Sibila, buenos augurios para las artes

Por: Enrique R. Mirabal — 7 de diciembre, 2007

Circula entre nosotros una revista española de arte, música y literatura que aparece con calendario cuasi estacional, tres veces al año, una periodicidad razonable y lógica en el mundo de los impresos y viene a insertarse en el panorama cultural mexicano con el mismo interés y curiosidad con que desvela textos, partituras y cuadros de su país de origen. Sibila es el nombre de la revista que, seguro, el lector ha de haber descubierto entre las no muy variadas ofertas editoriales del género y, de cierto, salta a la vista -y al tacto- por su elegante mas austera presentación.

Sibila, revista de colección diseñada por Joaquín Gallego Como agorera de las bellas artes y con la emblemática pitón en su logo, Sibila apreció en 1995 a manera de proyecto idealista para la difusión de contenidos de alto nivel artístico y escaparate de talentos consolidados y otros no tantos. El registro de la vida cultural española necesitó un impulso definitivo que vino -no podía ser de otra cuando el estado no tiene la capacidad o la voluntad de hacerlo- de la mano de la banca, en particular, BBVA, la misma fundación que sentó sus reales, literal y metafóricamente hablando, en México desde hace unos años. Con el apoyo del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, Sibila aspiró su segundo aire y, en septiembre de este 2007 que fenece, comenzó a distribuirse en nuestro país. De hecho, el número de abril que tenemos a mano, introduce, en medio de un conglomerado peninsular, a escritores como Gonzalo Rojas y Manuel Cuautle.

Sin duda alguna, puesto que se percibe desde la primera (h)ojeada, la poesía ocupa un lugar predominante en la revista pero el término se extiende al grueso de los textos que la componen aunque hayan sido escritos en prosa o con un toque ensayístico. Partituras, un CD anexo con la Música para piano de José Manuel López López y el inserto en páginas centrales de la obra plástica de José Manuel Broto, pertenecientes a la serie Música de la Luz, en colaboración con partituras del mencionado López López redondean este número que presume asimismo textos de Juan Vicente Piqueras, Eduardo Halfon, Andrés Barba, José-Miguel Ullán y poemas de Glyn Maxwell entre otros.

El diseño de la revista es de Joaquín Gallego quien no necesita presentación en este medio y, en el consejo editorial, destacan los músicos Luis de Pablo y Cristóbal Halfter, este último, el de mayor prosapia entre los vivos de la península, procedente de una familia que tuvo ramificaciones entre los españoles exiliados en México que mucho tuvieron que ver con el renacer de nuestras artes. Cristina Iglesias, Mercedes Monmany, el ajonjolí de todos los moles, Mario Vargas Llosa…

El papel con el que se imprime Sibila es de Amalfi fabricado por la casa Amatruda: placer táctil, visual y, con el tiempo, olfativo en una revista coleccionable y acariciable.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.