Cantar desde el interior

Por: María Teresa Adalid — 16 de mayo, 2006

María Regina presento en el CENART Anochecido nació el bolero Convocar al ritmo en el arte creador es remitirnos a un mundo de belleza, encontrarse en medio de tonalidades que se han consolidado y han reconocido al bolero como uno de los géneros más disfrutables y emotivos que tuvo su origen en Cuba.

Ya en nuestro país, y al transcurrir de los años, encontramos que el bolero sigue siendo un género consentido, quizá por remitirnos a ese aroma a melancolía, siempre tan necesario y latente en nuestras vidas.

Para la cantante María Regina el bolero adquiere en esta faceta de su vida un significado múltiple al ser el género escogido para presentar su primera producción independiente, y por ser un género que indudablemente remueve viejas heridas.

María Regina presento en el CENART Anochecido nació el bolero “Hace muchos años lo elegí (al bolero) porque es un género que me permitió tocar fondo. Utiliza de manera despiadada palabras como ‘nunca’, ‘jamás’ o ‘siempre’; crea frases que denotan dependencia, que exigen la presencia del ser amado en nuestra vida, como solución única. Desborda esa necesidad enfermiza del otro”.

Características únicas que solo el hombre puede llevar al extremo, no por eso ha sido el género en el cual grandes compositores se han perpetuado en la historia gracias a esas historias de amor, pasión y deseo en sentido poético, como de las que nos habla el Flaco de Oro, Agustín Lara, en sus composiciones.

En esos parámetros de bolero clásico, María Regina presentó en las instalaciones del Centro Nacional de las Artes su más reciente producción, cuyo título “Anochecido nació el bolero”, nos refiere a la noche y al universo donde los amantes se encuentran, porque para la cantante el bolero significa “una botella lanzada a la mar con un ‘yo sufro sin dueño’, como una alfombra vieja que conserva pasos de una vida que ya fue, dentro de algún bar que resuma tristeza, humo de cigarrillos y alcohol”.

María Regina refiere que tuvo sus primeros acercamientos al bolero debido a la carencia de estímulos intempestivos, a la falta de experimentar su propia intimidad.

María Regina presento en el CENART Anochecido nació el bolero “Me iba muy bien interpretando las canciones de moda, era joven y disciplinada. Pero todas las noches después de cantar, me quedaba un gran vacío lleno de ecos del pasado. Era una de esas mujeres que aman demasiado, de amores tormentosos, y el bolero me permitía una catarsis cada noche. Lloraba a gusto. No había otro género que me tradujera tan bien”.

“En mi juventud descubrí a Chalo Cervera: él no me eligió, yo lo perseguí a él. No confiaba en mí, por mi edad. Él había sido director de orquesta de Agustín Lara y entonces lo acosé, hasta que me escuchó. Me acompañó varios años, fue un gran maestro para mí”.

“Anochecido nació el bolero” lo conforma una selección de 12 temas clásicos que cobran un tratamiento distinto a partir de los arreglos para voz, guitarra, violonchelo y percusión latina de José Tabares, bajo la producción de Arturo Ángeles. Incluye temas como: “Cuando me dices mi amor”, de Marcial Alejandro; “Cáncer” y “No te vayas, no”, de Álvaro Carrillo; “Morenita mía”, de Armando Villarreal; “Canción del alma”, de Rafael Hernández; “En nosotros”, de Tania Castellanos; “Ay amor”, de Ignacio Villa; y “Pensando en ti”, de Alfonso Torres; entre otros.

María Regina presento en el CENART Anochecido nació el bolero En este disco, como en cualquier producto artístico, se necesita recurrir a la mente, voluntad y a mantener una disposición creativa interior, abierta para explorar las leyes que gobiernan la naturaleza del hombre. María Regina manifiesta que las cualidades de este disco apelaron al sentir.

“Suplicar al sentimiento. A sentir el bolero de otra forma, con otra sonoridad. Sin muchos artificios, sin exactitudes vocales, ni virtuosismos. La virtud de la emoción y nada más. Desde luego no hablo de una emoción desbocada, desordenada; me refiero a esa emoción que puede correr a la par de la disciplina”.

Cantar bolero es cantar una verdad artística para lo cual hay que recurrir a la imaginación, a los recuerdos, a exorcizar el interior cuya melancolía tristeza y arrebatos una vez en la lastimera penumbra ascienden para volver a resurgir y cantar en la luz con una mirada interior, con la fuerza de la voz y en los acordes del bolero.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.