
Por: Josué Romero — 5 de agosto, 2016
Cuando uno es niño la vida nos gira de otra manera. La única preocupación, quizás, es saber dónde jugar y quiénes serán nuestros compañeros de aventuras. Con los años, cuando se es adulto, las preocupaciones son otras. Lo peor es que nos olvidamos lo que significaba la alegrÃa y el jugar, y sobre todo perdemos el poder que tiene la imaginación.
Es por esto que agradezco al teatro, o a los teatreros, que existan puestas en escena como 21 historias de baúl, porque para los adultos significa el regreso a aquellos años donde nos maravillábamos con cosas tan simples como pueden ser los colores de la mariposa. Para los niños, les brinda la oportunidad de jugar e imaginar que siempre hay algo más allá, hasta cuando cruzas la puerta de la recámara.
Y es que, por si no lo saben, 21 historias de baúl es una de esas obras de teatro que se vuelven entrañables porque nos demuestra que esos instantes maravillosos de nuestras vidas pueden llegar a convertirse en vivencias extraordinarias.
Pero vayamos por partes queridos lectores de Interescena. El texto de 21 historias de baúl, está basado en un libro que lleva por tÃtulo Historia mÃnimas, una creación literaria del escritor catalán Javier Tomeo que por su originalidad y contundencia sencillamente cautivó a Emilio Savinni, quien decidió compartirlo con Amanda Farah, su socia en Teatroscopio de la Banqueta, un grupo teatral que ambos fundaron en 2006.
Ocho años después, las historias de Tomeo se transforman en una sÃntesis excepcional, fruto de un arduo proceso de adaptación que pasó por varias fases hasta que adquirió la estructura deseada por la compañÃa, para luego perfeccionarse tras un par de temporadas en el Teatro La Capilla, en Casa Actum y en el Centro Cultural de España.
Ahora se ha presentado en el Foro la Gruta del Centro Cultural Helénico bajo la dirección de la propia Amanda Farah. Si bien se trata de una obra para público infantil, les cuento que los adultos encontramos la poesÃa en cada una de las historias, los jóvenes se identifican con los personajes y los adultos mayores comprenden la profundidad de la trama literaria.
Acto seguido, les cuento que son cuatro actores sobre el escenario (Llever AÃza, Daniel Bretón, Joanna Larequi y el mismo Emilio Savinni) quienes nos muestran su capacidad interpretativa para pasar de un personaje a otro y llevarnos a un mundo mágico donde a través de telas y un baúl el mundo se transforma y adquiere diversas formas y dimensiones de acuerdo a cada una de las historias que van revelándose a través de los personajes.
AsÃ, entre escena y escena se descubren las diferencias entre la vida citadina y los armoniosos dÃas en el campo… y como espectadores nos damos cuenta que el imaginario nos puede llevar a zarpar en un barco por altamar para después regresar, como de rayo, a la ciudad y viajar en un tren a toda velocidad para llegar a una playa cualquiera.
Después, y como aún nos sobra tiempo, podemos caminar y caminar hasta regresar a una de tantas esquinas que conforman la mancha urbana, y ya pasada la tarde ir a una peluquerÃa de barrio a platicar con el peluquero mientras nos corta el cabello.
Y mientras la cotidianeidad nos pasa por el frente, vemos desfilar un sinfÃn de personajes entrañables, entre ellos, niños y adultos sin nombre, animales que hablan, esqueletos que bailan, payasos de circo, o por qué no, un toro que discute con su contrincante, el torero; también, podemos descubrir uno que otro marinero o un militar en pleno diálogo. Todos ellos, yo creo, enfrascados en una rutina poética.
Y si no creen que existe la imaginación, nada más consideren lo que es tratar de meter toda el agua del mar en una botella; o apagar las estrellas de un soplido como si fueran velitas de pastel; o ver cómo se convierte, bajo nuestras narices, el cielo en un gran queso gruyer; o darse cuenta por qué a los hombres del pueblo de Villanueva les gusta morir; y hasta asombrarse por que un niño se roba la Luna de un pozo para regalársela a su mamá.
Eso es 21 Historias de baúl, una propuesta bastante bizarra donde todo ocurre, pero eso sÃ, de una forma muy entrañable, con escenas que se convierten en instantes maravillosos. Una sinfin de mundos fantásticos y momentos absurdos, pero a la vez conmovedores donde los instantes nos demuestran que todas las vidas pueden ser extraordinarias.
Asà que ya se sabe, es tiempo de ir al Foro La Gruta y ser parte de una experiencia donde Teatroscopio de Banqueta nos transporta a un profundo y muy elevado universo donde cada aventura es más fascinante que la anterior. Tienen hasta el 14 de agosto. Vayan y sean testigos de cómo se cuentan 21 historias en 60 minutos. Los sombreros y un baúl mágico los esperan. Fotos: Carlos Mercado.
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