
Por: Gabriel Reyes — 9 de mayo, 2014
La Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario fue el recinto que, el pasado sábado 26 de abril, hospedó al cuarteto Lluvia de Palos, quienes presentando su más reciente trabajo discográfico Tlaltekuinilistli dejaron muy claro que esta propuesta sonora se arriesga a partir de las percusiones emitidas por instrumentos prehispánicos. En esta presentación que llevó la dirección del lider del grupo José Navarro y las percusiones de Manuel Andrade, Luis Miguel Costero y Samir Pascual interpretaron temas principales de Tlaltekuinilistli.
Desde el 2000, este conjunto de música y danza contemporánea que se ha dado a la tarea de buscar de modo exhaustivo en la cultura mexicana, las raÃces precolombinas de la literatura, danza y música ha creado su propia filosofÃa sonora, un concepto que lleva como eje conceptual música de nuestro tiempo mezclada con sonidos que emergen de instrumentos de percusión precolombina, principalmente los grandes percutores: huéhuetles y teponaztlis.
En su propuesta, Lluvia de Palos también llega a utilizar los pequeños percutores, ayotl o caparazón de tortuga, omichicahuaztlis y cuauhchicahuaztli o raspadores de hueso o madera, ayacachtli o sonajas de diversos materiales, tenabaris o capullos de mariposa, chicahuaztli o bastón sonador y algunos aerófonos de barro o caña, entre otros tantos elementos que se suscriben en legendarias piezas que surgen de la naturaleza y que como dice José Navarro, en su escucha “consuelan a los mortales, recrean las fiestas y sirven como viÌnculo de comunicacioÌn entre dioses y humanos”.
En el caso particular de la presentación de Tlaltekuinilistli, Lluvia de Palos experimenta una exploración sonora y corporal que se basa radicalmente en las percusiones y en el lenguaje puro de las tan diversas voces precolombinas que, sin duda, en su alma conllevan danza. Es decir, la voz de nuestros antepasados, aquella que se dice desde las entrañas de nuestra historia.
Pero, mejor vayamos al momento vivido… Más Ãntimo no pudo ser el concierto. Mejor dicho, necesario fue encontrarse con la propia intimidad de las raÃces: tal cercanÃa con lo autóctono que en nosotros los mexicanos todavÃa existe, debe vivirse y revivirse como un reencuentro codo a codo con la estirpe, con la historia que nos constituye.
Advirtiendo tan copiosa concurrencia me apresuré a ocupar un lugar en la Sala. Lugar que en sÃ, no estaba en la Sala, sino en el espacio que la música nos proporciona. Fue asà que me apresuré a ocupar el lugar que Lluvia de Palos me ofrecÃa.
Nadie podÃa imaginar la voz que se pronunciaba desde el maÃz, como una voz que emergÃa desde la tierra, ahora puesta en la partitura. La música, pienso, va más allá de toda lengua, de toda época, de todo sÃmbolo: la música, está hecha desde el impulso que es la música.
Fue asà como los ritmos del cuero, el caparazón, de la madera, se hicieron presentes. Sin demeritar la capacidad musical de cada uno de los integrantes de Lluvia de palos, quiérase o no, la música tomó posesión de ellos; como si se tratara de un canal donde fluÃa la esencia de las notas, la de la tierra.
En Tlaltekuinilistli, el lenguaje está presente en sÃ, porque en la percepción de Lluvia de palos, la música no es sólo un concepto: la empatÃa que con la música mexica sostiene, reinventa su trabajo más allá de la historia, la voz de la sangre pasada ahora revive a través de su espÃritu, como si fueran hueÌhuetles o teponaztlis o otros tantos instrumentos precolombinos… “Tlaltekuinilistli es articulada por la cosmovisioÌn mesoamericana. En su escencia, nos acercamos al acto ritual, como al universo riÌtmico, numeÌrico y ciÌclico de nuestros ancestros”, JoseÌ Navarro.
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