 
						Por: Claudia Magun — 1 de mayo, 2006
 Sergio Magaña (1924-1990), es uno de los pilares de la dramaturgia mexicana, parte de esa histórica generación de escritores del medio siglo a la que también pertenecen Emilio Carballido, Luisa Josefina Hernández, Miguel Guardia, Jorge Ibargüengoitia, Olga Harmony y Jaime Sabines
 Sergio Magaña (1924-1990), es uno de los pilares de la dramaturgia mexicana, parte de esa histórica generación de escritores del medio siglo a la que también pertenecen Emilio Carballido, Luisa Josefina Hernández, Miguel Guardia, Jorge Ibargüengoitia, Olga Harmony y Jaime Sabines
Sus inicios en la literatura fueron marcados por la novela “Los suplicantes” que data de 1942. A Magaña se le puede considerar de los autores más polifacéticos, rebaso la creatividad literaria, escribiendo varios de géneros, de las primeras comedias modernas: “Rentas congeladas” (1960) y “El mundo que tú heredas” (1979); de las primeras incursiones mexicanas del llamado teatro de hechos o documental: “Los motivos del lobo” (1965) y del primer texto dramático mexicano con trama policiaca: “El pequeño caso de Jorge LÃvido” (1958). Otros de sus grandes textos dramáticos son “Cortés y la Malinche” (1967) y “SantÃsima” (1980).
 Su producción teatral es un muestrario de creatividad que va desde el más importante fresco urbano (Los signos del zodÃaco) a la primera gran tragedia del teatro mexicano (Moctezuma II, una exploración de la tragedia mexicana desde su raÃz), a la sátira histórico-polÃtica (Las argonautas, Cortés y La Malinche) y a la comedia, donde incursionó con “Ensayando a Moliere” (1966). Dentro del teatro infantil exploró -junto con Carballido, amigo, cómplice y “contlapacheâ€, como el mismo autor decÃa- el difÃcil arte para los niños con “El viaje de Nocresida” (1953).
 Su producción teatral es un muestrario de creatividad que va desde el más importante fresco urbano (Los signos del zodÃaco) a la primera gran tragedia del teatro mexicano (Moctezuma II, una exploración de la tragedia mexicana desde su raÃz), a la sátira histórico-polÃtica (Las argonautas, Cortés y La Malinche) y a la comedia, donde incursionó con “Ensayando a Moliere” (1966). Dentro del teatro infantil exploró -junto con Carballido, amigo, cómplice y “contlapacheâ€, como el mismo autor decÃa- el difÃcil arte para los niños con “El viaje de Nocresida” (1953). 
“Su teatro es realista, pero no costumbrista. Analiza la realidad, siguiendo al otro gran maestro, Usigli, es decir, con la base de los métodos del pensamiento moderno: sicologÃa, sociologÃa, antropologÃa, marxismo, lingüÃstica…â€, Moisés Palacios, investigador.
 En el año de 1946, unido a Emilio Carballido, Jaime Sabines, Luisa Josefina Hernández, Rosario Castellanos y Rubén Bonifaz Nuño, forman la sociedad literaria Atenea, que tiempo después se convirtió en el Grupo Teatral de FilosofÃa y Letras. Esa compañÃa montó, en 1947, “La noche transfigurada” y un año más tarde, “La triple porfÃa”.
 En el año de 1946, unido a Emilio Carballido, Jaime Sabines, Luisa Josefina Hernández, Rosario Castellanos y Rubén Bonifaz Nuño, forman la sociedad literaria Atenea, que tiempo después se convirtió en el Grupo Teatral de FilosofÃa y Letras. Esa compañÃa montó, en 1947, “La noche transfigurada” y un año más tarde, “La triple porfÃa”.
Es aquà –explica Palacios–, donde toma el camino del teatro y del pensamiento escénico del que surgirÃa la antropologÃa del teatro mexicano moderno, ése que no siempre necesitó de un espacio teatral como tal para manifestarse, pues le bastaba un estudio, la sala de una casa o la recámara del propio Magaña para existir.
A finales de los cuarentas tomó clases con su admirado “irredentoâ€, por su método draconiano, Seki Sano y con Rodolfo Usigli, quien no soportó la insolencia milenaria de Magaña y lo corrió de sus clases.
 Ya consagrado como dramaturgo escribió su primera gran obra naturista: “Los signos del zodiaco”, (1951), un drama en tras actos con música incidental de Blas Galindo y escenografÃa de Julio Prieto, que fue estrenada por Salvador Novo en el Palacio de Bellas Artes. Desde ahÃ, el autor michoacano se convirtió en un dramaturgo ambicioso y trascendental, un clásico de nuestro teatro.
 Ya consagrado como dramaturgo escribió su primera gran obra naturista: “Los signos del zodiaco”, (1951), un drama en tras actos con música incidental de Blas Galindo y escenografÃa de Julio Prieto, que fue estrenada por Salvador Novo en el Palacio de Bellas Artes. Desde ahÃ, el autor michoacano se convirtió en un dramaturgo ambicioso y trascendental, un clásico de nuestro teatro. 
De esta obra, Magaña dirÃa: “Está llena de ambición y deberá revolucionar el teatro mexicano. Lleva el mensaje que yo quise y las palabras que yo siento. Es realista, pero no verista. Es mexicana pero no local y, si como creo, logré mis intenciones, no será una obra temporal sino que se colocará más allá de nuestros dÃas. Aspira también, por pretensión muy comprensible a mis años, a colocarse entre las obras del teatro universalâ€.
 Dramaturgo por vocación; crÃtico teatral, maestro, burócrata, guionista, jurado de concursos y otros mil empleos, Sergio Magaña –nacido en Tepalcatepec, estado de Michoacán, donde fue declarado Hijo Predilecto en 1971- fue un artista polifacético e innovador que  incursionó en los terrenos de la narrativa, la crÃtica, la composición musical y, sobre todo, el teatro…
 Dramaturgo por vocación; crÃtico teatral, maestro, burócrata, guionista, jurado de concursos y otros mil empleos, Sergio Magaña –nacido en Tepalcatepec, estado de Michoacán, donde fue declarado Hijo Predilecto en 1971- fue un artista polifacético e innovador que  incursionó en los terrenos de la narrativa, la crÃtica, la composición musical y, sobre todo, el teatro… 
En homenaje a su trayectoria y aportación, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y su Coordinación Nacional de Teatro le rindieron el pasado 27 de abril, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, un homenaje donde se presentó el libro “Una mirada a la vida y obra de Sergio Magaña 1924-1990â€, escrito por Rodolfo Obregón, Director del CITRU. Además, se llevó a cabo la mesa redonda “Sergio Magaña: Actitud multidisciplinaria en el arte escénicoâ€, donde participaron Germán Castillo, Mauricio Jiménez, Virginia Gutiérrez y Angelina Peláez.
“Maestro de maestros, artista eterno muy a pesar de él mismo y fundamento basal del edificio del teatro mexicano, Sergio Magaña es muy a su pesar y muy a nuestro favor y fortuna, presencia total en la cultura sempiterna de México, exhibiendo para siempre la realidad teatral del ser humanoâ€, Moisés Palacios.
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