2007, un nuevo y pobre ciclo para la cultura…

Por: Claudia Magun — 10 de enero, 2007

Mal empieza la semana para quién ahorcan en lunes… dice el refrán y tal parece que ese es el inicio de la actividad cultural en nuestro país para este 2007. Y es que después de haber realizado una serie de movilizaciones el pasado mes de diciembre en pro de mayores recursos para este sector y haber logrado sólo un incremento de dos mil 125 millones de pesos, el comité de intelectuales y artistas encabezado por Víctor Hugo Rascón Banda dio como concluida esta acción el día 9 de este mes.

Así, los artistas han decido retirarse ante la disyuntiva que los mismo diputados plantearon: ¿el agua o la danza?, ¿el libro o la salud?, y ¿quién no?, cuando la misma tortilla ha sido puesta fuera del alcance de un gran número de familias, precisamente las que menos tienen, damos por entendido que la cultura nunca ha sido, y no lo es ahora, una prioridad para los gobiernos, independientemente del color del partido político al que pertenezcan.

Así, este año comienza con un fabuloso total de siete mil 448 millones de pesos. Y como dijo el filósofo Chava Fores, pagas la renta, el teléfono y la luz… De lo que sobre, hay una larga lista de creadores que buscan o están a la espera de algún apoyo para sustentar sus proyectos e iniciativas, esperemos que aquellos que ya han sido bendecidos por las milagrosas becas tengan el compromiso y respeto necesario para mostrar únicamente resultados de altísima calidad.

En lo que respecta a la actividad teatral, a partir del día 10, ésta inicia lentamente en el Centro Cultural del Bosque, con algunas reposiciones del ciclo Mural: Tres Siglos de Teatro Mexicano, como Tlatoani (las muertas de Suárez), Andrómaca Real, Tina Modotti, Fiebre 107 Grados y La Grieta. Por su parte, a finales de este mes el Centro Cultural Helénico, comienza retomar su camino con la producciones de Azul y El sí de la novia. Punto y aparte es el fenómeno de Festen, sin duda la gran taquillera de finales del 2006 y que continúa vendiendo el teatro como nos gustaría que sucediera con todas las producciones.

En el ámbito de los conciertos internacionales, más vale ir haciendo un guardadito para la presentación del señor Roger Waters o la legendaria banda The Who, en marzo próximo, ya que los boletos más caros cuestan 1500 y unos 1200 pesos, respectivamente, es decir prácticamente el equivalente a un mes de salario mínimo. Así es que con estos precios, los conciertos de cualquier rockero respetable pertenecen a los espectáculos privilegiados reservados sólo a unos cuantos.

En el ámbito de la danza, las cosas no pintan mejor, ya que el esperado Ballet de Monte Carlo llega al Auditorio Nacional sólo para aquellos que estén dispuestos a pagar entre 600 y 1500 pesos, y valga la reflexión que en algunos casos estos tan anunciadas compañías o espectáculos culturales internacionales no llenan las expectativas de los conocedores más férreos y menos en este escenario que no es el más propicio para este tipo de eventos.

Comparado con el “humilde” Ballet Folklórico de México que se presenta en el Palacio de Bellas Artes y cuyos boletos sólo cuestan entre 300 y 600 pesos, o los más “pequeñitos” grupos que se presentan en el Teatro de la danza y, con un costo por boleto de 80 pesos los más caros, la danza mexicana queda muy por debajo, únicamente en cuestión financiera hablando, de las compañías internacionales. Vale la aclaración de que no se trata de una absurda comparación en cuestión de calidad pero es un hecho que lo que se recibe vía taquilla por las compañías nacionales las deja en desventaja en cuestión de producción y presupuestos. Además del factor público, que agota el Auditorio pero que ni por equivocación se asoma en el Centro Cultural del Bosque.

En fin, que el panorama de los pesos se vislumbra como el de la tortilla, es decir, ni modo… Ni tortillas, ni cultura. Los ricos al Auditorio y al Foro Sol y sólo de vez en cuando a Bellas Artes, porque tratándose de teatro, danza y música, si no están avalados por la fama internacional o de Televisa, como Luismi, no son atractivos para un sector que no sale de casa, cuyos hijos crecen aspirando a la última versión del juego de video, sin saber ni cómo se mastica la cultura. Y por supuesto, en febrero a ver a Floricienta…

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.