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Por: Josué Romero — 15 de agosto, 2012
¿Te imaginas que la gran aventura de tu vida empieza cuando te encuentras un tesoro? ¿No? Pues asà le paso a Joc, una arriesgada puesta en escena de tÃteres, objetos y actores a partir de la novela Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain, la cual nos presenta a este legendario compañero de Tom Sawyer.
A la deriva con Joc es un delicioso experimento creativo que a través de sus dinámicas escenas nos transporta a encontrarnos con las aventuras de este niño que a partir de un suceso vivirá un cambio radical en su su vida: el hallazgo de un tesoro.
Está producción que cuenta con el respaldo de Alas y Raices es una propuesta infantÃl constituida por Bernardo Gamboa y Jaqueline SerafÃn en el escenario; el diseño de tÃteres y elementos escénicos que se utilizan para narrar la historia y dar vida a sus personajes proviene del trabajo y la imaginación de Iker Vicente. El espacio escenográfico e iluminación es una idea de Alain Kerriu, quien en mancuerna con en el diseño sonoro de Jesús DÃaz enmarcan la narrativa.
La historia inicia cuando Joc es adoptado por la viuda Douglas, una mujer de moral y principios intachables que junto con su hermana soltera, emprende la ardua labor de “civilizarloâ€. En la casa de la viuda Douglas y su hermana soltera, ambas mujeres de una moral intachable querrán, por sobre todas las cosas, transformar a Joc. Cambiarle el sombrero de paja, ponerle un traje y zapatos y sobre todo arrancarle ese horrible gusto que tiene por la pipa. Vaya locura.
El padre de Joc, un alcohólico vagabundo, regresa a pelear el dinero y la custodia de su hijo, al no conseguirlo lo rapta y se lo lleva a una cabaña a orillas del Misisipi. En está aventura Joc se escapa y se encuentra con muchas más locuras, como cuando se escapa, porque su papá quiere quitarle el tesoro. O cuando deja atrás la cabaña para andar en bote por el Misissipi y encontrarse con Jim (un tÃtere espectacular), el esclavo negro de la viuda Douglas, y entonces sÃ, que empiecen las aventuras en busca de la libertad.
Esté texto, narrado más de manera visual que con palabras (y si no me creen échenle un vistazo a las escenas) tiene como propósito ser una obra de repertorio y para sus creadores es el inicio de una búsqueda de la relación entre el espectador y el espacio escénico como un espacio vivo, dinámico y plástico. Es decir, se pretende involucrarnos en un escaparate dinámico que nos permita transitar en esa aventura que reflexiona sobre el racismo y la importancia de la libertad.
“La dramaturgia parte de un guión argumental que contiene más acotaciones escénicas que diálogos, una serie de apuntes escénicos para trabajarse en un laboratorio de investigación con actores y objetos teatrales. Pretendemos trabajar las escenas en dicho laboratorio y simultáneamente ir rescribiendo la dramaturgia†Jacqueline SerafÃn.
Y es que a ¡A la deriva Joc! es una puesta en escena que no sólo nos habla de la transición de la niñez a la adolescencia, sino también nos enfrenta a la lógica entre los niños y los adultos, ese mundo visto desde una despreocupada mezcla de fantasÃa y realidad. Porque nuestro problema no sólo es crecer, sino los lÃmites que adquirimos: por un lado lidiar con el abandono, la supervivencia; y por el otro, crecer bajo los modelos de educación tradicionales.
Al grupo de creadores que colaboran en este proyecto les interesa contar una historia impregnada del espÃritu de la novela de Mark Twain, elementos como la crudeza de la supervivencia y la imaginación propia de la infancia que es la fuente de vida. Se busca transmitir con la puesta en escena, una mirada desprovista de prejuicios, con un humor que deja un tanto de amargura.
A la deriva Joc es una de esas obras que se quedan con nosotros porque nos recuerdan esa niñez que dejamos atrás, pero también de los adultos que queremos ser.
Si quieres ser parte de esta puesta en escena lo único que tienes que hacer es acompañar a Joc todos los sábados y domingos hasta el 26 de agosto en el Teatro El Galeón y zarpar por el Misisipi para ser parte de esta aventura… la de la vida misma.
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