
Por: Interescena informa — 16 de octubre, 2015
La vida es como un trompo que gira y gira hasta que termina tirado en el suelo, asÃ, de la misma manera es que la existencia nos lleva a un viraje constante, que sin querer cambia nuestro modo de pensar y sentir nuestro pasado, nuestro presente, nuestro futuro, nuestro destino.
Este puede representar nostalgia, pero también júbilo por un tiempo que ya se fue, pero se ha ido para dar paso a un nuevo ciclo. A partir de esta relexión es que viene el cuestionarnos cuándo y porqué fue que vino el cambio, qué tipo de decisiones nos llevaron a transformarnos y a buscar nuevos caminos que nos lleven a encontrar la siguiente página de nuestra vida…
Esta es la premicia de Mi papá no es santo ni enmascarado de plata, la historia de Axel y David (“Deivid†para los compas), dos chavos de cualquier barrio de la ciudad de México que se preparan para lograr el sueño de cualquier chico de barrio, ser boxeador.
Un proyecto de Carretera 45 que nace en un taller de entrenamiento para actores del barrio, a partir de esta iniciativa es que se construye el texto y con ellos –los actores– construyen los personajes. El resultado, es la obra de Mi papá no es santo ni enmascarado de plata, una historia que se sitúa justo en el marco de la adolescencia de dos chavos sin referencias de vida, sin recuerdos, y sin embargo luchan, literalmente, de una manera no del todo consiente por conocerla, sin saber, ni asumir las consecuencias.
Una adolescencia afligida por el abandono, la pobreza, la violencia, el miedo y la imposición de un padre frustrado, el débil, frágil, confuso y malogrado padre de Axel, quien se muere de miedo al pelear, pero su progenitor descarga en él los deseos reprimidos de su truncada carrera como boxeador, misma que termina como entrenador de los chamacos.
Un hombre frustado que considera que la existencia es como un ring, hay que pelear porque todo puede pasar. Sin embargo en la practica del boxeo amateur, su participación en pequeños torneos son como su vida, esporadicos y totalmente fallidos.
Por otro lado “Deividâ€, en su tiempo libre, recorre las calles grafiteando las paredes protegido por el manto de la noche, fue en uno de esos recorridos nocturnos que estos personajes se encontrarón por primera vez. Fue ahà que hablaron sobre su orfandad, uno de madre y otro de padre. Dos seres desconocidos sin cara, sin nombre.
Erandeni Durán, Christian Cortés, Julián Estrada y David Bravo, alternando con Alexis Briseño, son los actores de este texto de Antonio Zúñiga que más allá de mostrar lo difÃcil que es la lucha por la vida, se sumerge en el interior de las personas.
Éste mundo del boxeo, transcurre en la escenografÃa de la joven Natalia Sedano quien resalta los múltiples planos perfectamente logrados que hacen que el espacio se transforme, a pesar de ser siempre el mismo, en los vestidores del gimnasio y en el cuadrilatero donde ambos entrenan.
Con la dirección de Sixto Castro Santillán, Mi papá no es santo ni enmascarado de plata, se presenta sábados y domingos, hasta el 25 de octubre, en el Teatro Isabela Corona, (posteriormente hará una breve temporada, del 14 de noviembre al 20 de diciembre, en el Teatro Helénico), un texto que lleva al espectador a suponer el final, pero se encontrará con un giro de tuerca donde decidirá, en plena pelea de box, golpes bajos, ganchos al hÃgado, literal y metafóricamente, un final diferente que dependerá de su elección, que a su vez obedecerá al desempeño de los actores-boxeadores.
Axel y David, dos personajes que viven la aventura del box, la vida en el cuadrilato, arriba y abajo, donde ellos pelearán y demostrarán que la existencia es difÃcil pero que la amistad puede ser para siempre…
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