
Por: Claudia Magun — 1 de diciembre, 2006
El Palacio de Bellas Artes es considerado el magno recinto cultural de la Ciudad de México, uno de los monumentos emblemáticos cuya edificación, que hoy se encuentra sobre la avenida Juárez, representa más que un pasaje arquitectónico dentro del Centro Histórico. SÃmbolo de la cultura e inmutable testigo de la historia, esta joya nacional ejemplifica la evolución y transición que vivió nuestro paÃs durante las primeras décadas del siglo pasado.
Su concepción inició al final del siglo XIX, cuando nuestra capital comenzó a experimentar un acelerado crecimiento demográfico, debido a las demandas de servicios y nuevas expectativas del gobierno, encabezado por el general Porfirio DÃaz. Su proyecto fue parte de una etapa de construcción de dependencias gubernamentales como: el Palacio de Lecumberri, el edificio de Correos, el Hospital General y la Columna de la Independencia, entre otros históricos monumentos que hoy forman parte del patrimonio cultural.
La construcción del Teatro Nacional, asà llamado originalmente, tenÃa como finalidad demostrar el auge económico y los avances técnicos del gobierno porfirista. Y para esto se designó al arquitecto italiano Adamo Boari, quien tardó dos años en la realización de su diseñó; inspirado en el estilo Art Nouveau que imperaba en la Europa de aquella época, Boari sin apartarse de las proporciones clásicas, conjugó innovaciones técnicas y decorativas; una moderna edificación que estarÃa compuesta de dos partes: un escenario principal y un gran salón de fiestas.
El 12 de marzo de 1904, se entregaron los primeros planos de lo que se ambicionaba como uno de los teatros más modernos de América. Aun cuando los trabajos ya estaban iniciados, el 12 de Abril de 1905, el entonces presidente, general Porfirio Diaz, colocó la primera piedra.
El estallido de la revolución y la transición polÃtica del paÃs fueron dos de las principales causas de atraso en la conclusión de los trabajos del Teatro Nacional. En este perÃodo hubo dos intentos más por terminarlo; el primero fue por parte del jefe constitucionalista, Venustiano Carranza en 1919, continuándolo Alvaro Obregón hasta 1921; el segundo, en 1928 por parte de un comité de suscripción pública. Sin embargo fue hasta mayo de 1930, cuando el presidente Pascual OrtÃz Rubio emitió un acuerdo para que se concluyera el proyecto del Teatro Nacional.
La última etapa de la construcción se realizó entre 1932-1934, bajo la dirección del arquitecto mexicano Federico Mariscal; en este periodo el Teatro Nacional se convertirÃa por decreto oficial en una institución nacional albergando varios museos, de ahà que por primera vez en 30 años se mencionará como el: Palacio de Bellas Artes.
Finalmente, el 29 de septiembre de 1934, el largo episodio del sueño del porfiriato llegaba a su fin, el entonces presidente, Abelardo L. RodrÃguez inauguró el Palacio de Bellas Artes.
“El Secretario de Educación Pública tiene el honor de invitar a usted a la ceremonias de inauguración del Palacio de Bellas Artes que, con asistencia del señor presidente de la República General Don Abelardo L. RodrÃguez, tendrán lugar el sábado 29 de los corrientes, según el programa adjuntoâ€. Asà versaba la invitación que reunió a la crema y nata de la sociedad artÃstica, polÃtica y cultural del México de 1934… Las primeras notas que se escucharon en el recinto, que habÃa soñado Don Porfirio, fueron las de nuestro Himno Nacional interpretado por la Orquesta Sinfónica de México, bajo la dirección del maestro Carlos Chávez. Después del discurso oficial a cargo de Antonio Castro Leal, jefe del departamento de Bellas Artes, la Sinfónica ejecutó: la llamada, SinfonÃa Proletaria del maestro Chávez. Posteriormente, el presidente hizo la declaración inaugural y visitó las galerÃas, museos y exposiciones del recinto. Por la noche, durante la segunda ceremonia, la velada inició con SinfonÃa Pastoral, obra del compositor Ludwig van Beethoven; a continuación se escenificó la comedia La verdad sospechosa del escritor Juan RuÃz de Alarcón, por la CompañÃa Dramática del Palacio de Bellas Artes.
AsÃ, después de más de más de siete décadas, la “catedral de la cultura†en nuestro paÃs sigue siendo el escenario principal de los grandes exponentes de la artes… Hoy cuando el sexenio agoniza y se acerca a su momento final de un periodo que vio renacer las paredes de este nuestro Palacio de Bellas Artes -gracias al trabajo de remodelación que se hizo en esta administración de Saúl Juárez- su escenario se ilumina majestuoso para celebrar que a pesar del infortunio de nuestra responsabilidad ante la artes –tanto de las autoridades, como del público-, su gloria escénica contribuye a la educación y formación de México…
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