Abdiel Antonio Vázquez Fortozo ganador del V Concurso Nacional de Piano Angélica Morales-Yamaha

Por: Colaborador Invitado — 1 de noviembre, 2006

En el ámbito músical, el piano es uno de los más requeridos y gozosos, tanto por el público, como por parte de los intérpretes…

Este melodioso instrumento creado a partir de la visón de Bartolomeo Cristofori de Papua, inventor del pianoforte – de los cuales han sobrevivido, hasta hoy, tres que supuestamente datan de la década de 1720-, ha sido y es predilecto de grandes compositores y sus partituras.

En nuestro país uno de los escalafones más singulares para aquellos artistas que quieran y estén dispuestos a sobresalir en este difícil arte es el prestigiado Concurso Nacional de Piano Angélica Morales-Yamaha, que desde su fundación en 1995, ha tenido una gran trascendencia para nuestro medio musical, no sólo por el estímulo que representa para el desarrollo de los talentos pianísticos de México, sino también por la oportunidad que les ofrece de iniciar una carrera profesional.

“La principal cualidad de los participantes, a evaluar en la competencia, es un talento evidente. Todos sabemos cuando un músico nos está hablando en su idioma que es la música. La segunda, es una disciplina de trabajo que le permita montar todo el repertorio que se le pide, que es mucho. Para esto se necesitan muchas horas de estudio, más una buena guía, de preferencia. Esas son los dos condiciones principales, todo lo extra musical sale sobrando”, María Teresa Frenk.

Los participantes mexicanos y extranjeros residentes en nuestro país, disputaron los siguientes premios: primer lugar, 60 mil pesos, medalla, diploma y un piano Clavinova Yamaha CVP-307. Además, de la contratación para ofrece un recital y un concierto con cada una de las siguientes orquestas: Sinfónica Nacional, Filarmónica de la Ciudad de México, Sinfónica Carlos Chávez, Filarmónica del Estado de Querétaro, Sinfónica de Aguascalientes, Sinfónica de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, Sinaloa de las Artes y Camerata de Coahuila.

El segundo lugar se le otorgaron 40 mil pesos, medalla, diploma y un piano Clavinova Yamaha CLP-270. Para el tercero le representó 30 mil pesos, medalla y diploma. También se premió la mejor interpretación de la obra obligatoria con 10 mil, y un premio Yamaha a la mejor interpretación de Bach, consistente en cinco mil pesos.

Este año, en esta su quinta edición, fueron 38 jóvenes pianistas los que se inscribieron a este Concurso convocado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes a través del Instituto Nacional de Bellas Artes. En la final, que se llevó a cabo el viernes 27 de octubre en la sala principal del Palacio de Bellas Artes, los pianistas fueron acompañados por la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la batuta huésped de Juan Carlos Lomónaco. El jurado fue constituido por los pianistas Genevieve Bergold, Alberto Cruzprieto, Manuel Delaflor, Mauricio Náder y María Teresa Frenk.

La ceremonia de premiación del V Concurso Nacional de Piano Angélica Morales-Yamaha, fue una noche de nervios y expectativas donde con una brillante interpretación del Concierto No. 3 , de Rachmaninov, el regiomontano Abdiel Antonio Vázquez Fortozo, de 22 años, obtuvo el primer lugar; a este joven pianista le espera un futuro académico de gran trascendencia, próximamente iniciará la maestría en la Manhattan School of Music de Nueva York. Por su parte, el segundo lugar fue para Laura Villafranca González, de 24 años, quien también obtuvo el premio a la mejor interpretación de la obra obligatoria y tocó el Concierto No. 1 de Tchaikovski. La tercera posición y el premio Yamaha a la mejor interpretación de Bach, fue para Gloria Estela Pérez Achié, de 17 años, quien ejecutó en esta final, Concierto en La menor, de Grieg.

“Un concurso es muy importante para un músico y no hay suficientes en el país. Debería haber más, no como competencia a éste, sino como apoyo a la educación y al desarrollo artístico de los músicos, porque plantean retos y abren perspectivas”, Mauricio Náder, ganador del segundo lugar en el primer concurso Angélica Morales, en 1995.