
Por: Interescena informa — 9 de mayo, 2019
¿Cuál es el riesgo artÃstico de tener una buena idea…?
Estrenada originalmente en 2014, en BerlÃn, con un elenco alemán y un equipo creativo mexicano y, ese mismo año, en la 35 Muestra Nacional de Teatro, celebrada en Monterrey, Nuevo León, La ceguera no es un trampolÃn regresa a escena para mostrarnos a tres personajes temerosos de no poder cambiar de opinión…
“Si bien el universo conceptual es el mismo. En la primera versión del montaje, buena parte de la carga visual estaba construida alrededor del subtitulaje y en la manera de proyectar el lenguaje. Ahora, tanto escenografÃa como video, giran en una órbita nueva, pero circundando objetivos similares con el espectador; las metáforas no cambian, pero sà el modo de plantearlas en escena”, David Gaitán.
La ceguera no es un trampolÃn transcurre entre lo dramático y la ficción combinando distintas disciplinas para llevar al espectador a descubrir un ejercicio metalingüÃstico que tiene al teatro como protagonista.
Como autor y director, David Gaitán, concibe un manifiesto sobre aquello que la vigilancia extrema de la contemporaneidad genera, orillando a tropiezos forzados en la búsqueda de construir una premisa sólida.
AsÃ, a través de tres distintas conversaciones en el escenario, que van desde lo absurdo hasta lo filosófico, tres androides (Harif Ovalle, Michelle Betancourt y Raúl Villegas) buscan aislarse de todo y de todos en una parálisis que supuestamente los podrÃa liberar. Escapar de todo lo que pueda ser un lugar común o definido es la meta.
La ceguera no es un trampolÃn se presenta de jueves a domingo (hasta el 19 de mayo), en el Teatro El Galeón Abraham Oceransky del Centro Cultural del Bosque. Una obra que rompe con los convencionalismos del teatro y aproxima al espectador a la paradoja de un arte que parece limitado y sin embargo en la práctica estarÃa sujeto a estructuras arbitrarias y poéticas obsoletas.
“La crÃtica, el aplauso o la ira parecen tener permiso de ser absolutos y pasajeros. El futuro dirá si se está ante la cocina rápida de las ideologÃas o la creación de un frente de pensamiento, aún inefable, que desembocará en nuevos modelos de estructura social. El presente permite ser proteico. El arte y sus comunidades aún no son tan generosos. AquÃ, se obliga a la depuración. Hay que ser consecuentes so riesgo de perder el lugar. Las sillas son pocas y los fatigados muchos”, David Gaitán. Fotos: José Jorge Carreón.
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