
Por: Susana Fernández — 16 de septiembre, 2013
Abordar el complejo mundo adolescente de forma inteligente y lúdica pareciera un reto más que difÃcil, empero no para el director Rodolfo Guerrero, quien con La sangre y sus fantasmas logra una puesta divertida, reflexiva y con un cierto grado de rudeza –que en este caso es totalmente necesaria–, para plasmar algunos de los problemas que actualmente aquejan a los jóvenes.
Andrea –el personaje principal– es una joven romántica que quiere recrear los libros que lee (Crepúsculo, la saga), historias donde los vampiros y zombies son los protagonistas de leyendas inverosimiles donde todo puede suceder, incluso ¡tener un bebé vampiro! No obstante habrá de salir de este mundo de fantasÃa para enfrentar un embarazo inesperado…
La sangre y su asociación con los vampiros sirve como pretexto para que cinco jóvenes expresen desde el escenario su “neta†y parecer sobre temas como la menstruación, la virginidad, el inicio de la vida sexual –para horror de los padres, éstas inician cada vez más temprano entre los adolescentes–, la falta de información, la identidad de género, el aborto, la intolerancia y la soledad que se experimentan cuando se transita por ese doloroso camino hacia la adultez y no existe una buena comunicación con los padres.
La historia de Andrea, interpretada con encanto por SofÃa Sylwin, y la relación que se plantea ficticia y real con Santiago (Christian Cortés) es la muestra de cómo hoy los jóvenes han malinterpretado las formas afectivas, donde el abuso es una constante permitido ante el miedo a estar solo o no cumplir con ciertos estandares sociales para permenecer a un grupo especÃfico.
A manera de alerta Andrea grita: “no me escuchas, no me comprendesâ€, acompañado de un berrinche que en realidad es un grito de auxilio ante lo que experimenta al sentir que su madre no presta oÃdos. Una situación inesperada, no planeada, un verdadero problema en el que ella se siente confundida, aterrada, desesperada y en lugar de hablar o acudir a algún adulto se esconde en un mundo irreal.
“Para dejar a las niñas atrásâ€, expresa en otro momento la adorable Fernanda, otra de las protagonistas de esta historia, una adolescente práctica y un tanto descarada –un coco para cualquier papá– que aunque a primera vista parece más madura que Andrea, pronto deja claro que lo suyo no es precisamente ser la brillante del grupo. Sara Pinet da vida a esta tÃpica chava que presume de lista y ruda y que de igual forma se solidariza con todo lo que vive su amiga.
Por su parte, Emilio es un chico que gusta de leer, sabe quien es Carlos Marx, Carlota de Habsburgo y Bram Stoker, un púber de una naturaleza sensible cuyos gustos y comportamiento lo hacen blanco de los abusos de Santiago y Diego, quienes se refieren a él como alguien “muy raroâ€. Hasam DÃaz es Emilio, la contraparte en La sangre y sus fantasmas, quien le imprime razón y ternura a los acontecimientos, mientras que Diego (Abraham Jurado) y Santiago personifican la confusión, violencia, intolerancia, egoÃsmo y miedo a aceptarse tal y como son.
Las actuaciones de estos cinco talentosos jóvenes y la diestra dirección de Rodolfo Guerrero logran una empatÃa con todo el público asistente –se recomienda para mayores de 12 años–, desde el inicio hasta el final de la trama, las expresiones y comentarios hacen que los más jóvenes rÃan y se sientan cómplices y acepten lo que sucede en el escenario como algo cotidiano y normal. Se trata de un trabajo de gran compromiso, entrega, calidad histriónica y valor emotivo, es teatro para llevar a casa, sacudirnos y repensar.
Con un texto donde sin temor y con una absoluta justificación se escuchan los “¡pinche güey!” y “¡no mames!”, La sangre y sus fantasmas es el llamado a acercarnos a una generación que se cree sobre informada, un texto conmovedor donde Javier Malpica nos invita a aprender a escuchar con respeto a estos jóvenes. No se trata de lecciones de moral, sin embargo pone temas en la mesa como el encuentro con la sexualidad, el aborto y la homosexualidad para que se hable, sin prejuicios, ni negaciones.
La sangre y sus fantasmas es una producción de la Producciones Niebla de Recreo, Rodolfo Guerrero y Programa de Teatro para Niños y Jóvenes INBA que se presenta en el Teatro El Granero (sábados y domingos, hasta el 17 de noviembre), del Centro Cultural del Bosque, un encuentro con el teatro fuerte y claro –tanto como un grito aturdidor– que le habla a la sociedad sobre nuestros jóvenes, espÃritus que están hambrientos por crecer, experimentar y ser aceptados.
“La sangre y sus fantasmas explora en la incertidumbre de la existencia de los niños y adolescentes de hoy. Al entrar en esta etapa de transición, la vida se vuelve una tormenta de niebla y alegrÃa para los padres y los hijos. Queremos acercarnos a esos mundos y jugar con el teatro”, Rodolfo Guerrero.
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Que tal Susana Fernandez, le escribo para agradecer la nota, nos sera de mucha utilidad para la promocion de la obra. Por otro lado quisiera saber el nombre del fotografo para poner su credito.
Rodolfo Guerrero
Director de la obra La Sangre y sus Fantasmas