart, primero, y Rossini, después, lo cual suena muy lógico para su tesitura con inicios como tenor ligero que se fortalece como lÃrico- spinto, el mexicano se incorpora en 1977 a la compañÃa de la Ópera de Zurich a la que pertenece hasta el dÃa de hoy.
A partir de entonces, escala una posición que lo lleva a la Ópera de Viena, al Metropolitan Opera House de Nueva York y al Covent Garden, Royal Opera House, en Londres y Scala de Milán, por citar algunas los más representativos teatros.
Sorprendente es la manera en que abre su diapasón hacia el repertorio verdiano, a los veristas y también a la lÃrica francesa: Una de las más hermosas versiones de las óperas de este repertorio, están grabadas en la voz de Araiza. Sus Werther, Romeo y Fausto marcan un hito en la interpretación vocal de estos papeles.
Hacemos la distinción entre lo vocal y lo dramático, no por considerar este último renglón como un punto vulnerable de su impronta sino todo lo contrario, para enfatizar su mesura, buen gusto y ausencia de aspavientos o tics que, en otros tenores, convierten en una insufrible velada el soportarlos en escena.
Araiza tiene un porte digno y elegante, se conduce a la altura de los roles (decenas de ellos) que le ha tocado llevar a escena y es considerado un histrión significativo en roles wagnerianos en Lohengrin y Los maestros cantores de Nüremberg.
En México, sus actuaciones mas no su contacto con el medio, se hicieron esporádicas en la última década, quizás a falta de producciones que lo retaran o por las que valiera la pena cruzar el Atlántico, máxime si consideramos su apretado calendario.
Salvo algunos recitales, es posible, rectificación de por medio, no haberlo visto en Bellas Artes desde Idomeneo alrededor de 1998 hasta su Florestán, en el Fidelio de Beethoven, que escuchamos en el Palacio de Bellas Artes en diciembre pasado.
Mención aparte su interés en la formación de nuevos cantantes, a través del concurso de canto que lleva su nombre, para promover talentos y cuyos resultados están patentes en varias carreras de artistas mexicanos en el exterior.
Festejemos pues al maestro Francisco Araiza en su cumpleaños número cuarenta en las tablas y confiemos en verlo y oÃrlo con mayor asiduidad por ésta su casa.
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A Paco Araiza tuve la oportunidad, rareza, de oirlo y verlo en el Palacio de Bellas Artes en 1977, prácticamente la última temporada decente, que se precie de serlo, en la que se representaron varias óperas, para el efecto, desgraciadamente, francamente medianamente representadas ya que se contrató a cantantes ya decadentes, como Ludovic Spiess (Trovatore), Eugeni Fernandi (Tosca) Luis Lima indispuesto (Faust, aunque en esta última Paul Plishka destaco como Mephistopheles, hasta aquà realmente fué decepcionante. La sospresa llegó con Die Zauberflôte de W A Mozart, Paco Araiza a quién habÃa escuchado en un grabación que realizó en Europa, por el sello Eurodisc, que casi nadie conocÃa en México, ¡que gran representación¡ salvó la temporada. Además lo escuché y và en un recital de el Winterreise de F Schubert en un Festival Cervantino, sensacional simplemente. para mà es sin duda el mejora cantante operÃstico mexicano que ha existido, escuchen su recital de Música Méxicana con Mariachi en un disco de la Deutsche Grammophone Geselschaft.