Infantil

Las peripecias de la modernidad

Por: Oswaldo Valdovinos — 1 de febrero, 2008

Mocasín. Un paisaje búlgaro bajo la dirección de Sandra Félix se presenta en el Teatro Orientación Todo punto de vista es relativo, y más cuando está determinado por realidades dispares respecto a un mismo suceso: mientras, por ejemplo, para algunos una habitación puede ser sombría por sus colores oscuros, la poca iluminación reinante, su atmósfera mortecina o su espacio reducido, para otros resulta ser el refugio ideal para aislarse y llegar a una introspección precisamente por las mismas características. Y no es que el hecho concreto sea distinto (la habitación es la misma), lo diferente es la expectativa y el propósito buscado; de ahí que surjan ciertas diferencias en torno a una misma realidad pero que, al fin y al cabo, parten de un mismo suceso.

Sin embargo, hay ciertos aspectos que influyen en la construcción de dicha realidad, los cuales son determinados por el sistema socio-político, el sistema económico y una tradición histórica que contribuyen a matizar e incluso cambiar la óptica. A ello habrá que sumar la temporalidad, quizás el aspecto de mayor peso cuando se trata de acercarse y ver lo que ya pasó, pues al mismo tiempo de brindar la oportunidad de la objetividad también conlleva el distanciamiento y con éste, en algunos casos, la falta de identificación. Lo cual por supuesto toma un matiz distinto cuando se trata de acercarse, más que a las doctrinas o ideologías políticas, al microcosmos de los implicados.

Mocasín. Un paisaje búlgaro bajo la dirección de Sandra Félix se presenta en el Teatro Orientación Y es en este contexto que puede inscribirse la obra Mocasín. Un paisaje búlgaro, de Reynol Pérez Vázquezque se presenta sábados y domingos en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque (hasta el 27 de marzo). Bajo la dirección de Sandra Félix, esta es una de las cuatro obras con las que inicia la temporada 2008 del Programa de Teatro para Niños y Jóvenes por iniciativa de la Coordinación de Teatro, que pretende con este inicio impulsar el difícil y desdeñado panorama del teatro dirigido a los menores de edad -no así de criterio- a fin de captar nuevos públicos para el teatro.

La historia está basada en el cuento “Paisaje con perro”, de Stanislav Stratiev, y relata las peripecias de los Todorov, una pequeña familia búlgara que vive en un reducido espacio (una casa tipo Infonavit), donde todo está prácticamente amontonado: la cocina-comedor y la sala-recámara-estudio, por lo cual tratan de conseguir una vivienda más amplia.

Su esperanza de lograrlo recae en Todorov, un funcionario del Partido Comunista y amigo de la familia para quien la única realidad es la que dictamina el Partido, y como buen funcionario de las altas esferas, además de estar todo el tiempo de viaje en el extranjero, para él toda problemática se resolverá por sí sola cuando llegue su momento. En tanto, como un favor personalísimo y para que pasen el tiempo de la mejor manera y ayudarles a evadir la enajenación de la vida moderna, les obsequia un cachorrito “que no crece más allá del tamaño de un zapato y, salvo en caso muy raros, hasta el tamaño de una bota”.

Mocasín. Un paisaje búlgaro bajo la dirección de Sandra Félix se presenta en el Teatro Orientación Así pues, a partir de este hecho y a escasas semanas de haber llegado Mocasín, las complicaciones serán todavía mayores para la familia Todorov, ya que lejos de ser un pequeño canino del tamaño de un zapato es un perro descomunal, enorme, casi como un San Bernardo, quien, por supuesto, ocupa buena parte del minúsculo departamento, además del presupuesto familiar y una considerable ración de la despensa.

Eso sin contar todas las molestias que implica para los vecinos que un animal de esas dimensiones esté en un multifamilar, situación que propiciará el surgimiento de una serie de murmuraciones y chismes (ese animal se come a un niño entero en un santiamén) que llevarán a los Todorov a tener líos no sólo con sus vecinos sino también con la justicia cuando se corre la voz de que esa monstruosidad se ha comido a la abuela Donka.

Por supuesto dicha situación llevará a los padres a tomar una medida extrema: la muerte del animal. No obstante, el acto absurdo de Vasil (el padre) de poner un anuncio de “Cambio perro por casa de tres habitaciones, cocina, baño y estancia” viene a resolver la problemática cuando una anciana adinerada responde al anuncio.

Mocasín. Un paisaje búlgaro bajo la dirección de Sandra Félix se presenta en el Teatro Orientación No obstante que la anécdota puede resultar interesante, hay ciertos inconvenientes difíciles de sortear cuando el montaje está dirigido a un público infantil (edad mínima de 6 años).

En primer lugar que la obra se desarrolle en un contexto comunista. Para un adolescente o un adulto puede ser claro (o si no al menos se tiene una idea de) cuál es la realidad socio-política y económica a la cual se alude; de hecho buena parte de la obra se basa en esa premisa, pero si no se tiene al menos una idea de qué es el comunismo resulta difícil mantener la atención del niño sobre algo que no le es familiar. Y no es que el público infantil sea incapaz de comprender temas realistas y cotidianos, o que sea poco conveniente acercarlo a realidades complejas; se trata más bien del cómo hacerlo más que del qué.

Un segundo punto es el uso del acento (un tanto ruso ¿o a lo mejor el ruso es como el búlgaro?) como una manera de reafirmar la condición extranjera de los personajes, y no por el hecho en sí mismo, sino porque en momentos se perdía la intención de los diálogos en pos de conservar el acento, amén del volumen poco audible en buena parte de la obra. Aspectos que, en cierta forma, se contraponían un poco con el vestuario en general, el cual aludía (quizás no fuera la intención) a un intento por hacer menos alejada la realidad búlgara de la mexicana (los uniformes escolares de los niños pueden ser de casi cualquier primaria pública, el atuendo del esposo el de un burócrata, el de Todorov al de un funcionario público del partido en el poder; quizás el único que chocaba un poco fuese el de la esposa, quien más bien parecía una trabajadora doméstica con ese vestido negro y el delantal blanco).

Y por último el menos evidente pero no poco frecuente: la interpretación de actores muy jóvenes en papeles de personajes mayores, lo cual implica un trabajo actoral muy demandante tanto técnica como emocionalmente para ser creíble y evitar momentos en que la madre, por ejemplo, se confunda con la hermana mayor y el padre con el tío joven.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.