
Por: Enrique R. Mirabal — 30 de marzo, 2017
Festival del Centro Histórico: Del 30 de marzo al 16 de abril en la Ciudad de México….
Después de 33 años de diversa fortuna, El Festival se sostiene gracias a la perseverancia y entusiasmo de sus fundadores y, en especial, por la iniciativa de Francesca Saldivar, la mujer detrás (y al frente) de todo gran festival. Con vaivenes que reflejan el curso de los acontecimientos nacionales, el FCH no ha faltado a ninguna de sus citas anuales y, en este 2017, presume su pluralidad de géneros para todo público, incluidos los jóvenes y la convocatoria a espectáculos masivos de fuerte raigambre popular.
Como el de la Clausura en el que se le rinde homenaje a Dámaso Pérez Prado, él que hizo mover la cintura y los hombros con sensual cadencia a mexicanas y a medio mundo. Un concierto en la Plaza de la Constitución que celebra el centenario del músico cubano con la participación de Orquesta Filarmónica Juvenil Armando Zayas de la Ciudad de México, el pianista Héctor Infanzón y la Orquesta de Pérez Prado “Los Reyes del Mambo”.
Lo que podrÃamos nombrar el eje temático y artÃstico de las actividades musicales gira alrededor de los 450 años del nacimiento de Claudio Monteverdi (1567-1643), el primer gran músico en la historia del arte, con notables antecedentes, sin duda, el primero de los grandes, no sólo por mera rutina de clasificación sino por los méritos indiscutibles de su trabajo al haber enlazado la antigüedad clásica, pasando por el aggiornamento del renacimiento hasta los inicios del barroco y la fundación de un género que, hasta nuestros dÃas, con diversos matices, ha acompañado al devenir de todas las artes y, principalmente, ha estado vinculada a los momentos decisivos de cambio: la ópera.
De Monteverdi a Wagner, Mozart y Verdi por el camino, la ópera ha fungido como palanca que impulsa transformaciones: Wagner, por ejemplo. En el siglo XX, su élan se redujo y sus remanentes pueden sentirse aquà y allá pero no está la huella permanente a pesar de las composiciones de Richard Strauss, Arnold Schoenberg o de Bela Bartok.
L’Orfeo de Monteverdi es el paradigma de la ópera y la encargada de abrir el Festival del Centro Histórico hoy jueves 30 de marzo en el Palacio de Bellas Artes. La Orquesta y el Coro de Bellas Artes con los solistas Leticia de Altamirano y Josué Cerón encabezando el elenco darán vida a los personajes centrales, por supuesto, EurÃdice y Orfeo. La dirección musical es responsabilidad del italiano Guido Maria Guida, en otros tiempos, asiduo al podio de esta orquesta con resultados notables pero ausente de nuestra principal sala de ópera por varios años. Esperemos que Orfeo sea el renacer de una vieja amistad, por demás, de urgencia.
No es la primera vez que se presenta L’Orfeo en Bellas Artes en versión concierto. A causa de los siglos transcurridos desde su estreno en 1607, esta ópera ha sido susceptible de alteraciones, un poco por el imperativo de sustituir los instrumentos originales ya en desuso y casi imposibles de reponer.
Las reconstrucciones históricas con instrumentos originales han proliferado en la segunda mitad del siglo XX y hasta la fecha con obras del barroco, clasicismo y rococó. En esta ocasión se echa mano a una orquestación de Bruno Maderna (1920-1973), compositor y director de orquesta italiano que figuró entre las vanguardias de la segunda mitad del siglo XX. Curiosamente, compuso en 1962 una ópera basada en la obra de Federico GarcÃa Lorca, Amor de Don PerlimplÃn con Belisa en su jardÃn. Será muy interesante escuchar este acercamiento a Monteverdi desde la óptica (y la acústica) del siglo XX.
Otras sesiones dedicadas a Monteverdi corren a cargo del ensamble italiano La Venexiana, los dÃas 6, 8 y 9 de abril en el Anfiteatro Simón BolÃvar, una de las sedes del FCH. Tres diferentes programas, con el inicial marcado por una aproximación del jazz al cremonense ilustre. Para el segundo y tercer programas, los italianos cantarán los famosos Madrigales y VÃsperas para la BasÃlica de San Marcos. Monteverdi galore y qué bien.
Orquestas como la Sinfónica Nacional y la Filarmónica de la Ciudad de México, dirigida por Scoot Yoo, participan en el Festival con duplas de conciertos especiales con invitados notables: el director Ankush Kumarla junto con la violinista Lara St. John; además, el pianista británico Peter Donohoe que tocará dirigido por Carlos Miguel Prieto el imparable Cuarto concierto de Saint–Saëns, de altas exigencias técnicas y que demanda una musicalidad más allá de la pirotecnia.
El Quinteto de alientos de la Ciudad de México y, al piano, Silvia Cappellini Sinopoli, viuda del director, ofrece un homenaje al italiano Giuseppe Sinopoli, fallecido en 2001 y considerado como uno de los directores dedicados a la música de sus contemporáneos, sin olvidar el repertorio clásico y romántico. Ahora, conoceremos su faceta como compositor. En el programa del sábado 1 de abril en el Foro Castalia del Seminario de Cultura Mexicana (entrada libre), se escucharán también obras de Marco Sinopoli, hijo de Giuseppe, y de compositores mexicanos.
Hasta aquà lo más relevante de la música en el Festival del Centro Histórico en la Ciudad de México, un evento con más de tres décadas de tradición bastante menospreciado dentro del presupuesto capitalino que mucho ofrece a nuestra metrópoli para que por lo menos durante tres semanas se hable de ésta como la Ciudad de la Cultura y no como un “chiquero” donde la inseguridad, los manifestantes (acarreados) los pésimos servicios, entre estos la limpieza de las calles, y otros tantas barbaridades que se suceden como parte de nuestra cotidianidad. Presupuestos millonarios van y vienen y la cultura siempre seguirá valorándose como una necesidad de segunda o de tercera clase, nunca como un beneficio para la educación de la ciudadanÃa o por lo menos como un perfecto slogan polÃtico de la Secretaria de Turismo de la CDMX.
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