La crónica de una cultura no pretendida o la cultura versus el temblor

Por: Claudia Magun — 12 de septiembre, 2006

Un viernes por la mañana en nuestra raquítica, pero sustanciosa y agradecida, sección de Enfoque en Escena, donde los eventos culturales que suceden en la capital son el tema y cierre del panorama político -siempre ensombrecido por el grisáceo comportamiento de sus protagonistas- del día, se vio minimizada a la mitad de los minutos que nos corresponden, sencillamente porque la noticia de la intensidad del temblor desplazó a la cultura…

Una vez más la cultura, no tiene tiempo, no tiene presupuesto, no tiene público. No tiene raiting.

En nuestro país, la educación ha sido y es, la gran pregunta sin resolver… Que si los sindicatos, que si los programas de trabajo, que si los libros de texto, que si la falta de maestros preparados, que si el mal estado de las escuelas por falta de mantenimiento, que si la carencia de equipo o el mal estado en que se encuentra, que la falta de material, que si la falta de interrelación con la familia, en fin que todo lo que depende o está involucrado con la educación en este país está casí de cabeza, la excepción hace la regla…

El verdadero problema de la educación pública radica en el poco presupuesto y la falta de una planeación educativa…

Pero la educación no consiste sólo en ir a la escuela a aprender, sino en lo que nos enseñan. Los programas escolares están diseñados para que más o menos terminemos la primaria con un cierto aprendizaje sobre los conocimientos básicos.

Pero nuestra educación básica es muy limitada, prácticamente no contempla la apreciación por los géneros artísticos y la literatura, aun cuando están presentes ambos son se contemplan desde una visión muy reducida. Todo aquello que nos acerca a las artes está rezagado a un tercer, cuarto o quinto plano.

Para el Programa Nacional de Educación, el que un niño desarrolle su parte sensible se reduce a uno que otro párrafo de forma generalizada… Por parte de la educación privada, este rezago manifiesto sobre las artes sufre la misma dolencia. El asistir a una institución privada tampoco garantiza una educación integral.

Supuestamente, sí existen los medios económicos, las formas de repensar la educación y de concebir los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como la integración de los recursos y elementos que nos acerquen a la comprensión de las artes debería ser esencial en la estrategia didáctica de las escuelas privadas. En la realidad esto no es así.

Sí además, de la poca responsabilidad de las escuelas frente a este frío sistema concebido en las aulas, aunamos el poco interés por parte de la familia por contribuir a la abstracción de sus hijos en las artes, el resultado es una sociedad basada en una educación sin alma.

¡Oh, desilusión! Cómo puede ser nuestro desarrollo social con este inciso totalmente incomprendido.

Sin cultura, el equilibrio fundamental del individuo termina en un plantón en REFORMA…

Claudia Magun
cmagun@interescena.com
cmagun@yahoo.com

Susana Fernández
susana@interescena.com
susana.escenario@gmail.com

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.