
Por: Arturo Carrasco — 19 de agosto, 2009
En 1930 Serguéi Eisenstein llega a México buscando llevar a la pantalla un proyecto que mostrara lo visto por el cineasta en los meses que viajó a lo largo y ancho del paÃs y que, a su vez, expresara la fuerza viva del paÃs vista en sus paisajes, fiestas, tradiciones y gente.
El resultado fue la realización del proyecto ¡Que viva México!, cinta que Eisenstein no pudo concluir por diversos problemas en la producción y que, de acuerdo a enterados, terminó por volverse su tragedia personal más grande.
Sin embargo, pronto el proyecto serÃa retomado por otros como Grigori Alexandrov –quien trabajara con el propio Eisenstein- para darle vida a partir de los apuntes e ideas de Eisenstein y finalmente proyectar la cinta en 1977.
Con una duración de 90 minutos, la pelÃcula está integrada por cuatro episodios: Sandunga, Fiesta, Maguey y Soldadera (no filmado) además de un prólogo México prehispánico y un epÃlogo DÃa de muertos.
Han pasado 70 años desde que surgió la idea de ¡Que viva México! y sin embargo, hoy dÃa, sus imágenes siguen tan vigentes en el México contemporáneo pues proyectan una historia de contradicciones, injusticias y lucha pero también de belleza, fiesta y alegrÃa.
El pasado 8 de agosto, el Teatro de la Ciudad, Esperanza Iris fue el foro ideal para la presentación de esta vanguardista cinta -en versión restaurada de la que se hiciera en 1977- que por si misma es un deleite y que en esta noche en particular llegó a más, pues la proyección de la cinta estuvo acompañada por la música de Nine Rain, grupo multicultural que se distingue por su mezcla de sonidos, ritmos e instrumentos de diversas culturas asà como por su interés en la creación de música novedosa con letras en inglés, español e incluso náhuatl.
En esta ocasión la banda conformada por Steven Brown, Nikolas Klau, Alejandro Herrera, José Luis DomÃnguez, Daniel Aspuru y Oxama, tocó en vivo el soundtrack que realizó para el filme –editado con apoyo del FONART-, el cual ya está a la venta en las tiendas y se puede calificar como un ejercicio experimental sonoro que no busca quitarle su propio sonido a una pelÃcula silente como esta que habla con las imágenes, sino más bien, manejar la música respetando la idea que del sonido pudo haber tenido el director.
Y es ahà donde se encuentra la virtud de este trabajo de Nine Rain para que el sonido de ¡Que viva México!, logre acompañar las imágenes de tal forma que la vuelve más vÃvida y cercana a nosotros gracias a la retroalimentación acústica, lograda por el rompimiento de barreras.
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