
Por: Claudia Magun — 14 de marzo, 2006
Se dice que ninguna otra agrupación musical se asocia más a la historia y a la tradición de la música clásica europea, se dice que sus integrantes son de los más disciplinados, que su estilo musical homogéneo no sólo se transmite de una generación a la siguiente y que en sus cimientos llevan ese deseo de proporcionar la calidad artÃstica digna de la inspiración de los compositores.
En fin, que la calidad técnica e interpretativa de la Orquesta Filarmónica de Viena, organismo fundado por Otto Nicolai en 1842, no se cuestiona. Su devenir histórico es ilustrado por las declaraciones de las incontables personalidades musicales que han estado vinculadas a ella, en el pasado y en el presente. Como la del compositor Richard Strauss que resumió: “toda la alabanza a la Filarmónica de Viena se revela como subestimación…â€.
Uno a uno de los integrantes han nacido músicos y apasionados por su trabajo. No se trata únicamente del sonido en sà mismo, condicionado por la étnica y escolástica uniformidad de su preparación. Su calidad también se aprecia en la unidad de su sensibilidad, en la alineación de sus impulsos musicales. Hay en esta Orquesta una destacable seguridad, caracterizada por la pura creación musical, fuerza y naturalidad innata de instintivas reacciones.
Para nosotros los capitalinos y los regios, que tendremos la oportunidad de asistir a la presentación de la Orquesta Filarmónica de Viena, en el Auditorio Nacional y en el Teatro de la Ciudad de Monterrey, respectivamente, esta invitación es una de las pocas ocasiones en que podremos degustar de ese enlace del arte musical con la pasión y entendimiento del creador y su obra.
Y si además, la escena se engalana con la presencia del maestro Riccardo Muti en el atril, la experiencia promete ser como un niño frente a la vitrina de una dulcerÃa o una mujer en una joyerÃa… Engolozinante.
Y sà esta velada va estar -aun cuando sea un poco o mucho menos Ãntima por el tamaño del Auditorio-, como el Concierto de Fin de Año 2006 (que anualmente ofrece el organismo vienés en su sede el Golden Hall del Teatro Musikverein), dirigido por el flemático Muti, quien como siempre con su elegancia, el matiz que da a las orquestas, la gran sabidurÃa con que suele ejecutar el repertorio y la pasión que despierta en el público, hizo de esa noche una experiencia colectiva donde la música fue el hilo conductor de una explosión de emociones.
Conocido por ser el director musical del Teatro de Opera La Scala de Milán -cargo que desempeñó desde 1986, hasta mayo del año pasado en que la orquesta y el equipo de La Scala votaron mayoritariamente para exigir la renuncia del director- Riccardo Muti, napolitano, nacido en 1941 y de signo leo, es considerado una de las mejores y controvertidas batutas del mundo orquestal, se le aprecia por ser riguroso y cuidadoso, pero se le acusa de ser déspota, tiránico y caprichoso, al extremo de que algunos lo comparan con una estrella de cine. En fin, asà son juzgados los genios.
En La Scala, Muti se destacó por explorar trabajos poco conocidos del repertorio neo-clásico, como Lodoiska de Luigi Cherubini y La Vestale de Gaspare Spontini.
Muti, quien en 1967 se convirtió en el primer italiano en ganar el prestigioso Premio Guido Cantelli de jóvenes directores, ha trabajado con algunas de las orquestas y festivales más reconocidos del mundo. Dirige el Maggio Musicale Fiorentino de 1968 a 1980; la Orquesta Filarmónica de Londres, a partir de 1972 (sucediendo a Otto Klemperer); la Orquesta de Filadelfia de 1980 a 1992, también es invitado regularmente por la Filarmónica de BerlÃn y el Festival de Salzburgo desde 1971, donde se le reconoce su labor con las óperas de Mozart. Asimismo, es un artista que encabeza con regularidad los carteles de los teatros de ópera de Filadelfia, Munich, Viena y Londres, además del Festival de Ravenna.
La relación entre el maestro y la Filarmónica de Viena inició hace 35 años en Salzburgo, cuando fue invitado a la producción de la ópera Don Pasquale, de Gaetano Donizetti. Desde entonces, la alianza ha sido tan fructÃfera e intensa que en el año 2001 recibió la “Medalla de Oro Nicolai†para honrar su excepcional contribución artÃstica. Muti, a su vez, ha señalado reiteradamente que la orquesta vienesa es “la mejor del mundo de habla alemanaâ€. Algunos instantes memorables de esta unión han sido: El Réquiem de Mozart durante el acto luctuoso por Herbert von Karajan en la Catedral de Salzburgo en 1989 y el concierto del 150 aniversario de la propia Filarmónica en 1992.
En el concierto que llevará a cabo la Orquesta Filarmónica de Viena en el Auditorio Nacional se interpretarán las obras: Obertura para “El arpa mágica†de Franz Schubert; SinfonÃa No. 35 “Haffner†de Wolfgang Amadeus Mozart; SinfonÃa No. 4 “Trágica†de Franz Schubert y Muerte y Transfiguración de Richard Strauss.
En definitiva, el éxito del concierto como suele ser, recae en los filarmónicos y Muti, que no se pueden permitir perder la primacÃa que da el prestigio que los avala, pero también es responsabilidad de los técnicos que tendrán que afrontar el reto acústico para ecualizar el sonido de un foro que no está precisamente acondicionado para disfrutar música clásica.
Sin embargo, a la Orquesta Filarmónica de Viena y al maestro Riccardo Muti vale la pena disfrutarlos sea donde sea… Oportunidad para ser testigos de cuando el acto musical se convierte en leyenda. ¿Será el Auditorio parte de la leyenda del maestro Riccardo Muti?
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