
Por: Colaborador Invitado — 13 de mayo, 2008
Más allá de lo cotidiano y lo trivial, apelar a la imaginación siempre nos pone en contacto con nuestra esencia Ãntima. Aquélla que con el devenir de los años hemos soltado de la mano, volviéndola ajena para nosotros.
Y no es que nuestra imaginación se concrete meramente a sueños dulces y rosas, también hay que aceptar su lado destructor y maquinaria portadora de las peores calamidades. Sin embargo, cuando se es niño, no se piensa malignamente en causar dolor a la otra persona; se reacciona muchas veces respondiendo sólo a necesidades del momento para más tarde solucionar las diferencias a través de lo lúdico y los Mundos Secretos, repletos de esa fantasÃa que tanto añoramos al ser adultos y en donde las grandes diferencias entre los humanos parecen suprimirse ante la unidad del juego.
¿Cuándo nuestras diferencias ideológicas y fÃsicas fueron capaces de fomentar el separatismo y desatar sanguinarias guerras? ¿Cuando el raciocinio terminó por regir nuestros pensamientos? ¿Cuándo dejamos de creer que un simple papel puede ser el más grandioso aeroplano capaz de traspasar la barrera del tiempo?
Los Mundos Secretos quedaron enterados, en el peor de los casos le censuramos junto con la capacidad de sorpresa.
La compañÃa Teatro al VacÃo, bajo la dirección de Haydeé Boetto parte justamente de la importancia de los Mundos Secretos en nuestra vida para desarrollar la propuesta infantil que lleva el mismo nombre actualmente escenificada en el Foro Antonio López Mancera del CENART. UN argumento que hace énfasis en la convivencia a partir de las diferencias, tanto fÃsicas como sociales, bases de una mejor cultura cÃvica, tan necesaria en la actualidad.
Sin tener una secuencia concreta de diálogos, esta propuesta se apoya en sonidos, música realizada especÃficamente para recrear atmósferas y acompañar acciones realizada por Alejandro Arce. En escena vemos a cuatro personajes infantiles; la niña dulce, amorosa, buena compañera pero que tiene una gran mancha esparcida por toda la cara lo que causa rechazo de los demás; el niño retraÃdo que le cuesta trabajo la convivencia, la niña frÃvola que se rige por la moda infantil, que además es egoÃsta y poco compartida si los demás no se someten a su capricho, por último el niño que tiene un apego enfermizo hacia un banco, metáfora de cualquier objeto.
La dificultad de interpretar a un pequeño entre 3 y 7 años aproximadamente, es justamente no caer en el cliché, ni en la voz sonsa e inmediata de niño malcriado y berrinchudo, situación que no se consigue del todo en algunos personajes, y que es más evidente en el desempeño del niño con el banco. No obstante la secuencia de acciones se hilvana una tras otra de manera ágil, divertida y juguetona.
Mundos Secretos apela a los sentidos, sensaciones, gestos y expresión corporal de los actores en ritmo y sintonÃa con el espectáculo que se ofrece (60 minutos) lo justo para mantener la atención del infante sobre la escena. El trabajo fÃsico es realizado con destreza, resalta la pertinente coreografÃa realizada ex profeso para cada cuadro, asà como la simpleza y limpieza de sus desplazamientos. Como el que sugiere una atmósfera acuática en la que habitan peces multicolores, amarillos, azules y rojos, que conforman los mismos zapatos de los niños, sugiriendo bancos de peces. O un viaje a través del mundo zoológico con un elefante, perro, león, chango, foca, graciosamente desempeñados y las múltiples lecturas que se ofrecen a partir de pequeñas tapas de plástico.
Mundos Secretos, bajo la dirección de Haydeé Boetto y el trabajo actoral de Adrián Hernández, Carolina Garibay, Virginia Smith y José Agüero se presenta sábados y domingos, en el Foro Antonio López Mancera, hasta el 25 de mayo.
Mundos Secretos, una obra infantil simple, realizada con detalle y gusto para adentrarse en ese mundo secreto a veces incomprendido y olvidado esencial para la sana convivencia y catapulta de la imaginación, gestadora de mundos fantásticos.
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