
Por: Marcela Chávez — 1 de septiembre, 2006
En alguna ocasión, todos —incluidos los adultos que ayer eran niños y por supuesto los chiquillos de diferentes edades— nos hemos llevado la sorpresa nocturna de despertar sobresaltados cuando una sensación húmeda nos saca de nuestros más profundos sueños para descubrir con horror: ¡Haber mojado la cama!
Por supuesto, que una sensación de vergüenza y pena se apodera de cualquiera, más aún cuando se trata de los peques que han escuchado que esto sólo les ocurre a los “descuidados†y “cochinosâ€, calificativos que lo único que originan es congoja. Asà sufre Claudia, una niña aficionada a los cuentos de monstruos que tiene problemas para llegar al baño, justo en la noche cuando el sueño la envuelve y no la deja despertar hasta que es demasiado tarde, todo esto en la obra unipersonal Pipà de Jaime Chabaud.
Como una gran cantidad de niños de nuestra época, Claudia es una niña con una imaginación que la hace ver cosas donde no las hay y que encuentra sus propias explicaciones para lo que le ocurre. Divertida y preguntona, Claudia nos hace disfrutar el placer de la cama, “un invento tan bueno, que sólo Dios lo pudo haber inventado†y reÃr con sus ocurrentes respuestas del ¿por qué su hermano Rodolfito utiliza una pañales súper caros y a nadie parece importarle?
AsÃ, a lo largo de la historia esta niña habla y escucha a su padre, platica de sus inquietudes con el buen amigo Clemente, discute con el “señor monstruo del cuento que no ha terminado de leer†y escucha la lluvia caer, todo únicamente con la ayuda de su cobijita, sus manos y pies.
Más niña que ninguna, la actriz que interpreta a Claudia (Marisol del Castillo), narra la historia y sufrimientos de una chiquita que sufre cuando su cama se convierte en algo “tan frÃo como una paleta de hielo, que no sabe a limónâ€. Con la dirección de Rubén Ortiz, Pipà se presenta todos sábados y domingos en la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque.
Para los peques que todavÃa no saben ir al baño, para lo que ya tienen dominada esta contrariedad por la noche y para que todos los padres recuerden que no siempre las cosas son tan sencillas como parecen, Pipà es una alegre puesta en escena que nos recuerda que la paciencia y sencillez de las palabras es el mejor camino para encontrar respuestas, mas cuando se trata de los más chiquitos que como dice el autor: Los niños saben hacerse entender, ¿saben sus papás escucharlos?
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