Peter Brook hacia un teatro primero

Por: María Teresa Adalid — 2 de abril, 2007

El hombre del concepto espacio vacío, Peter Brook nos visitó en México con la producción Sizwe Banzi está muerto. Un buen momento para reflexionar sobre la propuesta del teatro primero: ¿Qué elementos integran el teatro brookiano?, ¿Cuáles son los parámetros del espacio?, ¿Qué virtud busca en el actor?, ¿Por qué la obsesión con la circunferencia?

Peter Brook hacia un teatro primero de Georges Banu Georges Banu, crítico, dramaturgo y experimentado conocedor de las artes escénicas nos ofrece el libro: Peter Brook hacia un teatro primero; una aproximación como testigo ocular y guía para los lectores en el transitar de Brook y su faceta en el Teatro Bouffes du Nord, en Francia.

“Brook nunca será un hombre de rupturas, siempre de transiciones”, dice el autor y eso es innegable, Brook dejó la Royal Shakespeare Company en 1970, sin embargo, antes de arribar a Francia, ya se encontraba en una búsqueda de ejercicios que más tarde se concretarían en el Centro de Investigaciones Teatrales en París, ese ha sido un espacio intermedio entre culturas y razas que le permite crear. Llegó a Francia por la atracción particular de su teatro, no tanto por su cultura.

El libro nos lleva en una travesía hacia las producciones internacionales más notables del creador, iniciando con Timón de Atenas de William Shakespeare, estrenada el 15 de octubre de 1974 en el marco del Festival de Otoño en París, Ubú en Bouffes (1977) El hueso y la conferencia de los pájaros (1979) La Tragedia de Carmen, (1981) El jardín de los cerezos (1981) La Tempestad (1990) hasta La tragedia de Hamlet realizada en el 2000.

No está estrictamente dividido en capítulos, se asemeja a una tormenta de ideas que se subdivide, bifurca en múltiples temas y que pueden ser leídos de manera indistinta. Georges relata experiencias adquiridas como espectador para entender el todo de la obra brookiana sugiriendo en momentos hasta su propia hipótesis; de ahí que retome en otro tópico alguna idea para perfeccionarla o reafirmarla.

Se sumerge en la perspectiva teórica estetoscópica tan marcada en el director londinense vinculado con lo redondo, el círculo y la espiral porque capta y distribuye las energías; para el hombre, el centro queda justo en el corazón, y el máximo círculo es la esfera en el mundo que se entrelaza con la órbita del teatro. Banu, se detiene en los pequeños detalles de algunas puestas en escena y resalta ampliamente su “alejamiento” momentáneo del teatro occidental para dar origen a producciones con alta dosis cultural de oriente y Africa como Mahabarata (1985) y La muerte de Krishna (2004).

Peter Brook hacia un teatro primero de Georges Banu Podemos sintetizar tres claras referencias en el teatro brookiano: Grotowsky, Shakespeare y Brecht. La estética austera de Grotowsky, no la practicó Brook con rigor, sin embargo reconoce el teatro sagrado y el teatro tosco, (donde también sitúa a Beckett) sin embargo Brook se guía por el teatro inmediato y más tarde retoma el teatro como vehículo de una identidad Grotowskyana. La marca indeleble en el mundo del teatro de Brook es el libro El espacio vacío, es el concepto al que asoció todo su teatro, pero hay que entender que vacío no es sinónimo de desnudo, como simple no significa hueco, he aquí una noción clave en Brook: El teatro Isabelino. Todo el Bouffes du Nord se inspiró en el modelo isabelino. Hizo avanzar el espacio de representación sobre el público, dispuesto alrededor del acto dramático.

Esta referencia isabelina continúa siendo la referencia utópica del director que suprimió todos los elementos de separación con el público, todo enmascaramiento, la iluminación brilla, es plena, los actores son su propio apoyo en el área de actuación de vuelta circular, y diseño de circunferencia que suscita participación.

Un tema escudriñado es la relación con sus actores y en especial con los cuatro pilares de su compañía que han cabalgado más de treinta años a su lado, y que indiscutiblemente son la síntesis de su identidad, me refiero a sus cómplices provenientes de todos los lugares apartados: Bruce Myers que remite a Inglaterra, Yoshi Oida a la atracción por Asia, Maurice Bénichou a Francia y Sotigui Kouyaté a Africa. Estos actores -ahora un tanto envejecidos-, son la cuadratura del círculo de Brook, su propio autorretrato, son testigos de la cultura a la cual pertenecen. El director cree en la multiplicidad y esta incluye la mirada, el público y los actores. El equipo pluriétnico es un principio brookiano sin el cuál jamás le podremos entender.

Brook escoge actores formados, pero que todavía estén “abiertos” y “dispuestos” con los que trabaja sobre una alfombra porque “influye sobre la forma de caminar de los actores”. El director afirma que el actor africano le brinda “una identidad bien afirmada, rasgos destacados, acento polémico, respecto de los valores defendidos por occidente y a continuación el gusto por el carácter tosco y poco pulido” el director nunca habla de perfección sino de que el actor actúe junto con el personaje.

Peter Brook hacia un teatro primero de Georges Banu El escenario es el lugar de creación donde todo es factible, se pueden invertir los sexos, “ser libre respecto de todo determinismo previo, en nombre de una libertad absoluta de las decisiones: un hombre puede interpretar a una mujer, un adolescente a un viejo, y así permutaciones al infinito” en el teatro de Brook estamos en el territorio donde todo es posible, blancos interpretan a negros y viceversa, sin la menor reticencia, el color es lo de menos aunque en algunas ocasiones como lo marca el libro en el personaje de Próspero, en La Tempestad se puede usar el color bajo otra perspectiva, en esta producción de 1990 Sotigui Kouyaté interpretó al legítimo duque de Milán.

La escenografía mínima reafirma el gusto por lo concreto en la escena y no distrae la vista, la intención es dejar paso a la actuación libre; la técnica Brookina propone improvisación junto con la asistencia y guía del director focalizado en la calidad de la actuación. El actor propone en el texto y espacio, no es un títere que recibe indicaciones de cómo pararse y en qué momento utilizar toda su energía, algo que distingue a sus actores es que albergan una cierta cantidad energética, no la desperdician inútilmente.

Algunas líneas están dedicadas a su relación secreta con Beckett, con quien no estaba del todo familiarizado hasta que finalmente le montó en 1996 con Los días felices.

Marie-Héléne Estienne es un personaje esencial para Brook, en la producción traída a México realizó la adaptación al francés de Sizwe Banzi está muerto, es su colaboradora constante, así como Nina Parry es su fiel asistente y brazo derecho.

“Brook nunca será un hombre de una sola verdad” se lee en alguna frase del libro, después de pasar por múltiples metamorfosis y a más de treinta años de haberse escrito El espacio vacío, Brook sigue presente y vigente en la escena dramática. Sea pues Peter Brook, Hacia un teatro primero en Ediciones Artes del Sur, un libro de consulta y referencia para todos los ávidos lectores de teatro y seguidores del hombre enamorado del círculo, una marca indeleble en nuestro teatro contemporáneo.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.