
Por: Oswaldo Valdovinos — 3 de mayo, 2007
Hay quien dice que lo más difÃcil de la vida es encontrar la vocación para la cual se nació. Aunque de entrada habrÃa que preguntarse cómo hacerle cuando ni siquiera se sabe qué demonios significa esa palabra que muchos usan con la misma facilidad con la que se pide un taco, una enchilada o una tostada; eso cuando no la utilizan para decir que su verdadera “vocación†es dedicarse al mundo de los negocios, aunque al dÃa siguiente digan que en realidad es la moda, y una semana después se den cuenta, por fin, que es la fotografÃa, y trascurrido un mes entre quÃmicos, rollos de pelÃcula, papel fotográfico (o cámaras digitales para estar a doc con la tecnologÃa) digan que Orfeo les habló al oÃdo y que de hoy en adelante la música será su única pasión.
Claro, hay quienes desde la infancia tienen la ventaja de tener acceso a una diversidad artÃstica y a un panorama de una pluralidad cultural muy rica y variada, lo cual puede ayudar a definir la vocación. Pero también es verdad que muchos otros carecen de tales oportunidades por estar confinados a un contexto donde la creación artÃstica es prácticamente inexistente; de ahà que en estos últimos casos lo más común sea dejarse llevar por la corriente y continuar asà una cadena que bien puede seguir generación tras generación, a menos que se topen, por casualidad, por suerte o por lo que sea, con alguien que sirva como mediador entre esa realidad que les tocó vivir y ese otro universo de la creación artÃstica.
Tal es el caso de Julián, un niño huérfano, quien descubre accidentalmente la música en el orfelinato donde el Padre Naftalino se encarga, entre regaños y gritos, de que sus alumnos aprendan un oficio con el cual puedan ganarse la vida al salir de ahÃ. Y aunque en los talleres donde los niños aprenden de los electricistas, carpinteros y herreros no hay ningún maestro de música, Julián se encuentra con Don Pepe Ojeda, un viejo sonriente y sensible que fabrica los mejores cuchillos de la región, quien cree en el poder de la música y sabe que su fuerza mágica puede cambiar cualquier vida, razón por la cual ayuda a Julián para que cumpla su sueño de aprender música. Y es a partir de ese momento que se dará cuanta que su pasión por seguir la música cambiará su vida llena de tristezas y abandonos, por una nueva, colmada de emociones y sueños que van cumpliéndose poco a poco.
Tal es la trama de esta obra infantil De la oreja al corazón, puesta en escena de Mercedes Gómez y música de Lorena Orozco, bajo la dirección de Emmanuel Márquez, que narra una historia sencilla y completa. Un director de orquesta tiene un encuentro feliz con una muchacha que lo espejea y le cuenta su infancia: abandonado por su madre en un “orfanato para niños desafinados” y su batalla triunfal en su celebración de la vida, que es la biografÃa mejor de cualquier personaje que se precie.
Cabe mencionar que la obra se vale de la música en vivo, el trabajo actoral y el uso de tÃteres de grandes dimensiones para integrar los lenguajes teatrales y musicales, elementos que le dan una diversidad visual, plástica y sonora en una concepción que apuesta por la inteligencia del público infantil, en contraposición de muchos otros montajes dedicados al público infantil.
De la oreja al corazón se presenta a las 12:30 horas los sábados y domingos en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque.
“De la oreja al corazón, una historia compartida con mensaje primordial: la música salva, la música puede cambiar cualquier vida para bienâ€.
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