
Por: Oswaldo Valdovinos — 1 de noviembre, 2007
Lo imposible es sólo una referencia cuando se trata de ser tenaz. Pueden existir obstáculos, pesares, toda clase de trabajos engorrosos, problemas que a primera pueden parecer infranqueables pero que, gracias a la agudeza, el sentido del humor, la buena suerte y sobre todo la voluntad por hacer las cosas, siempre tienen solución. Y si no dÃgalo Bruno, tenacitino a buena ley, hijo de Francisco (oriundo del pueblo de El olvido) y Amalia (digna representante del pueblo de La tenacidad), quien desde antes de nacer sabÃa ya lo que le esperaba.
Y no es que le emocionara dejar el vientre materno, pero la verdad es que ya le “andaba†por conocer ese mundo del que tanto le habÃa hablado su mamá: las calles, los sembradÃos, la gente, los camiones destartalados, los caminos, el sol, pero más que nada “el destino y la incierta situación económicaâ€, motivos por los cuales se empeñaba en nacer pero ya, a pesar de los esfuerzos de su madre, quien como buena tenacitina no lo dejó salir hasta que llegaron a su pueblo natal.
A partir de ese momento Bruno será testigo de las vicisitudes que sus padres tendrán que enfrentar para establecerse en “Los maizalesâ€: desde la enfadosa pista de patinaje que por disposición oficial, y para evitar conflictos entre las familias tenacitinas, las autoridades decidieron hacer justo encima de los sembradÃos; los trámites burocráticos para, precisamente, quitar esa absurda pista (nadie en La Tenacidad sabÃa patinar); no tener casa ni comida y vivir de la caridad de los vecinos; no encontrar al tÃo Luis cuando era él quien debÃa estarlos esperando, hasta el más grave de todos: la partida de Francisco, quien en su apuro por estar más de tres meses inactivo y por temor a olvidar todo lo aprendido en la escuela de AgronomÃa, decide irse a la Frontera en busca de fortuna, dejando a su paso un polvo negro, que más tarde sabrán los tenacitinos no es otra cosa que la desesperación que amenaza con acabar con todas las cosechas.
Asà pues, a partir de este hecho, Bruno y su madre recurrirán a todos los medios para dar con Francisco, en un recorrido que los llevará al pueblo de El Silencio, donde encontrarán al tÃo Luis, quien a pesar de estar huyendo de su pasado (encarnado en un jinete negro) les ayudará a llegar hasta el pueblo de El olvido. Ahà encontrarán a la familia de Francisco, quien a su vez los conducirá a La Tranquilidad, lugar en el que tendrán dos nuevas compañeras: Paula, esposa de Alberto, hermano de Francisco, y Adriana, una niña de 9 años y prima de Bruno. Con ellas, y gracias a las mentiras de Adriana (ella, al igual que su madre, lee los pensamientos de la gente) irán a La Capital, de donde huirán para no terminar igual de grises que todos sus habitantes, hasta llegar a El Recuerdo, donde finalmente la tÃa Helena les dará noticias de sus maridos. De ahà emprenderán el último viaje hasta La Frontera, donde tendrán que sortear un último obstáculo antes de regresar a tiempo para salvar a La tenacidad.
Todo lo anterior es la trama de Una travesÃa imposible, de Javier Malpica, publicada por Alfaguara en su colección Alfaguara infantil, obra infantil con la que ganó el Premio Juan de la Cabada 2002.
A pesar de ser una puesta dirigida a un público infantil de 10 años en adelante, Una travesÃa imposible también alcanza al lector joven y adulto sin mayor problema por abordar un tema caracterÃstico de las sociedades latinoamericanas: la migración hacia la frontera Norte en busca de una mejor forma de vida, y las implicaciones sociales y económicas de dejar una familia en el lugar de origen.
Desde esta perspectiva, y con una narrativa ágil, divertida, con toques de realismo mágico, una inventiva sutil en la construcción de personajes, un tono humorÃstico y una mirada crÃtica a la realidad de la sociedad contemporánea, Malpica construye, paradójicamente, una metáfora del destino y los altibajos de nuestro paÃs (aunque en realidad puede ser de cualquier paÃs latinoamericano) en la que los personajes encarnan los pensamientos y los sentimientos de quienes se ven en la necesidad de cruzar la frontera.
De este modo, por ejemplo, si bien la historia es una metáfora de la realidad, no se descuida en ningún momento la verosimilitud en la construcción de la trama misma, pues aunque los ambientes de cada uno de los pueblos están trazados acorde a cada uno de los nombres respectivos (en El Silencio nadie habla, la gente se comunica de manera escrita, y por lo mismo quien está mucho tiempo en ese lugar corre el riego de perder la voz; en La Tenacidad la gente puede pasar por necia, pues es tanto el esmero en hacer las cosas que pueden llegar a situaciones extremas con tal de conseguir lo que buscan), la mirada objetiva es latente en la problemática central de cada caso: la gente vive en el silencio, en los recuerdos, en el optimismo, en la tranquilidad… caracterÃsticas que definen la manera de ser y actuar de los personajes.
Asà pues, Una travesÃa imposible, es una obra en la que a pesar de la situación desesperanzadora de la migración ilegal a nuestro vecino del Norte, lo único imposible es, precisamente, divertirse y quedarse con cierto optimismo.
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