
Por: Miguel G. Calero — 27 de septiembre, 2016
“La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos…”, fragmento de Poema XX de Pablo Neruda.
¿Cuál será el destino de todo lo que se pierde? ¿A dónde se van nuestros viejos recuerdos, el par del calcetÃn que nunca apareció, las llaves o aquél amigo al que le perdimos la pista?
Los diálogos fragmentarios juegan a manera de introducción entre lenguaje cientÃfico y filosófico para dar la primera aproximación al argumento central: las cosas que se pierden, las cosas que no se encuentran, las cosas que se transforman y las cosas que simplemente toman el lugar que les corresponde en una realidad imparable de movimiento, caos y cambios. La Ley de la Conservación cierra esta primera idea en la que gira la trama: nada se pierde, todo se transforma y toma un nuevo lugar en su nueva realidad. Nada nos pertenece, ni nuestro yo presente, al que también perderemos.
La nostalgia de las pequeñas cosas, escrita y dirigida por Ãngel Luna obra –ganadora del Circuito de Jóvenes Directores y Dramaturgos–, es la invitación de un viaje al terreno de lo que hace falta. Porque ¿quién puede contar lo que falta? O ¿quién podrá añadir a lo completo? Esta travesÃa tiene como destino La Isla de las Cosas Perdidas, la meta es encontrar lo que no se haya, y eso puede ser hasta uno mismo perdido en el olvido y la amnesia.
Obra de un solo acto, cuatro actores, cuatro voces y la actuación de Andrés Torres Orozco, Xóchitl Galindres, Florencia RÃos y Aldo Barhego quienes logran dar vida a un hombre que no recuerda quién es, una mujer que busca ser encontrada por su enfermizo amor perdido, un amistoso guÃa de viaje y un pequeño llamado Globo cuyo origen es el amor.
Dolor es lo que siempre persigue a los que se resisten al cambio. Este cambio es significativo en la escenografÃa, experimental, ambientada a modo de costa, móvil y dinámica. Las voces, la ambientación musical y las luces son elementos que dan por mensaje al espectador el destino de lo que existe: el cambio.
Los cambios no siempre son lineales, rÃtmicos y armoniosos; a veces son inacabados, como cabos que dejamos sueltos y que causan tropiezos, cambios abruptos en los que perdemos al amor de nuestra juventud. Cambios que duelen.
El viaje que se emprende es la gran metáfora de la natural resistencia a que algo que amamos termine, se acabe o se pierda; enfrentamiento natural en toda etapa de la vida, pero aún más en aquellas crisis que nos transforman en nuevas personas.
Un viaje lleno de imaginación, arena y el sonido de las olas. Contrastes de contingencia y permanencia. Sin duda una obra perfectamente medida para transmitir un mensaje completo en guión, escenografÃa, luces y ambientación musical hecha por los mismos actores.
La dirección es llevada con maestrÃa en toda la semiótica de la actuación, llena de fuerza, ningún espacio para el titubeo, todo está preparado para mostrar la franqueza emocional de los personajes, sus idas y venidas en una Isla que quiere que aten los cabos sueltos, y terminen de poner las cosas en su nuevo lugar.
La nostalgia de las pequeñas cosas es una maravillosa puesta de la compañÃa Vanguardia Teatro, llena de creatividad e inteligencia. Perfecta para iniciar la semana con ese amargor necesario que endulza la vida con lo nuevo despidiendo lo viejo. La nostalgia de las pequeñas cosas se está presentando en el Foro A Poco No, todos los sábados y domingos, hasta el 2 de octubre. No “pierdas” la oportunidad de encontrar algo que estás buscando desde hace mucho, has el viaje a la Isla de las cosas perdidas y encuéntrala. Fotos: Carlos Alvar-alvar.gz.m@gmail.com
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Ahora, La nostalgia de las pequeñas cosas realiza temporada en el Centro Cultural Carretera 45 (Juan Lucas de Lassaga 122, col. Obrera), sábado y domingo 13hrs.